Tretas Gulescas

La Tormenta

3:59 am

Noche pacífica.
Silenciosa.
Sueño reparador.

Y ni un solo indicio de que algo podría perturbar está hermosa calma...

4:00 am

—¡Arriba todos!

Éter terminó de caerse de la cama por su mala posición. Debajo de la hamaca, Swiss casi se atragantaba con su propia saliva al roncar, arriba a alguien lo cegaba la luz del pasillo, y le encendía el mal humor desde muy temprano. Sin embargo, en la litera donde dormía Éter se encontraba vacía una cama.

—¡Vamos! ¡Despierten!

—Cardenal...— dijo Éter medio dormido sentándose en la cama mientras se tallaba un ojo. —¿Qué pasa ahora? ¿Por qué la visita?

—¡Grandes noticias! ¡Hoy será la primera excursión de la iglesia! ¡Qué emoción!

Sodo se levantó de golpe al oír el anuncio.

—¿A dónde?— le preguntó al cardenal.

—Se los diré en un momento, primero pónganse sus uniformes y los veré en diez minutos para el desayuno.

El cardenal abrió una puerta del lado contrario del muro del pasillo, la cual conducía a la habitación de las chicas.

—¿Escucharon? ¡Iremos de paseo hoy!— anunció a las algolas y recibió un rugido como respuesta de que cerrara la puerta.

Copia dió un paso atrás cerrando la puerta y se dirigió a los ghouls antes de cerrar la suya.

—En el comedor en diez minutos.

La luz cegadora abandonó la habitación, sumergiéndola en la oscuridad de nuevo.
Sodo se dejó caer en la hamaca y se sobó las sienes.

—¿La salida no era la próxima semana?

No obtuvo respuesta, en cambio oyó más ronquidos, Éter se había vuelto a dormir y Swiss ni siquiera había despertado.

. . .

Los tres ghouls, ya arreglados, entraron al comedor; de algún modo las chicas se adelantaron y se habían sentado a la mesa primero. A muy tempranas horas de la mañana los cinco ghouls desayunaron su correspondiente filete crudo.

Sodo notó que nadie lo había molestado en un rato, recordó que el día anterior algo lo molestó intensamente...

Entonces se percató de que faltaba el más molesto. El nuevo no había atendido la orden.

—Hola— Oyó detrás de él, ya empezaba a fastidiarlo con una sola palabra.

—¡Hola, novato!— saludó Éter felizmente al ghoul que se unía al desayuno.
—¿Puedo unirme a su mesa?— preguntó de un modo formal y a la vez un poco bromista, con su plato en mano.

—¿Y a dónde más?— dijo Éter levantándose para darle su lugar, el ghoul se sentó, un poco incómodo por estar justo al lado de Sodo. Éter tomó su lugar junto a Swiss, que conversaba con Cirrus y Cúmulus.

—Entonces... ¿Cambiaste de opinión?—
Le preguntó Cirrus. El ghoul no comprendió. —Sobre irte ¿Por qué no intentarlo otra vez?

—Oh...— contestó entendiendo.
—creo que si el resultado es convertirse en arena no veo el caso...

—Pero he oído que eres muy sagaz.— dijo Éter tragando el bocado. —lo que hiciste ayer...

El ghoul miró hacia otro lado avergonzado.