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𝑶𝒇𝒆𝒍𝒊𝒂.
Después de que las alarmas sonaran por toda la instalación de CRUEL y encontrarse con la doctora, Thomas y los demás no tuvieron más remedio que usar a Crawford como rehén para poder llegar hacia Teresa, la amiga de los larchas, rescatarla y salir exitosamente de ese lugar.
¿Hacia dónde irían una vez fuera? No lo saben, no conocen el mundo exterior fuera de las instalaciones, ni siquiera sabían que había un mundo fuera del laberinto y descubrirlo fue parecido a un balde de agua fría, al menos así había sido para Ofelia, aunque ella siempre lo supo, sabía que afuera había algo, pero no sabía el que y al llegar a las instalaciones y conocer a los demás jóvenes y darse cuenta que había más laberintos sus suposiciones fueron acertadas.
La Dra. Crawford traba de forcejear el agarre que los larchas tenían sobre ella, pero era imposible querer zafarse, de un lado tenia a Thomas agarrándola del brazo y del otro a chico de ojos rasgados, el cual Ofelia todavía no sabía su nombre, y por detrás los seguían algunas astillas y los larchos, por último, estaba ella junto al chico de cabello rubio que debes en cuando lo encontraba mirándola. Ambos protegían las espaldas del grupo.
Las extensiones del pasillo eran inmensas, para poder alcanzar el final debían correr, seguían las instrucciones de la doctora. No sabían si los estaba engañando o no, pero no era momento de desconfiar. Al llegar a una de las esquinas del pasillo y querer doblar frenaron de golpe al ver como al mismo momento un guardia armado doblaba en la misma dirección que ellos, al instante de verlos levanto su arma en dirección a ellos, apuntándolos mientras gritaba que frenen.
- ¡Alto ahí! - grito el guardia sacándole el seguro a su arma - ¡no se muevan!
Al ver el arma todos se cubrieron la cabeza y empezaron a correr mientras retrocedían y volvían por el camino que acababan de hacer, el guardia sin piedad empezó a disparar al ver que se estaban escapando.
- ¡¿Por qué nos disparan?! - grito Tahona mientras cubría su cabeza. Al frenarse de golpe y quedarse atrás el rubio no la vio y se chocaron, haciendo que Tahona pierda el equilibrio y callera sobre sus rodillas, mientras que el rubio sostenía su boca que sangraba.
- ¡Miertera! - murmuro con un tono enojado mientras se llevaba la mano a su rostro.
Ofelia al ver el pequeño accidente se acercó primero a su amiga y la ayudo a levantarse procurando que no se haya lastimado, al ver que estaba bien poso su mano en su espalda baja y la medio obligo a seguir corriendo, estaba por hacer lo mismo, pero al girarse vio que el rubio seguía sosteniendo su rostro con sus manos las cuales tenían algo de sangre en ellas. Caminó de regreso a él y al estar en frente le obligo a sacar sus manos de su rostro.
- Déjame verte – dijo tomando su mentón
- No es nada, sigue – dijo, con un movimiento brusco saco su rostro de su mano, como si quemara. su brusquedad y desconfianza hacían enojar a Ofelia. Solo quería ayudar.
