capitulo 5

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En Busca del Hechicero:

La noche finalmente llegó, trayendo consigo la promesa de nuevas esperanzas y desafíos. Nasiens emergió del lago, ansiosa por reunirse con Percival. El cielo estaba cubierto de estrellas, y la luna iluminaba el bosque, creando un ambiente mágico y enigmático. Su corazón latía con fuerza al pensar en la aventura que les esperaba.

Al llegar a la orilla, encontró a Percival esperándola con una sonrisa. “¡Has llegado justo a tiempo!” exclamó, su entusiasmo iluminando la oscuridad que los rodeaba. “He preparado todo lo necesario para nuestro viaje.”

“¿Estás seguro de que estamos listos para esto?” preguntó Nasiens, sintiendo una mezcla de emoción y nervios. “No sé qué esperar del hechicero.”

“Estamos juntos en esto,” respondió Percival, su voz firme y reconfortante. “Nada nos detendrá. He hecho un mapa y planeado nuestra ruta. Si encontramos al hechicero, no habrá vuelta atrás, pero es un riesgo que vale la pena tomar.”

La determinación en su mirada hizo que Nasiens sintiera que todo era posible. Juntos, comenzaron su travesía hacia el norte, atravesando el bosque que había sido testigo de sus secretos y sueños compartidos. El aire fresco de la noche los rodeaba mientras caminaban, y cada paso los acercaba a la verdad.

Durante el camino, compartieron risas y anécdotas de su infancia, creando un ambiente más ligero y agradable a pesar del desafío que se avecinaba. Percival relató historias de sus travesuras y de cómo había convencido a su madre de que necesitaba un nuevo caballo. Nasiens, en cambio, habló sobre su amor por la naturaleza y cómo a menudo se sentía más cómoda en el bosque que entre la gente.

“Siempre he creído que la naturaleza tiene un lenguaje propio,” dijo Nasiens, sus ojos brillando. “Es en los árboles y en el viento donde encuentro paz. Pero ahora, creo que ese lenguaje se ha vuelto más complejo. Quiero encontrar mi voz, la que me permitirá romper el hechizo.”

“Tu voz es más fuerte de lo que crees, Nasiens,” afirmó Percival, deteniéndose para mirarla a los ojos. “Solo necesitas confiar en ti misma. Juntos podemos enfrentar cualquier cosa.”

Esa noche, los dos amigos viajaron hasta que el cansancio comenzó a hacer mella en ellos. Encontraron un claro iluminado por la luna y decidieron descansar un momento. El cielo estaba despejado, y las estrellas parecían brillar más intensamente a medida que se acomodaban en el suave suelo cubierto de hierba.

Mientras se sentaban, la atmósfera cambió. Nasiens miraba a Percival, sintiendo cómo su corazón se aceleraba. El brillo de su cabello verde bajo la luz lunar y la intensidad de sus ojos morados la hacían sentir una mezcla de admiración y deseo.

“Percival…” comenzó a decir, sintiendo que su voz temblaba. “Quiero agradecerte por estar aquí. Por… por no tener miedo de lo que soy.”

“Siempre estaré aquí para ti,” respondió él, acercándose un poco más. “No tienes que agradecerme. Te veo como eres, y eso es lo que más me gusta de ti.”

El aire se volvió tenso entre ellos. Nasiens sintió una atracción que no podía ignorar. “Pero… ¿y si no puedo romper el hechizo? ¿Y si no vuelvo a ser la misma?”

“No tienes que ser la misma,” Percival dijo suavemente, su voz llena de comprensión. “La Nasiens que soy ahora es suficiente para mí. No importa qué forma tengas, siempre serás tú. Lo que importa es quién eres en el interior.”

Ambos se quedaron en silencio, sus corazones latiendo en un ritmo similar. Nasiens sintió una ola de valentía al acercarse un poco más. “Percival, hay algo que quiero hacer…”

Antes de que pudiera pensarlo, se inclinó hacia él, capturando su atención. Sus labios se encontraron en un beso suave y tentativo, lleno de la emoción y la esperanza que ambos habían reprimido. Era un momento de pura conexión, donde el tiempo se detuvo y el mundo a su alrededor desapareció.

Percival respondió al beso, envolviendo su mano alrededor de la cintura de Nasiens, acercándola más a él. Era un beso lleno de promesas, de pasión y de la determinación de enfrentar juntos lo que viniera. En ese instante, el miedo y la tristeza se desvanecieron, dejando solo el deseo y la conexión que compartían.

Cuando finalmente se separaron, ambos respiraron profundamente, aturdidos por la intensidad del momento. Nasiens sintió que su corazón se llenaba de esperanza, una chispa de luz que había estado ausente desde que había sido maldecida.

“Eso… fue increíble,” murmuró Percival, su rostro iluminado por una sonrisa radiante.

“Sí, lo fue,” admitió Nasiens, sintiendo que su alma se había despertado. “Gracias por ser tú.”

Juntos, se acomodaron en el claro bajo la luz de la luna, sintiendo que su conexión se fortalecía con cada palabra y cada gesto. La noche se deslizaba, y mientras el tiempo avanzaba, ambos sabían que al amanecer se enfrentarían al hechicero. Pero por ahora, estaban unidos, enfrentando el mundo juntos.

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