capitulo 15

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El Enfrentamiento Final:

La noche del enfrentamiento final llegó, y la atmósfera en el pueblo estaba cargada de tensión. Las estrellas titilaban como testigos silenciosos de lo que estaba por venir. Nasiens y Percival se preparaban para liderar a su comunidad contra el hechicero, que ya había amenazado con destruir todo lo que amaban.

El grupo de valientes se reunió en la plaza, vestidos con armaduras improvisadas y armas hechas a mano. Cada uno de ellos llevaba consigo la determinación de proteger su hogar y a aquellos que amaban. Nasiens observó las caras de sus amigos, cada uno reflejando una mezcla de miedo y valentía.

“Recordemos por qué estamos aquí,” comenzó Percival, su voz resonando entre el grupo. “Estamos aquí para luchar por nuestra libertad, por nuestro hogar, y por aquellos que hemos perdido. No estamos solos; estamos juntos en esto.”

Los gritos de aliento llenaron la plaza, mientras la energía colectiva se intensificaba. Nasiens se sentía cada vez más fuerte, el poder de la comunidad alimentando su confianza. Pero su mente seguía atormentada por una inquietud.

“Debemos mantenernos unidos,” advirtió el aprendiz de mago. “La oscuridad del hechicero intentará separarnos. Si se infiltra entre nosotros, será más difícil vencerlo.”

“Lo sé,” respondió Nasiens, sintiendo la presión sobre sus hombros. “Pero debemos confiar en nuestra conexión. Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en esta batalla.”

Con las instrucciones claras, el grupo se dirigió al bosque, donde se decía que el hechicero había establecido su dominio. A medida que avanzaban, la vegetación se volvía más densa, y un silencio inquietante envolvía el ambiente.

Cuando llegaron al claro, la atmósfera cambió drásticamente. La oscuridad parecía cobrar vida, y un aire frío y denso envolvió a todos. Al fondo, la figura del hechicero apareció, envuelta en sombras, sus ojos centelleantes como fuego.

“¿Han venido a jugar los héroes?” rió el hechicero, su voz reverberando en el aire. “Qué adorables. Pero no pueden imaginar el poder que tienen ante ustedes.”

“No estamos aquí para jugar,” respondió Percival, alzando su espada. “Estamos aquí para poner fin a tu reinado de terror.”

“¡Cómo se atreven a desafiarme!” El hechicero levantó su mano, y una ola de energía oscura se disparó hacia ellos. Pero Nasiens, en un acto instintivo, levantó sus manos, canalizando la luz que había crecido en su interior. La magia que había aprendido de su pueblo se desbordó, creando una barrera brillante que desvió la oscuridad.

“¡Ahora!” gritó Nasiens, sintiendo la conexión con sus compañeros. Con un grito de unidad, todos lanzaron sus ataques. Los guerreros del pueblo cargaron hacia adelante, mientras el aprendiz de mago conjuraba hechizos de protección.

El hechicero, sorprendido por la resistencia de la comunidad, retrocedió un paso. Pero su risa resonó con un aire de locura. “¿Creen que pueden detenerme? ¡Soy eterno!”

Con cada ataque, la oscuridad a su alrededor se tornaba más intensa, pero la luz del amor de Nasiens y Percival se mantenía firme. “Recuerden, somos más fuertes juntos,” instó Nasiens, sintiendo cómo el poder de sus amigos la impulsaba.

El hechicero comenzó a lanzar poderosos hechizos, tratando de romper la unidad del grupo. La batalla se intensificó, y el aire se llenó de gritos y sonidos de choque. Sin embargo, a pesar del caos, Nasiens sentía una creciente claridad en su mente.

“¡Percival!” gritó, dándose cuenta de que su amor era la clave. “Debemos unir nuestras fuerzas, solo así podremos vencerlo.”

Percival asintió, comprendiendo su intención. Se acercó a ella, y juntos levantaron sus manos, fusionando su energía en un haz de luz radiante. La luz brillaba intensamente, creando un escudo a su alrededor que repelía la oscuridad del hechicero.

“¡Juntos!” exclamó Nasiens. “Nuestro amor es la luz que puede acabar con tu sombra.”

El hechicero, sintiendo la fuerza de su magia, retrocedió. “¡No! Esto no puede ser…” su voz se volvió desesperada mientras la luz avanzaba, iluminando todo a su paso.

Con un último grito de determinación, Nasiens y Percival canalizaron toda su energía en un único rayo de luz. La energía estalló hacia adelante, chocando contra el hechicero y desatando una onda de luz que lo envolvió.

El hechicero gritó, su figura oscura desvaneciéndose en una explosión de sombras. En el clímax de la batalla, la luz brilló intensamente, purificando todo a su alrededor. Y entonces, en un instante, todo se quedó en silencio.

Cuando la luz se desvaneció, el claro estaba tranquilo. Los guerreros del pueblo se miraron entre sí, aún en estado de shock. Habían ganado.

“Lo hicimos…” murmuró Nasiens, sintiendo lágrimas de alivio brotar en sus ojos. “Lo logramos.”

Percival la abrazó con fuerza, sintiendo la calidez de su cuerpo junto al suyo. “Tú eres la razón por la que ganamos. Tu valentía nos inspiró a todos.”

El pueblo estalló en vítores, y la alegría se desbordó. Nasiens se dio cuenta de que no solo habían vencido al hechicero, sino que también habían fortalecido sus lazos como comunidad. El amor había triunfado sobre la oscuridad.

A medida que la luna iluminaba el claro, Nasiens y Percival se apartaron del grupo, buscando un momento de privacidad. Se encontraron bajo un viejo roble, sus corazones latiendo al unísono.

“¿Sabes?” dijo Nasiens, sonriendo con ternura, “nunca imaginé que el amor podría ser tan poderoso.”

“Y nunca imaginé que podríamos enfrentarnos a algo tan aterrador,” respondió Percival, tomando su mano. “Pero aquí estamos, juntos. Y eso es lo que importa.”

Se miraron a los ojos, sintiendo la conexión que había crecido entre ellos. Sin decir una palabra, se inclinaron el uno hacia el otro, sus labios se encontraron en un beso apasionado. Era un beso lleno de promesas, de amor y de un futuro juntos.

En ese momento, supieron que, pase lo que pase, siempre se tendrían el uno al otro. Y así, bajo la luz de la luna y el eco de su victoria, Nasiens y Percival sellaron su amor, listos para enfrentar lo que el futuro les deparara.

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