Enfrentando la Oscuridad:
La primera luz del amanecer comenzó a iluminar el bosque, y la tranquilidad de la noche dio paso a un nuevo día. Nasiens y Percival despertaron juntos, la brisa fresca acariciando sus rostros mientras se levantaban del suelo cubierto de hierba. El encuentro de la noche anterior aún latía en sus corazones, y cada uno sentía una mezcla de nerviosismo y determinación por lo que les esperaba.
“Debemos continuar,” dijo Percival, ajustando su mochila y estirándose. “El hechicero no estará lejos. Si tenemos suerte, llegaremos antes de que el sol esté demasiado alto.”
Nasiens asintió, sintiendo el peso de su misión. “Sí, tenemos que encontrarlo. Espero que esté dispuesto a ayudarnos.”
Mientras caminaban, la atmósfera se volvía más densa. Los árboles parecían cerrarse a su alrededor, y un silencio inquietante se instaló. Nasiens sintió que el miedo comenzaba a apoderarse de ella. “¿Y si el hechicero no es amable? He oído historias de cómo castiga a quienes se atreven a desafiarlo.”
Percival detuvo su marcha y se volvió hacia ella, tomando sus manos con firmeza. “Ninguna historia puede prepararnos para lo que vamos a enfrentar. Pero una cosa es cierta: lo haremos juntos. Y yo no te dejaré sola.”
Las palabras de Percival le dieron valor a Nasiens. Mientras continuaban su camino, los árboles se volvieron más altos y las sombras más oscuras. Un escalofrío recorrió la espalda de Nasiens, y de repente, un crujido resonó entre los arbustos cercanos.
“¿Escuchaste eso?” preguntó ella, su corazón latiendo con fuerza.
“Sí,” respondió Percival, mirando a su alrededor con atención. “Mantente alerta.”
Con cautela, se acercaron al sonido. De pronto, un grupo de criaturas apareció de entre la maleza, figuras oscuras con ojos resplandecientes. Eran criaturas de aspecto extraño, a medio camino entre bestias y sombras, que los rodearon.
“¿Quiénes son ustedes?” gritó Percival, adoptando una postura protectora frente a Nasiens.
“Buscadores de lo que no les pertenece,” respondió una de las criaturas, su voz resonando con un eco profundo y amenazador. “El hechicero no permite que nadie se acerque sin su permiso. Regresen de donde vinieron.”
Nasiens sintió un escalofrío recorrerle la piel. “No podemos regresar. Debemos encontrar al hechicero. Necesitamos su ayuda.”
Las criaturas rieron, un sonido que resonó en el aire como un presagio de advertencia. “El hechicero no ayuda a los débiles. Vayan, antes de que se arrepientan de haberse acercado.”
Percival, sin embargo, no retrocedió. “No nos iremos. Si no podemos ver al hechicero, entonces enfrentaremos lo que venga.”
Las criaturas se abalanzaron sobre ellos, y Percival y Nasiens se prepararon para defenderse. Percival empujó a Nasiens hacia atrás, protegiéndola mientras se enfrentaba a las criaturas. Usando la fuerza de su voluntad, logró mantenerlas a raya, pero sabía que la situación se estaba complicando.
“¡Nasiens, concéntrate!” le gritó, recordándole que debía permanecer fuerte. “Si tienes alguna magia dentro de ti, utilízala.”
Atrapada entre el miedo y la urgencia, Nasiens cerró los ojos, sintiendo el poder que había en su interior. Recordó el amor que Percival le había mostrado, la confianza que él tenía en ella. Con un profundo aliento, comenzó a invocar la luz del amanecer que se filtraba a través de los árboles. Un resplandor cálido brotó de su interior, llenando el aire a su alrededor.
Las criaturas, sorprendidas, retrocedieron. “¡No!” gritaron, pero Nasiens no se detuvo. Con su voluntad renovada, canalizó su poder, creando una barrera de luz que los mantuvo a raya.
“¡Ahora!” gritó Percival, y juntos corrieron a través de la apertura que Nasiens había creado, escapando de las criaturas. Mientras corrían, Nasiens sentía que la energía vibrante en su interior se expandía, y por primera vez, comenzó a comprender la fuerza que realmente poseía.
Finalmente, llegaron a un claro, donde la luz del sol iluminaba todo a su alrededor. Respiraron profundamente, recuperando el aliento después de la intensa confrontación.
“Lo lograste, Nasiens,” dijo Percival, admirado por su valentía. “Eres más poderosa de lo que piensas.”
“Pero… ¿y si no puedo controlar esa magia? ¿Y si se vuelve en mi contra?” Nasiens expresó sus temores, mirando hacia el suelo, insegura.
“No te preocupes por eso ahora. Debemos seguir adelante,” insistió Percival, su tono firme y alentador. “El hechicero está cerca. Sigamos.”
Con renovado coraje, Nasiens tomó la mano de Percival y juntos se dirigieron hacia el horizonte, donde la montaña del hechicero se alzaba majestuosamente. A medida que se acercaban, el aire se volvía más denso y una energía palpable los rodeaba. Ambos sabían que lo que estaban a punto de enfrentar podría cambiarlo todo.
Finalmente, llegaron a la entrada de una cueva oscura, un lugar que emanaba una sensación de poder y peligro. Con un último vistazo a Percival, Nasiens sintió que su corazón latía con fuerza, y con determinación, se adentraron en la oscuridad.
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el susurro del cielo
FantasíaDescripción: En un reino encantado, Nasiens, una joven reservada con el corazón lleno de sueños, se ve atrapada en una maldición que la transforma en un cisne durante el día. Solo su amigo Percival, un divertido y coqueto joven con cabello verde y o...