Labour | Chestappen

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La cabeza de Sergio se sentía tan pesada como una piedra y la parte lateral se sentía húmeda, con ayuda de sus manos se sentó en lo que quedaba de la sala de estar.

Todo a su alrededor estaba destruido y lleno de polvo, cuando sus sentidos se aclararon un poco, fue golpeado por todos los ruidos que estuvo ignorando; el sonido del agua golpeando la piedra, las sirenas de las ambulancias y policías, una gran cantidad de gritos desesperados pidiendo que ayudaran a alguien. Le estaban rompiendo la cabeza, hasta que llevo sus manos a su cabeza, entendió porque sentía húmeda esa en zona específica.

El líquido rojizo pinto la palma de su mano, un poco ya se había secado en su piel. ¿Qué había pasado? Más importante ¿Dónde estaba su bebé?

Un momento. ¡Su bebé!

Se levantó de entre el caos de lo que quedaba de la sala de estar, y sin importar su estado corrió hasta su habitación. Al parecer fue la única que no sufrió daño alguno por lo que sea que haya pasado, allí estaba la camita que había comprado cuando llego a este país y que le había comentado a su alfa llevarlo de regreso a Países Bajos cuando las cosas se calmaran.

Pero no había señal alguna de su cachorro, por ningún lugar. Su lobo se estaba volviendo loco mientras revisaba el departamento de arriba abajo, no importa cuanto llamo, cuanto gritó o levantó, no había señal alguna de Yuki. Regresó a su habitación completamente derrotado, sentía como si alguien le hubiera arrancando el corazón y lo dejaba desangrarse en el piso.

No podía llamar a Max, el estaba demasiado lejos.

El aire comenzó a faltarle de los pulmones, estaba tan desorientado y no sabia que era lo que había pasado.

—¿¡Sergio!? ¿¡Dónde estás!?

—¿Chequito?

Las voces de sus vecinos se escucharon tan lejanas, quizás esa era una señal de que se desmayaría. Su cuerpo no tuvo tiempo de tocar el piso cuando unos brazos lo alcanzaron. El rostro de Charles estaba bañado en evidente preocupación, pero también noto que su ceja sangraba.

—Esta bien, siéntese un momento— El alfa lo guio hasta la cama, para dejarlo allí—. ¡Carlos lo encontré!

En menos de un segundo el alfa moreno pareció, no se veía mucho mejor que su compañero, a diferencia de Charles, Carlos no solo tenía algunos golpes en su rostro y brazos, si no también su ropa estaba sucia. Sergio no noto el arma que sostenía el moreno.

—Necesito tratarlo ahora, su herida sigue sangrando.

Sergio salto un poco sintiendo como Charles revisaba la herida de su cabeza.

—No tengo botiquín, el que estaba aquí exploto. Pero en el auto debo tener alguno.

—Entonces debemos irnos ahora, esos bastardos no esperaran para regresar y verificar que todos están muertos. También tengo que tratar tus heridas.

—Estoy bien, cariño. Ni siquiera duelen ahora, pero intente contactarme con Lando y él ni siquiera responde.

El omega parpadeo viendo a los dos alfas hablar, todo se estaba moviendo muy rápido que lo estaba aturdiendo. Se levantó logrando que la conversación acabara.

—¿Por qué deberían llamar a Lando? No estoy entendiendo nada. ¿Cómo lo conocen?— Sergio se paso una mano por el rostro frustrado—. ¿Por qué parece que acaban de matar a alguien? ¿¡DÓNDE ESTA YUKI!?

La pareja se miro por un segundo, sabiendo que ya no tenía sentido seguir la mentira. Estaban en medio de una situación de vida o muerte, pero a pesar de que su objetivo era proteger al omega con su cachorro -fallando en cierta parte- ya no debían ocultar lo evidente.