·Capítulo catorce·

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Capítulo catorce.

Narra Aure Cyril.


   Todas las cabezas giraron en mi dirección. Y todos esos rostros que solían mantenerse serios sin el más mínimo esfuerzo, se deformaron en confusión y sorpresa. Los claros ojos de mi madre fue lo primero que ví, como si alguna parte dentro de mí estuviera delirando por completo y hubiera perdido la razón por completo, esperando alguna buena reacción de su parte, o al menos que fuera la única que me entendiera porque después de todo era parte de su plan. Ella me había vendido a Theo desde mi adolescencia para que él obtuviera lo que fuera de mí y, con el paso del tiempo, mi opinión y mi control sobre él fuera superior a cualquier otro que ella pudiera ejercer. Calantha quería controlar a Kalter Boden y su rey conmigo. Y ahora lo estoy logrando. Pero su reacción fue completamente distinta a la que esperé.

Creí que ya no esperaba nada de ella.

   Rió, de una forma sarcástica, burlona hacia mí. No se movió de su sitio, cruzándose de brazos y observandome arriba a abajo como siempre lo ha hecho, juzgando sin pesar alguno.

—No esperaba menos de tí. Espero que ser la golfa del reino logre sacar frutos —fue lo único que dijo.

   Dicho eso, mi madre se marchó hacia el bosque, perdiéndose en la oscuridad de la madrugada. Y entendí que aunque sus expectativas sobre mí habían cambiado, su opinión seguía firme como siempre. Aunque ganara Epiphania solo para mí, jamás será suficiente. Siempre me verá como una cualquiera a la que debería haber matado antes del nacimiento.

—Qué es eso —exigió saber él, intentando intimidarme con su grave voz y fallando en el intento.

—Nada que te incumba.

—Pero sí a todos los demás.

   Pestañeé con lentitud, volteando a ver los rostros de los demás, acción que debería haberme saltado. Porque la sorpresa y la confusión en todos era poderosa. Pero había dos expresiones que no deberían haberme... movido algo internamente, y lo hicieron. No podía negar eso.

—¿Quién te...? —buscó las palabras Cyrene, acercándose lentamente. Carraspeó, preguntando:— ¿Quién te ha dado ese anillo?

   Y no tuve ni siquiera la intención de ocultarlo.

—Theo —confirmé las inquietudes.

   Petra soltó una risa idéntica a la de mi madre, comenzando a moverse por el lugar pero sin marcharse. Sabía que me desaparecería si presentaba una amenaza. Y no tenía certeza de cuán rápido respondería mi magia. Arwen fue el siguiente en caminar pero en dirección a su pareja, mientras que mi tía negaba para sí misma y peleaba con todo dentro de sí para no darme un puñetazo. Allí es cuando deseé poder leer su mente.

—¿Cómo diablos lograste que te diera ese anillo? —continuó interrogando—. ¿Cómo...? ¿Cómo hiciste...?

—Me propuso matrimonio —confesé, con la voz firme. No iban a debilitarme un par de rostros decepcionados porque era mi trono el que buscaba recuperar. Y nadie iba a decirme cómo hacerlo—. Quiere que me case con él y sea su reina. Reina de Kalter Boden y Himmel. Y con Eryx como Lord de Reine Wald y próximo heredero de Dunkel...

—Por los Dioses —se quejó ella, elevando sus ojos directos a los míos, mirándome fijamente—. ¿Te ofreció un par de reinos y aceptaste rendirte?

   Apreté los dientes, negando.

—No acepté nada aún. Porque no es mi idea casarme con alguien para gobernar o para recuperar mi trono —expliqué, aunque ni siquiera debería haberlo hecho—. Recuperaré mi corona por mi propio mérito, trabajando y luchando lo que deba luchar y nada de eso me lo dará un hombre.

Alianza Enemiga © #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora