Capitulo 7: Ecos en el silencio

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Esa mañana, la rutina en la escuela transcurría sin mayores sorpresas. Los pasillos resonaban con conversaciones sobre tareas, exámenes y los últimos chismes, pero Sofía caminaba con la cabeza baja, inmersa en sus propios pensamientos. Desde el concurso, había notado un cambio en la forma en que algunos compañeros la miraban, como si por primera vez se dieran cuenta de que existía. Era un reconocimiento sutil, pero suficiente para hacerla sentir expuesta, casi incómoda.

Mientras avanzaba hacia su casillero, vio a Óscar de pie junto a una ventana, mirando distraídamente hacia el exterior. Parecía estar absorto en algo, y una parte de Sofía se preguntó si debía acercarse. Desde el concurso, no habían hablado mucho, más allá de las clases en las que coincidían y los breves intercambios en los pasillos. Pero había algo en su expresión en ese momento, algo que le recordó a su propia sensación de vacío después de haber ganado el segundo lugar.

Finalmente, decidió acercarse.

—Hola, Óscar —saludó con una tímida sonrisa.

Él pareció salir de sus pensamientos y se volvió hacia ella, esbozando una sonrisa que no llegó a sus ojos.

—Hola, Sofía. ¿Qué tal?

—Bien, supongo. Solo... —Sofía vaciló, buscando las palabras adecuadas—. Te vi aquí solo y pensé en saludarte.

Óscar se encogió de hombros y miró de nuevo hacia la ventana.

—Solo estaba pensando en algunas cosas, nada importante.

Sofía no pudo evitar sentir que había algo más detrás de esas palabras. Había aprendido a reconocer en otros los mismos signos de introspección que ella solía tener cuando algo la preocupaba. Quiso preguntarle si todo estaba bien, pero temía parecer entrometida, así que optó por otro enfoque.

—He estado pensando en lo que dijiste el día del concurso, sobre que mi dibujo era una historia. Nunca había visto mi arte de esa manera —comentó, mirando también hacia el exterior, como si hablar con Óscar directamente fuera demasiado intimidante.

Óscar la miró de reojo, notando el leve sonrojo en sus mejillas. Algo en su voz lo animó a abrirse un poco más.

—Bueno, es verdad. Todo lo que hacemos cuenta una historia, incluso si no nos damos cuenta de inmediato. Supongo que últimamente he estado tratando de averiguar cuál es la mía.

Sofía lo miró con curiosidad. No era común que él hablara tan abiertamente, y menos aún con ese tono vulnerable. Decidió arriesgarse un poco más.

—¿Tiene algo que ver con la pintura que hiciste para el concurso? Era muy diferente de lo que habías mostrado antes.

—Sí, tiene que ver —admitió Óscar, con una leve sonrisa que no alcanzó a disipar la preocupación en su mirada—. Sentí que debía intentar algo distinto. Siempre he tratado de hacer todo… correcto, supongo. Pero cuando lo hago, siento que estoy dejando algo de mí afuera. Como si solo pintara para los demás.

Sofía asintió, comprendiendo exactamente a lo que se refería. Era difícil ser sincero cuando parecía que el mundo siempre esperaba algo más de ti, algo más definido, más agradable, o simplemente más comprensible.

—Entiendo lo que dices. A veces siento que mis padres solo esperan que yo haga las cosas de una forma… específica. Ellos están tan acostumbrados a controlar todo que no ven el valor en lo que no se puede planear.

Óscar se volvió hacia ella, con una expresión de sorpresa.

—¿También sientes eso? Pensé que era el único al que le pasaba.

—Créeme, no lo eres —respondió Sofía con un leve suspiro—. Mi mamá y mi papá siempre están ocupados con sus negocios. No es que no me apoyen, pero a veces siento que no me ven de verdad. Como si no supieran lo que realmente me importa.

Hubo un momento de silencio en el que ambos se quedaron mirándose, como si esa revelación creara un vínculo inesperado. Era la primera vez que compartían algo tan personal, y ambos sentían el peso de la vulnerabilidad, pero también el alivio de haber encontrado a alguien que entendía.

—Tal vez es por eso que el arte se siente tan importante —dijo Óscar finalmente—. Es nuestra forma de ser vistos, incluso cuando los demás no miran.

Sofía asintió lentamente, comprendiendo el poder de sus palabras. Era cierto. Cada pincelada, cada trazo, era una forma de gritar en silencio, de dejar una huella, de demostrar que existían en un mundo donde a veces parecían invisibles.

—Gracias por compartir eso conmigo, Óscar —dijo suavemente—. No sabía que teníamos tanto en común.

Él la miró con una mezcla de gratitud y algo más profundo, como si por un instante se sintiera menos solo.

—Gracias a ti por escuchar —respondió, dándole una pequeña palmada en el brazo, un gesto amistoso que Sofía sintió como un reconocimiento genuino—. Me alegra que hayamos hablado.

Ella asintió y ambos se quedaron allí, mirando el paisaje a través de la ventana. No había necesidad de más palabras en ese momento. Era suficiente saber que no estaban solos en su búsqueda por encontrar su propia voz, tanto en el arte como en la vida.

Mientras el día avanzaba, Sofía y Óscar se despidieron con una promesa implícita de seguir apoyándose, aunque fuera en silencio. Había algo poderoso en saber que compartían un camino similar, aunque cada uno lo recorriera a su manera.

Por primera vez, el eco de sus historias resonaba más fuerte que el silencio que los rodeaba.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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