XV

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Luciana Sánchez

El día de la partida de Richard había llegado. La atmósfera estaba cargada de emociones, una mezcla de ansiedad y emoción. Habíamos pasado la última semana haciendo planes, tratando de disfrutar cada momento juntos, pero la realidad de que se iba pronto se cernía sobre nosotros como una sombra.

Nos encontramos en el aeropuerto, el bullicio de la terminal contrastaba con el silencio que nos rodeaba. Miré a Richard mientras hablaba con su representante, y sentí un nudo en el estómago. Era un gran paso en su carrera, y aunque estaba orgullosa de él, no podía evitar la tristeza de verlo partir.

—¿Estás lista? —me preguntó, acercándose con una sonrisa forzada.

—¿Lista para qué? —le respondí, tratando de mantener el humor a pesar de mis emociones.

—Para el siguiente capítulo. Ambos tenemos que enfrentarlo —dijo, tomando mis manos.

Sentí su calidez, y aunque quise concentrarme en lo positivo, la idea de la distancia era abrumadora.

—Lo sé. Solo… es difícil imaginarlo lejos.

—Lo sé, pero siempre estaré contigo, sin importar la distancia.

Justo en ese momento, la voz del altavoz anunció su vuelo. El momento de la despedida se acercaba, y las palabras parecían fluir sin cesar.

—Prometamos que nos comunicaremos siempre —dije, mi voz temblando levemente.

—Por supuesto. Seré el novio más romántico a distancia que haya existido —rió, tratando de aliviar la tensión.

Ambos reímos, pero mis ojos se llenaron de lágrimas.

—Te voy a extrañar tanto —dije, aferrándome a sus manos.

—Yo también, Luciana. Pero esto no es un adiós. Es un hasta luego.

Y así, con una última sonrisa, Richard se acercó a mí y me abrazó con fuerza. Era un abrazo que contenía todas nuestras promesas, todos nuestros sueños compartidos. Por un momento, el ruido del aeropuerto desapareció, y solo existimos nosotros.

—Te prometo que haré todo lo posible para que esto funcione. —Susurró en mi oído.

—Y yo esperaré por ti. Siempre.

Finalmente, se separó de mí, y mi corazón se encogió al verlo alejarse. La imagen de su figura desvaneciéndose entre la multitud era dolorosa, pero sabía que era solo el comienzo de un nuevo capítulo.

Richard Rios

El vuelo hacia Europa fue una montaña rusa de emociones. Mientras el avión despegaba, miré por la ventana y vi cómo mi hogar se desvanecía. Luciana había estado a mi lado durante los últimos meses, apoyándome en cada paso. La idea de estar lejos de ella me llenaba de miedo, pero también de determinación.

El viaje fue largo, pero en mi mente solo había espacio para Luciana. Las llamadas que habíamos tenido en los últimos días me habían dado fuerzas, y la promesa de que nuestra relación podía resistir la distancia me mantenía esperanzado.

Al llegar, el nuevo entorno me recibió con su energía vibrante. El club me esperaba con altas expectativas, y sabía que tenía que dar lo mejor de mí. Sin embargo, en cada entrenamiento, en cada partido, sentía su ausencia.

Durante las primeras semanas, me sumergí en el trabajo, pero la nostalgia nunca me abandonó. Las fotos que le envié, las videollamadas que hacíamos, eran lo que mantenía viva nuestra conexión. La risa de Luciana resonaba en mis oídos como un bálsamo.

3:33 - R.RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora