La Búsqueda de la Verdad:
La noche se había apoderado del bosque, llenándolo de una mágica tranquilidad. Nasiens y Percival se sentaron juntos en la orilla del lago, el suave murmullo del agua y el canto de los grillos acompañando el silencio entre ellos. Las estrellas brillaban en el cielo, pero el brillo de su conexión superaba cualquier luz celestial.
“¿Cómo puedes ser un cisne durante el día?” preguntó Percival, rompiendo el silencio. “¿Qué fue lo que ocurrió?”
Nasiens se sintió vulnerable, pero sabía que era hora de abrirse por completo. “El hechicero… Él apareció de la nada y me dijo que mi corazón era débil. Luego me lanzó un hechizo, y ahora solo puedo ser humana por la noche. Durante el día, estoy atrapada en esta forma.”
“¿Por qué te hizo eso?” Percival frunció el ceño, sintiendo una rabia creciente hacia aquel que había causado tanto dolor a su amiga.
“Dijo que era un castigo… por ser quien soy. No sé si hay un modo de romperlo, pero tengo que intentarlo.” Su voz se quebró, y las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos. Percival sintió una punzada de dolor al ver su sufrimiento.
“No puedes perder la esperanza. Juntos encontraremos la forma de liberarte,” afirmó Percival, tomando su mano con ternura. La calidez de su toque fue un bálsamo para el alma de Nasiens. Era el apoyo que tanto necesitaba.
“Quizás podamos buscar al hechicero,” sugirió Percival, su mente corriendo en busca de respuestas. “Si encontramos a quien lanzó el hechizo, tal vez podamos convencerlo de que te lo quite.”
Nasiens asintió, sintiendo un destello de esperanza. “Tienes razón, pero no sé dónde encontrarlo. He escuchado historias de un hechicero que vive en las montañas al norte del bosque. Tal vez él tenga respuestas.”
“Entonces debemos ir allí,” dijo Percival, su voz llena de determinación. “Pero primero, necesitamos un plan. No podemos simplemente presentarnos sin saber qué esperar.”
La noche avanzó, y juntos comenzaron a trazar su estrategia. Nasiens sentía que su vínculo con Percival se fortalecía con cada palabra, cada risa compartida. Había un aire de complicidad entre ellos que nunca había sentido antes, y mientras hablaban, se dio cuenta de que lo que sentía por él era más que amistad.
“¿Cómo te sientes ahora que has compartido tu secreto?” le preguntó Percival, observando su expresión con atención.
“Un poco más ligera, quizás. No sé por qué me costó tanto abrirme,” confesó Nasiens, sintiendo que una parte de ella se liberaba al compartir su verdad.
“Lo importante es que ya no estás sola en esto. Lo enfrentaremos juntos,” dijo Percival, sonriendo con complicidad.
A medida que la noche se profundizaba, el par se acomodó sobre la suave hierba, mirando las estrellas. La conversación fluyó, compartiendo historias de su infancia, sus sueños y anhelos. Percival le habló de su deseo de explorar el mundo, de vivir aventuras, mientras que Nasiens confesaba su miedo a ser rechazada, a no ser suficiente.
Sin embargo, a pesar de sus miedos, había algo más que había comenzado a crecer entre ellos. Con cada palabra, cada mirada, una chispa de romance empezaba a encenderse en sus corazones, una llama que prometía ser más que una amistad.
El día comenzó a asomarse en el horizonte, y con él, el temor de que Nasiens volviera a convertirse en cisne. Percival se levantó, mirando hacia el cielo. “Debemos prepararnos. Si vamos a encontrar al hechicero, necesitamos provisiones y un plan.”
“Sí, pero…” Nasiens dudó, sintiendo la presión del tiempo. “No puedo quedarme aquí por mucho tiempo. Cuando salga el sol, tendré que irme.”
“Yo estaré contigo,” le aseguró Percival, su voz firme. “No quiero que te vayas. Te ayudaré a esconderte.”
Así, la noche se convirtió en un refugio de promesas compartidas y la luz del día se aproximaba, amenazando con separarlos. Nasiens sintió un nudo en el estómago. “Percival, no quiero que me veas así,” dijo, sintiendo que su corazón se apretaba. “Soy un cisne durante el día. No puedo soportar que me veas así.”
“Te veré como quieras que te vea, Nasiens,” respondió él, con una sinceridad que la hizo sentir segura. “Eres hermosa en cualquier forma.”
Mientras el sol comenzaba a elevarse, la transformación de Nasiens era inevitable. El aire se tornó más cálido, y ella sintió cómo su cuerpo comenzaba a cambiar. “Debo irme,” dijo con tristeza.
“Te encontraré aquí esta noche. No te preocupes,” le aseguró Percival. Y antes de que pudiera procesar la tristeza de la separación, Nasiens se sumergió en el lago, su cuerpo transformándose nuevamente en el elegante cisne blanco.
El proceso era desgarrador, pero al salir del agua, un profundo sentido de alivio la envolvió. Percival le sonrió, su mirada llena de admiración y complicidad. “Estás increíble,” dijo, su voz llena de calidez.
A pesar de ser un cisne, Nasiens sintió el amor que Percival tenía por ella, y su corazón latía con fuerza. Sabía que la noche volvería a reunirlos, y que su búsqueda de la verdad apenas comenzaba.
Mientras nadaba en el lago, Nasiens sentía una mezcla de tristeza y esperanza. Aunque estaba atrapada en su forma, la conexión que había encontrado con Percival le daba fuerzas para seguir adelante. La promesa de una nueva aventura aguardaba al caer la noche, y juntos, se enfrentarían al hechicero y a cualquier desafío que se interpusiera en su camino.
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el susurro del cielo
FantasyDescripción: En un reino encantado, Nasiens, una joven reservada con el corazón lleno de sueños, se ve atrapada en una maldición que la transforma en un cisne durante el día. Solo su amigo Percival, un divertido y coqueto joven con cabello verde y o...