18El viaje se sintió eterno. Cada segundo pasaba con una lentitud aplastante mientras el peso de la ansiedad me apretaba el pecho. La presión en el estómago iba en aumento, y mis ojos, hinchados de tanto llorar, apenas me permitían ver. Intenté dormir, esperando un escape, pero las lágrimas, ardientes y persistentes, no me dejaban en paz. Mis pensamientos no dejaban de regresar a Nicholas. ¿Y si no despertaba? No podía concebir ese vacío, la ausencia de su risa, de esa chispa en sus ojos que parecía iluminar incluso los días más oscuros.
Cuando finalmente aterrizamos, me apresuré a recoger mi equipaje, deseando desaparecer entre la multitud. Pero me di cuenta de que algunas personas me miraban, y en ese momento lo único que quería era ser invisible. Al llegar a la salida, dos chicas de alrededor de catorce años se acercaron con sonrisas amplias y ojos brillantes.
—¡Mia! ¡No lo puedo creer! —exclamó una de ellas, casi temblando de emoción—. ¿Qué haces aquí? ¿No estabas filmando en Italia?
Tomé una respiración profunda, tratando de encontrar mi voz y de poner una sonrisa que no se notara forzada.
—Surgió... un imprevisto y vine por unos días —dije, intentando sonar ligera. Sabía que, si Nicholas no despertaba, no podría regresar pronto, pero no era algo que ellas debieran saber—. Igual, es probable que vuelva esta semana.
La segunda chica, un poco más tímida, me miró esperanzada y preguntó:
—¿Podemos sacarnos una foto contigo?
El dolor en mi pecho se intensificó, pero no podía perder más tiempo. No había espacio en mí para sonrisas falsas ni para fingir, no cuando cada segundo parecía ser crucial.
—Lo siento, chicas, no me estoy sintiendo bien... De verdad tengo que irme —dije, tratando de sonar lo más amable posible, aunque la culpa ya empezaba a hacer estragos en mi interior.
Vi cómo sus sonrisas se desvanecían, sus ojos decepcionados. Apreté los labios, obligándome a ignorar esa culpa y salí rápidamente del aeropuerto. Me subí al remis, sintiendo cómo la desesperación crecía con cada kilómetro. Entonces, el sonido del celular rompió el silencio; era Lorene.
—Mia, ¿ya llegaste? —preguntó, su voz más firme que nunca.
—Sí, estoy yendo al departamento de Nicholas para dejar mis cosas antes de ir al hospital —contesté, suspirando, sintiendo el agotamiento en cada palabra—. No he dormido nada en todo el viaje.
—Duerme un poco, te necesito despierta. Voy a comunicarme con Luca para ver cuándo puedes retomar.
Fruncí el ceño, sorprendida.
—¿Qué? ¿No te has comunicado con ellos aún?
Hubo una breve pausa antes de que Lorene respondiera, con una calma extraña.
—No, pero estoy segura de que suspenderán las grabaciones. Eres más importante de lo que crees, Mia.
Sus palabras me tomaron por sorpresa, como si por primera vez alguien me estuviera mirando de verdad. Murmuré un "genial" sin mucha convicción y colgué mientras el auto se detenía frente al edificio de Nicholas. Miré el edificio, y en mi mente empezaron a desfilar recuerdos, uno tras otro, como fragmentos de un sueño. La primera vez que vine aquí, con él siendo casi un desconocido, pero dándome la bienvenida a su espacio como si llevara años esperando por mí. Recordé la noche que nos escapamos juntos al cartel de Hollywood, el cielo iluminado solo para nosotros. Esa noche sentí que el mundo desaparecía, y comprendí cuánto lo amaba, con una certeza tan profunda que no necesitaba palabras.
Tomé un suspiro profundo y bajé del auto, sintiendo el peso de la llave que él me había dado meses atrás. Cada paso que daba hacia el departamento parecía arrastrarme hacia una realidad que temía enfrentar. Finalmente, giré la llave en la cerradura y, al abrir la puerta, el aroma familiar de Nicholas me envolvió. Ese perfume sutil, cálido, estaba impregnado en cada rincón, como si él aún estuviera allí, como si en cualquier momento pudiera aparecer sonriéndome.
Al avanzar hacia la sala, mi mirada cayó sobre la mesa principal. El aire se me atascó en la garganta al ver un polvo rosado esparcido por toda la superficie. Tarjetas de crédito, cucharas, encendedores... Cada objeto parecía una prueba silenciosa de la lucha que él había estado enfrentando, una lucha que había intentado ocultar. Sentí una lágrima deslizarse por mi mejilla. ¿Por qué no me dijo nada? ¿Por qué no confió en mí?
Mientras me sumergía en ese dolor, una verdad amarga empezó a formarse en mi mente. Él me había pedido que no me fuera, que lo esperara. Me había advertido que no estaba bien, pero yo no escuché. Yo, atrapada en mi propio mundo, no lo había oído de verdad.
Al ingresar a su habitación para dejar mis cosas, me encontré con un caos que me dejó sin aliento. Había ropa tirada por todo el piso, los cajones abiertos y desordenados. Cada prenda parecía un grito de desesperación, una petición silenciosa que había pasado desapercibida. Me acerqué lentamente a la mesita de luz y vi un pasaje de avión. Lo tomé con manos temblorosas y, al mirar la fecha, sentí que el suelo se desmoronaba bajo mis pies.
Era para hoy. Nicholas iba a viajar a verme... había decidido cruzar un océano por mí. Pero yo, con una foto junto a Jacob, había destrozado sus intenciones. Las lágrimas me nublaron la vista, y caí al borde de la cama, temblando. Él había visto esa foto y, en lugar de confrontarme, en lugar de buscar respuestas, había escogido enfrentarse a su dolor, solo.
El peso de la culpa se volvió insoportable, como si mi corazón estuviera siendo aplastado bajo su propio peso. Me di cuenta de lo egoísta que había sido, de cómo lo había dado por sentado. Nicholas había sido mi ancla, el refugio que me mantenía a salvo, y yo... yo lo había abandonado cuando él más me necesitaba.
Me quedé en esa habitación desordenada, rodeada de su fragancia, y comprendí algo que dolía más que cualquier otra cosa: él había querido decirme que no me fuera, que lo escuchara, pero yo había fallado. Y ahora, ese error me perseguiría.
me siento mal por generarles depresion y tristeza a nada de empezar la semana🥲
medio sorete mia pero bueno qcy
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𝐖𝐈𝐓𝐇𝐎𝐔𝐓 𝐘𝐎𝐔 | nicholas alexander chavez
Hayran KurguMia siempre soñó con ser actriz, pero jamás imaginó que una fiesta en Hollywood Hills cambiaría su vida. Lo que comenzó como una noche cualquiera, ayudando a su mejor amiga, termina cuando se cruza con Nicholas Alexander Chavez, un famoso actor atra...