capitulo 8

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El Poder del Amor Verdadero:

La luz en la cueva se intensificó, envolviendo a Nasiens en un resplandor cálido y reconfortante. Sentía que la energía la atravesaba, trayendo consigo una oleada de emociones. Su corazón latía con fuerza, impulsándola a aferrarse a lo que sabía que era verdad: su amor por Percival, su deseo de ser libre y su voluntad de enfrentar cualquier obstáculo.

“¡Nasiens!” gritó Percival, extendiendo su mano hacia ella, pero la luz lo mantenía alejado, como un velo protector que separaba sus destinos momentáneamente.

Nasiens cerró los ojos y se concentró, sintiendo cómo el poder crecía dentro de ella. Recordó el beso que compartieron en el claro, la calidez de su apoyo y la promesa de luchar juntos. “¡No puedo dejarte!” exclamó, su voz resonando en la cueva.

El hechicero observaba con interés, una expresión de sorpresa en su rostro. “Inusual… Pero no imposible,” murmuró. “El amor verdadero puede desatar fuerzas poderosas.”

La luz comenzó a tomar forma, girando a su alrededor como un torbellino de energía. Nasiens sintió cómo su cuerpo se transformaba, su esencia humana resonando con la magia que la envolvía. Un torrente de recuerdos la invadió: los momentos de felicidad y tristeza, los desafíos que había enfrentado, y el profundo deseo de ser quien realmente era.

“¡Acepto todo lo que soy!” gritó, sintiendo que el poder la atravesaba. “Acepto mi humanidad, mi forma de cisne, y todo lo que he vivido. Y con todo esto, acepto mi amor por Percival.”

De repente, la luz explotó en una brillante explosión de color, llenando la cueva con un brillo deslumbrante. Nasiens sintió una conexión profunda con el mundo, como si todos los elementos a su alrededor se unieran en armonía. En ese instante, entendió que su transformación no era solo un cambio físico, sino una evolución de su alma.

“¡Nasiens!” llamó Percival con desesperación. “¡No te vayas!”

Pero Nasiens no se sentía como si se estuviera yendo. Al contrario, sentía que estaba volviendo a casa, encontrando su verdadero yo. La luz pulsante comenzó a modelarse a su alrededor, transformando su figura en una danza etérea. Cuando la luz finalmente se disipó, Nasiens cayó al suelo, y el mundo volvió a la calma.

Cuando abrió los ojos, Percival estaba allí, agachado a su lado, sus ojos llenos de preocupación. “¿Nasiens? ¿Estás bien?”

Ella se incorporó, sintiendo que su corazón palpitaba con energía renovada. “Sí… creo que lo estoy.”

Miro hacia sus manos y se dio cuenta de que estaban nuevamente en su forma humana. Sus cabellos castaños brillaban con luz propia, y sus ojos ámbar destellaban con un nuevo poder. “Lo logré,” murmuró, su voz llena de asombro.

El hechicero la observaba con un respeto renovado. “Has superado la prueba. El poder del amor verdadero puede romper cualquier maldición. Pero ten cuidado, Nasiens. No todos los corazones son tan fuertes como el tuyo.”

“Ahora que he recuperado mi forma, ¿qué haré con este poder?” preguntó ella, sintiendo la responsabilidad que venía con su nuevo yo.

“Utiliza tu poder para proteger a quienes amas y para enfrentar la oscuridad,” respondió el hechicero. “El camino que elegiste no será fácil, pero has demostrado ser digna.”

Nasiens asintió, comprendiendo que su viaje apenas comenzaba. “Gracias por darme esta oportunidad,” dijo, mirando al hechicero con gratitud.

“Pero no te detengas aquí. Tu viaje está ligado al de Percival. Juntos deberán enfrentar la oscuridad que acecha a su reino. Un poder antiguo se ha despertado, y tu amor será la clave para mantenerlo a raya,” advirtió.

Percival, que había permanecido en silencio, asintió con determinación. “Juntos lo enfrentaremos. Nasiens y yo somos más fuertes juntos.”

“Así sea,” dijo el hechicero, y con un gesto de su mano, la cueva comenzó a temblar. “Ahora deben irse. El tiempo apremia.”

De repente, el suelo comenzó a abrirse, y una luz brillante los envolvió. Nasiens tomó la mano de Percival, y antes de que pudiera asustarse, fueron absorbidos por la luz.

Cuando finalmente aterrizaron, se encontraron en un claro, rodeados de árboles que vibraban con la energía de la naturaleza. El aire estaba cargado de un poder renovado, y el cielo se iluminaba con colores brillantes.

“Estamos a salvo,” respiró Nasiens, mirando a su alrededor con asombro. “¿Lo logramos?”

Percival sonrió, su rostro iluminado. “Sí, lo hicimos. Ahora, es hora de enfrentar lo que viene. Pero sé que mientras estemos juntos, no hay nada que no podamos superar.”

Nasiens sintió una oleada de amor y gratitud. “No sé qué haría sin ti, Percival.”

“Y yo no sé qué haría sin ti, Nasiens. Siempre estaré a tu lado.”

Con sus manos entrelazadas, se miraron a los ojos, sabiendo que el camino por delante sería difícil, pero juntos podrían enfrentar cualquier desafío. A medida que se adentraban en el bosque, una nueva determinación llenó sus corazones: la certeza de que su amor no solo les daría fuerzas, sino que también podría cambiar el destino de su mundo.

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