Extra #6

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El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos naranja y rosa. Kid caminaba nervioso por la casa, mirando por encima del hombro de vez en cuando hacia ____ que, igualmente preocupada, se encontraba revisando el baño y las habitaciones. La calma habitual de la tarde había sido reemplazada por una sensación de angustia.

—¿Marie? —llamó Kid nuevamente, su voz llena de incertidumbre. La pequeña no respondía. Habían buscado por toda la casa, y aunque al principio pensaron que simplemente estaba escondida para jugar a las travesuras, el tiempo pasaba y la inquietud de los dos padres crecía.

—¿Seguro que no la viste entrar al jardín? —preguntó ____ desde el pasillo, ya habiendo revisado la habitación de su hija por segunda vez.

—¡Sí! ¡Lo hice! —respondió Kid, corriendo una vez más hacia el salón. Pero su mirada se detuvo al ver a Liz y Patty llegar a la puerta. Ambos lo miraban con esa mezcla de sorpresa y preocupación.

—¿Qué pasa, Kid? ¿Todavía no encuentras a Marie? —preguntó Liz, su tono serio.

Kid asintió rápidamente, sin poder esconder su frustración. —¿Dónde está mi hija? No entiendo... Hace apenas unos minutos estaba aquí, jugando...

Patty, más tranquila, se acercó a él con una sonrisa reconociendo la ansiedad en su rostro. —Tranquilo, Kid. Tal vez esté en algún rincón que no has revisado. Marie siempre fue buena para esconderse... Un pequeño enigma como tú.

—¡Eso lo sé! —dijo Kid, con un leve suspiro, intentando calmarse. —No puede estar tan lejos... ¿Marie? —volvió a llamar, esta vez con un tono un poco más suave.

____ caminó hacia el jardín y alzó la vista al cielo, los suaves tonos del atardecer creando una atmósfera tranquila, pero su corazón latía rápido. Sin embargo, justo cuando iba a regresar adentro para continuar la búsqueda, escuchó el sonido de una risa familiar.

Al volverse, su rostro se iluminó de inmediato. En lo alto de la pequeña estructura de juegos del jardín, estaba Marie, su hija de apenas tres años, balanceándose despreocupada mientras cantaba algo que solo ella entendía. La pequeña tenía el mismo cabello castaño claro que su padre, aunque con una melena desordenada por el viento, y la misma perfección asimétrica en su rostro que tanto caracterizaba a Kid.

—¡Marie! —gritó ____ con un tono que intentaba ser severo, pero que no podía ocultar la ternura. —¿Qué haces ahí arriba? ¡Baja de ahí!

Marie, que en su mundo infantil solo veía diversión, rió y continuó balanceándose sin hacer caso. Era un reflejo exacto de la actitud de su padre, tan despreocupada e impulsiva, aunque su madre siempre le recordaba ser un poco más cuidadosa.

Kid no pudo evitar sonreír al verla. Se acercó rápidamente y alzó los ojos al cielo. —¿Debería estar preocupándome de que suba tan alto? —murmuró, sin poder negar lo adorable que se veía su hija. Marie, con sus ojos azules brillando con energía, lo miró y soltó una risita traviesa.

—¡No pasa nada, papá! ¡Soy valiente! —respondió la niña, con la misma mirada desafiante que él había tenido a su edad.

____ resopló, caminando hacia la estructura para darle la mano. —¡Valiente no es suficiente! —dijo, atrapando la pequeña mano de Marie. —Vamos, baja de ahí, ahora mismo. No quiero que termines con un rasguño por no escucharme.

—¡Vamos, pequeña! —añadió Kid, acercándose mientras cruzaba los brazos. —Sé que es divertido, pero tu mamá tiene razón. Además, tenemos que ir a cenar... Estoy seguro de que estarás mucho más cómoda comiendo en la mesa que en una estructura de juegos.

Marie lo miró, dudando por un momento, pero al final cedió. Saltó de la estructura con gracia, cayendo en los brazos de su madre. Kid se agachó para mirar su rostro, sonriendo ante la réplica perfecta de él que tenía frente a sus ojos. Sus ojos, que brillaban con intensidad, eran tan azules como los suyos, pero de una forma aún más cautivadora.

—Sabes, Marie —dijo Kid con una sonrisa tranquila—, deberías escuchar más a mamá, o podríamos tener una conversación sobre las reglas en casa.

La niña lo miró, pareciendo procesar sus palabras antes de finalmente asentir, su actitud aún un poco juguetona. —Está bien, papá... Pero solo porque quiero jugar más tarde.

Kid levantó una ceja, sabiendo que esta conversación no estaba terminando allí. —Lo sé —respondió con un tono suave—. Pero me gustaría que jugaras de una forma un poquito más segura, ¿sí?

Marie asintió una vez más, luego levantó la mano hacia él. —¡Papá, quédate conmigo un rato! Quiero que juegues conmigo...

La petición, tan simple y sincera, hizo que el corazón de Kid se derretiera. Dejó escapar una risa suave antes de abrazarla con fuerza. —Lo prometo, pequeña. Siempre estaré aquí para ti.

____ los miró, sintiendo cómo el amor que compartían como familia se volvía más fuerte con cada día que pasaba. Los tres caminaban juntos de regreso a la casa, bajo el cálido resplandor de la luna, mientras la pequeña Marie cantaba una de sus canciones inventadas en voz baja.

La vida con su hija había comenzado a ser todo lo que habían soñado. Aunque los días nunca fueran perfectos, siempre estarían ahí el uno para el otro. Y al final, eso era lo que más importaba.

La luz del atardecer se colaba por las ventanas de la casa mientras Kid y ___, finalmente encontraban a su hija Marie, que había estado jugando en el jardín trasero. Con solo tres años, su cabello negro alborotado, una ceja perfecta y otra con un pequeño desvío que reflejaba su herencia asimétrica, era el centro de su mundo. Marie reía con una pequeña pila de hojas secas que había acumulado, lanzándolas al aire y observando cómo caían, fascinada por los patrones que creaban.

—¡Marie! —exclamó Kid, fingiendo preocupación—. ¡Pensamos que te habías perdido!

Marie, divertida, soltó una risita y corrió hacia sus padres, quien la atrapó en el aire. Kid la abrazó con fuerza, apoyando su barbilla en su cabecita, mientras ___ se acercaba a ambos, rodeándolos con sus brazos. Era un momento perfecto, uno de esos que solo necesitaban su amor y nada más.

—¿Sabías que mamá y yo estábamos preocupados? —dijo Kid, con una sonrisa afectuosa y un tono de suave regaño.

Marie lo miró con sus grandes ojos dorados, llenos de inocencia y curiosidad, y asintió mientras escondía una sonrisa.

—Solo estaba jugando, papi —respondió ella, en un tono suave y dulce—. Como tú siempre me dices, todo tiene que ser divertido, ¿no?

Kid se rió y besó su frente. Se sentía profundamente agradecido por momentos como este, momentos que se habían convertido en su vida cotidiana. Miró a ___ y le sonrió, con el corazón latiendo en paz y alegría.

—Y tú eres lo más divertido que me ha pasado en la vida —le dijo Kid a Marie, y luego miró a ___—. Y la suerte más grande que pude tener es haber encontrado a alguien tan increíble como tu mamá.

El abrazo se estrechó, y por un momento, el mundo a su alrededor desapareció. Kid recordaba su vida antes de formar una familia, el caos y la tensión que había experimentado, y no podía evitar sentir una gratitud profunda por la calma y el amor que ahora lo rodeaban. Sabía que ___ también pensaba en lo lejos que habían llegado juntos y en lo que habían construido.

Luego, Kid bajó a Marie al suelo, y ella corrió hacia las hojas, insistiendo en jugar un poco más. Los dos adultos la observaron en silencio por un momento, compartiendo una sonrisa que decía más que cualquier palabra.

—¿Alguna vez imaginaste que tendríamos esto? —preguntó ___ en un susurro, apoyando su cabeza en el hombro de Kid.

Kid negó con la cabeza, su mirada fija en Marie. —No lo sabía... pero ahora no puedo imaginarlo de otra manera. Lo tenemos todo, y es gracias a ti.

Se giró hacia ___, tomándole las manos y acariciándolas suavemente. —Gracias por darme esta familia. No importa qué retos vengan, saber que estamos juntos me da toda la fuerza que necesito.

En ese momento, Marie corrió de regreso hacia ellos, llevándoles dos hojas grandes que había encontrado. Kid y ___ se inclinaron para recibir su pequeño "tesoro" y, de pronto, los tres estallaron en risas.

Con el sol descendiendo y el mundo a su alrededor en paz, Kid y ___ comprendieron que este, realmente, era el final perfecto de una historia hermosa y el inicio de tantas otras.

FIN

Simetría [Death The Kid]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora