capitulo 13

1 0 0
                                    

La Sombra del Hechicero:

De regreso en el templo, la atmósfera había cambiado. La luz del altar palpitaba con una energía nueva, y una sensación de urgencia llenaba el aire. Nasiens y Percival se miraron, sus corazones latiendo al unísono. Sabían que estaban a punto de enfrentarse a un enemigo formidable.

“Debemos prepararnos para lo que viene,” dijo Percival, su voz grave. “El hechicero no se detendrá ante nada para mantener su poder.”

“Sí,” asintió Nasiens, recordando las imágenes que habían visto en el jardín. “Debemos ser estratégicos. Necesitamos aliados, personas que también hayan sufrido por su magia oscura.”

“Conozco a algunos que podrían ayudarnos,” dijo Percival, su mente ya trabajando en un plan. “Los valientes del pueblo siempre han estado dispuestos a luchar contra el mal.”

Sin perder tiempo, comenzaron a trazar su estrategia. Decidieron que el primer paso sería visitar el pueblo cercano, donde las historias de la oscuridad del hechicero eran bien conocidas. La gente necesitaba esperanza y una razón para luchar.

Mientras se preparaban para salir, Nasiens sintió un escalofrío recorrer su espalda. “¿Y si el hechicero ya sabe lo que estamos planeando?” preguntó, la preocupación visible en su rostro.

“Eso es lo que me preocupa,” admitió Percival, frunciendo el ceño. “Pero no podemos permitir que el miedo nos paralice. Lo enfrentaremos juntos.”

Con la determinación grabada en sus corazones, Nasiens y Percival abandonaron el templo, sintiendo el viento fresco que soplaba a su alrededor. A medida que se acercaban al pueblo, el ambiente se volvía más tenso. La atmósfera era pesada, como si las sombras mismas estuvieran observándolos.

Al llegar, se encontraron con un grupo de aldeanos reunidos en la plaza. Sus rostros estaban marcados por la preocupación y el miedo. “¡Nasiens! ¡Percival!” exclamó uno de los hombres, un antiguo amigo de Percival. “¿Qué está pasando? La oscuridad se ha vuelto más intensa en los últimos días.”

“Estamos aquí para luchar contra el hechicero que ha estado acechando nuestro hogar,” declaró Percival, su voz resonando en la plaza. “Necesitamos su ayuda.”

Los murmullos comenzaron a esparcirse entre la multitud. Algunos miraban con escepticismo, mientras que otros mostraban signos de esperanza. “Hemos oído historias sobre su poder,” dijo una mujer mayor, su voz temblorosa. “Pero muchos han perdido la fe. ¿Realmente hay una manera de detenerlo?”

Nasiens sintió el peso de las miradas sobre ella, y una chispa de valentía surgió en su interior. “Sí,” afirmó, alzando la voz para que todos pudieran escuchar. “Hemos enfrentado a nuestras propias sombras y hemos descubierto un poder antiguo. Juntos, podemos derrotarlo. Pero necesitamos que todos estén dispuestos a luchar.”

El murmullos se tornaron en conversaciones animadas. Algunos aldeanos comenzaron a compartir sus propias historias de sufrimiento y pérdida, y poco a poco, la fe comenzó a reavivarse.

Percival miró a Nasiens con admiración. “Has inspirado a la gente,” le dijo. “Tu valentía es contagiosa.”

La multitud comenzó a organizarse, y Nasiens sintió cómo la energía se intensificaba. “Debemos encontrar al hechicero y detenerlo antes de que cause más daño,” dijo un hombre alto, un guerrero que había luchado en batallas anteriores.

“Correcto,” respondió Percival. “Tenemos que trabajar en equipo. Haremos patrullas en los alrededores y mantendremos un ojo en los movimientos del hechicero.”

La noche cayó sobre el pueblo, y con ella, la tensión creció. La gente se dispersó, cada uno preparándose para lo que venía. Nasiens y Percival se encontraron en un rincón tranquilo de la plaza, bajo la luz de la luna.

“¿Tienes miedo?” preguntó Nasiens, sintiendo que la vulnerabilidad se apoderaba de ella.

“Un poco,” admitió Percival, tomando su mano. “Pero es un miedo que puedo manejar, especialmente cuando estoy contigo.”

Nasiens sonrió, su corazón latiendo más rápido. “Nos apoyaremos mutuamente, como siempre lo hemos hecho.”

“Siempre,” prometió Percival, acercándose. La conexión entre ellos era palpable, una energía intensa que llenaba el aire.

Pero de repente, el cielo se oscureció. Una sombra se deslizó sobre la luna, y un viento helado recorrió la plaza. Los murmullos de la gente se apagaron, y una risa profunda y siniestra resonó a lo lejos.

“¿Qué fue eso?” Nasiens preguntó, sintiendo una ola de inquietud.

“Eso no es bueno,” respondió Percival, su mirada fija en el horizonte. “Debemos prepararnos.”

En ese momento, una figura oscura emergió de entre las sombras, su presencia era aterradora. “¿Qué intentan hacer, pequeños tontos?” dijo la figura, su voz retumbando en la plaza. “No tienen idea del poder que enfrentan.”

Nasiens sintió que su corazón se detenía. “¿Quién eres?” preguntó, tratando de mantener la voz firme.

“Soy el hechicero,” respondió la figura, y en un instante, el viento aulló como si estuviera vivo. “He estado esperando su llegada. Y estoy aquí para demostrarles que la oscuridad siempre prevalece.”

La multitud se dispersó en pánico, pero Nasiens y Percival se mantuvieron firmes. “No dejaré que arruines más vidas,” gritó Nasiens, sintiendo que la valentía brotaba de su interior.

“¡Venganza!” rugió el hechicero, levantando su mano y desatando un torbellino de energía oscura hacia ellos.

“¡Nasiens, escóndete!” gritó Percival, empujándola a un lado mientras él absorbía el impacto de la magia oscura.

El mundo a su alrededor se volvió negro y blanco, y Nasiens sintió que su corazón se rompía al ver a Percival caer. “¡No!” exclamó, corriendo hacia él. “¡Percival!”

La figura oscura se rió, y el hechicero se preparó para lanzar otro ataque. Pero Nasiens sintió una oleada de poder dentro de ella, y el amor que sentía por Percival la impulsó a levantarse. “No puedes derrotarnos,” declaró, su voz resonando con fuerza. “Nuestro amor es más fuerte que tu oscuridad.”

Las palabras de Nasiens resonaron en el aire, y la luz comenzó a emanar de su ser. Percival, recuperándose lentamente, sintió la energía fluir entre ellos. “Nasiens, juntos,” dijo, levantándose con determinación.

Con una mirada de entendimiento, ambos levantaron sus manos, canalizando la luz que había nacido de su amor. La energía se unió, formando un haz brillante que se disparó hacia el hechicero, iluminando la oscuridad a su alrededor.

“¡No!” gritó el hechicero, mientras la luz lo alcanzaba, desvaneciendo la sombra que lo rodeaba. Pero su risa resonó, aún llena de poder. “Esto no ha terminado. Volveré, y cuando lo haga, no tendrán adónde esconderse.”

Y con esas palabras, la figura oscura se desvaneció, dejando a Nasiens y Percival temblando en la plaza vacía.

“Lo logramos… por ahora,” dijo Percival, su respiración entrecortada pero con una sonrisa de orgullo.

“Pero sabemos que volverá,” respondió Nasiens, sintiendo una mezcla de triunfo y temor. “Debemos prepararnos para la próxima batalla.”

Ambos sabían que la lucha estaba lejos de terminar. Habían enfrentado una sombra, pero el verdadero desafío aún estaba por venir.

el susurro del cielo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora