·Capítulo quince·

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Capítulo quince.

Narra Eryx Rune.


   Tomé con fuerza el mango de mi espada envainada, inhalando y exhalando con rapidez. Caminé a la velocidad de la luz, ignorando a los guardias que me perseguían en busca de no perderme de vista. Sentía que no podía respirar, que tenía algo en mi garganta que obstruía el aire que entraba a mis pulmones. Y yo sabía perfectamente de qué se trataba. Así que no me tomó mucho tiempo ordenar que los guardias me siguieran y abrieran las puertas del salón del trono, dónde mi fiesta de compromiso se estaba festejando y cada uno de los invitados fingía la demencia necesaria para ignorar el hecho de que el novio no estaba.

   Cuando las puertas del gran salón se abrieron y me entrometí en el sitio con una cantidad de guardias exorbitante, llamando la atención inmediatamente de todos los presentes, Theo y la familia de mi prometida incluidos. La música se detuvo, dejándole a todos oír mis pasos y los de los hombres detrás de mí acercarse a las escaleras que llevaban al trono en el que mi rey esperaba por mí. Ignoré completamente el leve llamado de mi prometida a mi costado, alcanzándome al mismo tiempo que comencé a subir las escaleras para llegar a la cima.

¿Qué diablos haces? Se metió en mi cabeza.

   Lo ignoré, llegando finalmente arriba y dando media vuelta para mirar a la multitud atenta a mí, en un gran silencio sepulcral a la espera de una explicación racional. Con la palma de mi mano aferrada con fuerza al mango de mi espada, me decidí por darles eso que tanto querían. Comenzar mi venganza sin mentirle al pueblo. Ellos merecían saber la verdad.

—La familia Cyril está viva. Todos y cada uno de ellos —anuncié, escuchando las reacciones de sorpresa y asombro que tanto esperaba—. Y quiero que me traigan la cabeza de Aure Cyril en bandeja junto a la del Traidor de Eros Cyril. Serán los más ricos del reino si lo hacen y tendrán el agradecimiento eterno de Reine Wald, Kalter Boden y Himmel.

   Como lo esperé, los cuchicheos comenzaron a llegar. Gritos entre amigos, familiares, disputas, peleas a puños, expresiones de alegría, órdenes entre los más nobles a sus guardias, el dinero moviéndose de mano en mano...

Voy a matarte. Oí su voz en mi cabeza, tan furioso como nunca antes lo había oído.

Ví el caos desatarse ante mis ojos, y por primera vez en la vida no quise detenerlo. Ya no era mi prioridad detener el desastre que se formaba ante mí porque yo había sido la causa.

Me avergonzaba admitirlo, pero quería caos y venganza por mi mano.




(...)




   Volteé el rostro sin poder evitarlo, pero hice lo posible por no perder el equilibrio y mantenerme de pie. El ardor llegó de inmediato y sentí el sabor metálico dentro de mi boca como si fuera la primera vez. Había olvidado lo que se sentía. Theo me lo recordó, alejándose levemente de mí abriendo y cerrando su mano derecha, intentando que sus nudillos no se enrojecieran por completo.

—Eres un idiota —habló.

   Lentamente devolví mi cabeza a su sitio, elevando la mirada a la suya para demostrar que nada de lo que hiciera me haría cambiar de opinión. Él no tenía el total poder sobre mí como le quería hacer creer a otros. Me había amenazado, habíamos hecho un trato y él lo había roto.

Alianza Enemiga © #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora