el susurro del cielo

epílogo

Un Nuevo Amanecer:

Los días que siguieron a la victoria sobre el hechicero se convirtieron en un tiempo de celebración y renovación para el pueblo. Con el hechicero derrotado, los habitantes comenzaron a reconstruir no solo sus casas, sino también sus vidas, llenas de alegría y esperanza. La historia de Nasiens y Percival se convirtió en una leyenda que se contaba alrededor de las hogueras, inspirando a todos con su valentía y amor.

Una mañana, mientras el sol se elevaba sobre el horizonte, Nasiens y Percival se encontraron en el claro donde había tenido lugar la batalla. Era un lugar sagrado, marcado por su lucha, pero también por el nacimiento de su amor. Los rayos de luz dorada se filtraban a través de las hojas, creando un espectáculo de luz y sombras.

“¿Recuerdas cómo nos sentimos aquí la primera vez?” preguntó Nasiens, mirando hacia el cielo despejado. “Eran tiempos tan oscuros, pero ahora todo parece diferente.”

Percival sonrió, acercándose a ella y tomando su mano. “Recuerdo cada instante. Era un momento de incertidumbre, pero ahora es un símbolo de nuestra victoria. Y sobre todo, de nuestro amor.”

Con un gesto suave, Percival pasó sus dedos por el cabello de Nasiens, su mirada llena de ternura. “Nunca dejaré de estar agradecido por todo lo que hemos superado juntos. Eres mi luz.”

Nasiens sintió que su corazón latía con fuerza al escuchar esas palabras. “Y tú eres mi refugio. Nunca imaginé que podría encontrar a alguien que me comprendiera tan profundamente.”

Se miraron a los ojos, y en ese instante, todo lo demás desapareció. Percival se inclinó, y sus labios se encontraron en un beso dulce y apasionado. Era un beso que hablaba de promesas, de sueños compartidos y de un futuro lleno de amor. La conexión entre ellos se profundizaba con cada encuentro, y la chispa que había encendido en su primer encuentro se había transformado en una llama ardiente.

La Vida de Casados:

Los meses pasaron y, tras muchas celebraciones y la alegría de sus seres queridos, Nasiens y Percival finalmente decidieron unirse en matrimonio. La boda fue una hermosa ceremonia que tuvo lugar en el claro donde todo había comenzado. Decoraron el lugar con flores silvestres, y los aldeanos se reunieron para celebrar su amor.

Nasiens lucía radiante en su vestido de flores, y Percival, vestido con una túnica verde que evocaba su cabello, la miraba con adoración. Sus votos fueron sinceros y llenos de emoción. Prometieron amarse en los buenos y malos momentos y construir una vida juntos.

“Te elijo a ti, Nasiens, como mi compañera de vida,” dijo Percival, sus ojos brillando de amor. “Contigo, he encontrado el verdadero significado de la felicidad.”

“Y yo te elijo a ti, Percival,” respondió Nasiens, sintiendo las lágrimas brotar de sus ojos. “Tu amor me ha dado fuerza, y prometo estar a tu lado siempre.”

Los aplausos y vítores resonaron en el aire cuando se dieron su primer beso como marido y mujer. En ese momento, sintieron que todo lo que habían vivido los había llevado a este lugar, y su amor se convertía en un vínculo eterno.

Después de la boda, Nasiens y Percival se establecieron en su hogar en el pueblo, donde comenzaron a construir su vida juntos. Cada día era una nueva aventura, llena de risas y pequeños momentos de felicidad. Se ayudaban mutuamente en las tareas diarias, desde cultivar su jardín hasta ayudar a sus vecinos.

Una mañana, Nasiens despertó con una idea brillante. “Percival, ¿qué te parece si hacemos un festival para celebrar la unidad de nuestra comunidad? Podría ser una forma de recordar lo que hemos superado y reforzar los lazos entre todos.”