CHAPTER 7

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Después de un rato de trabajar en silencio, por fin terminamos el proyecto. Taeri cerró sus cuadernos rápidamente, como si estuviera deseando escapar, y se levantó sin decir nada. Salió de la biblioteca antes de que pudiera siquiera despedirme, y me quedé ahí, mirándola mientras desaparecía por la puerta. Suspiré, algo frustrado, y luego recogí mis cosas.

Cuando salí del edificio, me di cuenta de que estaba lloviendo. Genial, justo lo que me faltaba. Me puse la capucha y caminé hacia mi auto, pero no pude evitar preguntarme cómo se habría ido Taeri. Supuse que tal vez la habrían recogido sus padres o alguien de su familia.

Me subí al auto y me dirigí hacia mi casa. Al doblar la esquina, algo me llamó la atención. Ahí, caminando bajo la lluvia, vi a Taeri, empapada y con la cabeza gacha, como si intentara protegerse del agua. Parecía que iba camino a su casa, mojándose completamente. Me quedé mirándola un momento, sin saber bien qué hacer, pero al ver que seguía sin protección bajo la lluvia.

Al verla caminar así, decidí que no podía dejarla bajo la lluvia. Así que acerqué el auto lentamente y bajé la ventana.

—¡Taeri! ¡Sube! —le grité.

Ella se giró, me miró un segundo y luego siguió caminando como si nada. Fruncí el ceño, algo frustrado, pero no me rendí.

—¡Vas a terminar resfriada! —insistí, acercándome aún más con el auto.

Ella continuó ignorándome, sin siquiera voltear. Finalmente, paré el auto, me bajé y corrí hacia ella. La lluvia caía fuerte, empapándonos a los dos. Cuando llegué a su lado, le tomé el brazo suavemente, mirándola casi en tono de súplica.

—Por favor, sube al auto —le dije, un poco desesperado.

Taeri me miró en silencio, y tras un momento de duda, finalmente accedió y subió al auto.

Una vez que estuvimos los dos dentro del auto, la miré, todavía sin entender del todo su reacción.

—No puedo creer que estuvieras caminando como si nada bajo esta lluvia —dije, con una mezcla de sorpresa y un poco de risa.

Taeri solo me miró de reojo, sin decir nada. Solté un suspiro, resignado, y decidí cambiar de estrategia.

—Bueno, ¿dónde vives? Te llevo —le pregunté, tratando de sonar casual.

Finalmente, después de un silencio que se sintió eterno, escuché su voz suave.

—A unas calles de aquí... —respondió en un susurro, casi como si le costara hablar.

Sonreí un poco, aliviado de que al menos me diera una respuesta, y arranqué el auto en dirección a su casa.






Finalmente llegamos a su edificio, que parecía ser una especie de complejo de departamentos. Taeri abrió la puerta del auto y se giró hacia mí.

—Gracias... —murmuró sin mirarme mucho, su voz apenas audible.

Le sonreí un poco. —No es nada. Solo no vuelvas a mojarte así —respondí, intentando bromear.

Ella asintió ligeramente, salió del auto y se dirigió hacia la entrada del edificio. La seguí con la mirada, sin saber muy bien por qué. Justo cuando estaba a punto de entrar, un chico apareció por el otro lado. Tenía la piel muy pálida, era algo bajito y llevaba el cabello rubio, casi blanco. Los vi intercambiar un par de palabras, y de inmediato supuse que debían ser hermanos, porque no se veía incómoda. Ambos entraron juntos al edificio.

Me quedé un segundo más en el auto, con una pequeña sonrisa en los labios, antes de arrancar de nuevo hacia mi casa.

Al llegar a casa, apenas abrí la puerta y entré, mi mamá apareció en la entrada del salón. Al verme, frunció el ceño, claramente preocupada.

—¿Por qué estás todo mojado? —preguntó, con las manos en la cadera—. ¿Te agarró la lluvia?

Me reí, tratando de quitarle importancia. —Sí, ma, pero no es nada. Ya voy a cambiarme.

Subí rápido a mi cuarto, me cambié y me puse algo cómodo antes de bajar otra vez. Mi mamá ya había servido la cena, y el aroma era justo lo que necesitaba para olvidar el día tan largo.

—Espero que no te resfríes —me dijo, mientras me sentaba a la mesa.

—Tranquila, mamá, soy más fuerte que la lluvia —respondí, sonriendo.



Al día siguiente, me desperté y bajé a desayunar. Mis padres ya estaban en la mesa, así que los saludé.

—Buenos días, hijo —dijo mi papá mientras me sentaba junto a ellos—. ¿Dormiste bien?

—Sí, bastante —respondí, sirviéndome un poco de café.

Comenzamos a desayunar tranquilamente hasta que mi papá rompió el silencio. —Heeseung, cuídate, ¿sí? Dicen que han habido algunos asaltos últimamente, parece que es cosa de un grupo criminal.

—Sí, papá, siempre me cuido —le aseguré, tranquilo.

Él asintió y, después de un segundo, me miró más serio. —Y, otra cosa, ¿tú no consumes drogas, verdad?

Casi me atraganto. —¿Qué? No, claro que no, papá. Solo bebo cuando salgo de fiesta, pero eso ustedes ya lo saben.

—Está bien, me alegra —respondió él, relajado—. Solo ten cuidado, ¿sí? Y recuerda, si vas a beber, que sea cuando no vas a manejar.

—Sí, sí, siempre lo hago. Y si manejo, no bebo mucho.

—Perfecto —dijo él, con una sonrisa que me ponía nervioso—. Ah, y cuando estés con una chica, ya sabes... usa protección.

Ahí sí que casi me ahogo de verdad. Me atraganté y tosí, poniéndome rojo de la vergüenza. —Sí... sí, papá... siempre lo hago.

Mi mamá solo negó con la cabeza, sonriendo divertida, mientras yo trataba de recuperar la compostura.

Después de terminar el desayuno y despedirme de mis padres, tomé las llaves del auto y salí rumbo a la escuela. Al llegar, vi a Jake, Sunghoon, Jay, Sunoo y Ni-ki esperándome en la entrada, así que caminé hacia ellos.

—Hey, ¿qué onda? —los saludé, chocando los puños con cada uno.

—¡Mira quién llega temprano! —bromeó Jay, dándome un leve golpe en el hombro.

—¿Y Jungwon? —pregunté, notando su ausencia.

Jake se encogió de hombros. —No sé, entró rápido a la escuela hace un rato. Dijo que tenía cosas que hacer, pero no especificó qué.

—Extraño en él —comenté, pensando que Jungwon no solía llegar antes que nosotros.

—Bah, seguro está buscando puntos extra con alguno de los profes —dijo Ni-ki, riéndose mientras caminábamos hacia las puertas de la escuela juntos.

𝙎𝘼𝙑𝙀 𝙈𝙀|| 𝙇𝙀𝙀 𝙃𝙀𝙀𝙎𝙀𝙐𝙉𝙂"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora