capitulo 10

3 0 0
                                    

La Búsqueda de la Verdad:

El bosque se tornó más denso a medida que Nasiens y Percival avanzaban, como si la naturaleza misma quisiera proteger un secreto oculto. La luz del día comenzaba a desvanecerse, creando sombras alargadas que danzaban a su alrededor, y un silencio inquietante envolvía el aire. Cada crujido de una rama o susurro del viento parecía intensificar la sensación de peligro que los acechaba.

“¿Por dónde deberíamos ir?” preguntó Nasiens, mirando a su alrededor con un leve temor. “No tengo idea de qué dirección tomar.”

Percival frunció el ceño, pensativo. “El hechicero mencionó un antiguo santuario que guarda los secretos de la magia. Tal vez allí podamos encontrar pistas sobre la oscuridad que hemos enfrentado.”

“¿Y si el santuario está custodiado por más bestias?” replicó Nasiens, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. “No sé si estoy lista para enfrentarme a otra criatura.”

“Confía en ti misma,” le dijo Percival, tomando su mano. “Eres más fuerte de lo que crees. Juntos podemos enfrentar cualquier cosa.”

La calidez de su mano reconfortó a Nasiens, y aunque la ansiedad seguía presente, una chispa de valentía comenzó a brillar en su interior. “Tienes razón. No puedo dejar que el miedo me controle.”

Con una determinación renovada, comenzaron a seguir un camino sinuoso, guiándose por las viejas leyendas que habían escuchado en su infancia sobre el santuario. A medida que se adentraban más en el bosque, el aire se tornaba más pesado, y una energía inquietante se sentía en cada rincón.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, llegaron a un claro que se abría ante ellos. En el centro, se erguía un antiguo templo cubierto de enredaderas y flores marchitas, pero aún mantenía una majestuosidad que hablaba de tiempos pasados. Las paredes estaban grabadas con símbolos extraños y un brillo suave emanaba de su interior.

“Este debe ser el santuario,” susurró Nasiens, sintiendo una mezcla de respeto y temor. “¿Deberíamos entrar?”

“Sí,” respondió Percival, su voz firme. “Debemos descubrir lo que está sucediendo aquí.”

Ambos se acercaron con cautela, sintiendo cómo la energía oscura pulsaba en el aire a medida que cruzaban la entrada. El interior estaba adornado con estatuas de antiguas deidades, y una gran altar de piedra ocupaba el centro, cubierto de polvo y telarañas.

“¿Qué es este lugar?” preguntó Nasiens, mirando a su alrededor, fascinada pero inquieta.

“Parece un templo de protección,” comentó Percival, examinando los grabados en las paredes. “Podría contener información sobre las fuerzas oscuras que hemos enfrentado.”

De repente, un susurro resonó en el aire, como si las paredes mismas estuvieran hablando. “¿Quiénes se atreven a perturbar la paz de los antiguos?” Una voz grave y poderosa reverberó en el templo.

Nasiens y Percival se miraron, sus corazones latiendo con fuerza. “Soy Nasiens,” respondió ella, intentando mantener la calma. “Hemos venido en busca de respuestas sobre la oscuridad que acecha nuestro reino.”

“Vuestra valentía es admirable, pero la oscuridad que enfrentáis no es trivial. Viene de un poder antiguo, y solo los dignos pueden acceder a los secretos que guarda este santuario,” respondió la voz.

“¿Cómo podemos demostrar que somos dignos?” preguntó Percival, acercándose al altar con determinación. “Queremos proteger a nuestro hogar y a quienes amamos.”

“Solo aquellos que han enfrentado la verdad y han demostrado su amor verdadero podrán obtener el conocimiento que buscan,” dijo la voz, y un brillo comenzó a emerger del altar.

“¿Qué verdad?” inquirió Nasiens, sintiendo que la tensión en el aire aumentaba.

“Cada uno de vosotros debe enfrentar sus propios miedos y deseos. Solo entonces recibirán la sabiduría que buscan,” respondió la voz, y el altar comenzó a brillar intensamente.

Nasiens sintió un nudo en el estómago. “¿Qué significa eso?”

“Cada uno deberá enfrentarse a un reto,” explicó la voz. “Un reto que pondrá a prueba su amor y su fuerza. Si lo superan, la sabiduría será suya.”

El brillo del altar se intensificó, envolviendo a Nasiens y Percival en una luz cegadora. Antes de que pudieran reaccionar, todo a su alrededor se desvaneció, y se encontraron en un espacio diferente, un mundo alternativo donde las sombras danzaban alrededor de ellos.

Nasiens se sintió abrumada por la confusión y el miedo. “¿Dónde estamos?”

“Estamos en una proyección de nuestros miedos,” dijo Percival, manteniéndose firme a su lado. “Debemos superar esto juntos.”

A su alrededor, los ecos de sus peores temores comenzaron a materializarse. Para Nasiens, las sombras tomaron la forma de figuras conocidas: su familia, sus amigos, todos mirándola con decepción. “Nunca serás suficiente,” susurraron en un coro doloroso.

“¡No!” gritó Nasiens, sintiendo que el peso de sus inseguridades la aplastaba. “Soy más fuerte que esto. ¡Debo serlo!”

Percival, al verla tambalearse, dio un paso hacia adelante. “¡Nasiens! Recuerda quién eres. Recuerda el poder que llevas dentro. Juntos, podemos superar esto.”

“¡Sí, juntos!” repitió Nasiens, concentrándose en el amor que compartían. El brillo en sus ojos comenzó a iluminar la oscuridad que la rodeaba, desvaneciendo las sombras que la mantenían cautiva.

“¡No dejaré que me detengan!” exclamó, levantando la mano. Con cada palabra, la luz que emanaba de su corazón se expandía, disipando las sombras.

“¡Así se habla!” animó Percival, su voz resonando con aliento en medio de la oscuridad. “¡Eres fuerte, y yo estoy aquí contigo!”

Nasiens sintió cómo su poder se intensificaba, y con un grito de desafío, liberó una onda de energía que iluminó todo a su alrededor. Las sombras se desvanecieron, y la voz resonante del templo retumbó nuevamente en su mente.

“Has demostrado tu valentía, Nasiens. Tu amor es verdadero y poderoso,” dijo la voz, y de repente, la proyección se desvaneció.

Ambos se encontraron de vuelta en el templo, exhaustos pero victoriosos. “Lo logramos,” respiró Nasiens, sintiendo que la adrenalina aún corría por sus venas.

Percival sonrió, aunque su rostro aún mostraba la tensión del momento. “Ahora me toca a mí. Debo enfrentar mis propios miedos.”

“Estoy contigo,” dijo Nasiens, tomando su mano con firmeza.

La luz del altar brilló de nuevo, y Percival se sintió ser absorbido por el resplandor. Antes de desaparecer, se volvió hacia Nasiens y le susurró: “Siempre estaré a tu lado. Nunca lo olvides.”

Y así, Percival fue envuelto por la luz, dejando a Nasiens con una mezcla de orgullo y ansiedad. Sabía que él también debía enfrentar sus temores, pero confiaba en que su amor sería suficiente para guiarlo.

el susurro del cielo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora