La Alianza de los Valientes:
La noche siguiente, el pueblo se reunió en la plaza, todavía temeroso pero más decidido que nunca. El eco de la risa del hechicero resonaba en sus mentes, pero el enfrentamiento había encendido una chispa de valentía en sus corazones. Nasiens y Percival se encontraban en el centro de la multitud, listos para galvanizar a su comunidad.
“Debemos unir nuestras fuerzas,” comenzó Nasiens, su voz fuerte y clara. “El hechicero no solo es un enemigo para nosotros, sino para todos los que amamos. No podemos permitir que su oscuridad consuma nuestro hogar.”
La multitud murmuró en aprobación, pero algunos aún tenían dudas. “¿Qué si vuelve y nos supera de nuevo?” preguntó un anciano con expresión sombría. “¿Qué podemos hacer contra él?”
“¡Podemos luchar juntos!” exclamó Percival, su tono lleno de convicción. “Cada uno de nosotros tiene algo que aportar, ya sea fuerza, magia o conocimiento. Juntos, somos más fuertes.”
Un guerrero de mediana edad se adelantó, su mirada firme. “Tienes razón. Hemos sido testigos del dolor que el hechicero ha causado, y no podemos quedarnos de brazos cruzados. Yo soy un maestro en el arte de la guerra. Junto con los que se sientan valientes, podemos formar un ejército.”
Con el tiempo, otros comenzaron a ofrecer su ayuda: un herbolario, que compartió su conocimiento sobre pociones curativas; un joven aprendiz de mago, que traía consigo algunas antiguas inscripciones de protección; y un grupo de cazadores experimentados, listos para rastrear al hechicero.
Nasiens y Percival observaron cómo se formaba una alianza. Con cada palabra de aliento, el temor se disipaba y la determinación florecía. Sin embargo, Nasiens sintió una punzada de ansiedad en su pecho. “¿Estaremos listos para la próxima vez?” murmuró a Percival.
Él tomó su mano, y el calor de su toque la tranquilizó. “Haremos todo lo posible. Nuestro amor nos ha dado una fuerza increíble, y eso es lo que necesitamos.”
Esa noche, los valientes del pueblo se reunieron para trazar un plan. Organizaron turnos de patrullas y establecieron puntos de vigilancia. Cada persona se comprometió a defender su hogar, y la atmósfera de camaradería llenó el aire.
Mientras se organizaban, Nasiens y Percival se retiraron a un rincón del pueblo para hablar en privado. “Siento que el hechicero no se detendrá,” dijo Nasiens, preocupada. “Cada vez que lo enfrentamos, parece volver más fuerte.”
“Pero nosotros también lo haremos,” respondió Percival, sus ojos morados brillando con determinación. “Cada día que pasamos juntos, nos volvemos más fuertes. Debemos aprender de esta experiencia y crecer.”
Nasiens lo miró, sintiendo que su amor por él se profundizaba. “¿Y si la próxima vez no soy lo suficientemente fuerte? ¿Y si te pierdo?”
“¡Nunca digas eso!” interrumpió Percival, tomando su rostro entre sus manos. “Te prometo que siempre estaré a tu lado. Juntos, somos invencibles. Te necesito, Nasiens, tanto como tú me necesitas a mí.”
La intensidad de su mirada hizo que el miedo de Nasiens se desvaneciera. “Tienes razón. Juntos podemos enfrentar cualquier cosa.”
Al volver a la reunión, los aldeanos comenzaron a discutir sobre las habilidades de cada uno y cómo podían contribuir a la lucha. Nasiens, inspirada por la valentía de los demás, se ofreció a aprender a usar su magia, para poder apoyar a Percival y a los demás guerreros.
“Es un paso importante,” dijo el joven aprendiz de mago, sonriendo. “La magia puede ser un poderoso aliado en la lucha contra la oscuridad. Te enseñaré todo lo que sé.”
A medida que las horas pasaban, la noche se llenó de risas y esperanza. Todos compartían historias de su pasado, y Nasiens se sintió más conectada que nunca con su comunidad.
Sin embargo, a medida que la alegría se extendía, un inquietante presentimiento comenzó a apoderarse de Nasiens. La sombra del hechicero aún acechaba, y sabía que no podían bajar la guardia.
Finalmente, el grupo se dispersó, pero Nasiens y Percival permanecieron en la plaza, mirándose a los ojos. “Estamos listos para esto, ¿verdad?” preguntó ella, sintiendo que la inseguridad todavía la seguía.
“Siempre estaremos listos el uno para el otro,” respondió Percival, envolviendo su brazo alrededor de ella. “No importa cuán oscuros se vuelvan los tiempos, nuestro amor será la luz que nos guíe.”
Nasiens asintió, sintiendo que la fuerza de su conexión crecía. Sabía que juntos podían superar cualquier desafío, incluso la oscuridad más abrumadora.
Y así, bajo la luz de la luna, se dieron un beso lleno de promesas. Era un recordatorio de que, a pesar de los peligros que se avecinaban, siempre tendrían un refugio en su amor.
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el susurro del cielo
FantastikDescripción: En un reino encantado, Nasiens, una joven reservada con el corazón lleno de sueños, se ve atrapada en una maldición que la transforma en un cisne durante el día. Solo su amigo Percival, un divertido y coqueto joven con cabello verde y o...