Cuando despertó esa mañana, no imaginó que el resto de su día sería de esa manera.
Estaba nervioso, molesto, enojado y preocupado a partes iguales, y cada pensamiento que cruzaba su mente solo empeoraba su estado.
Estaba jugando a ser espía, aunque mejor dicho no estaba jugando, estaba siendo un espía.
Y uno malditamente bueno.
Porque ambos objetivos frente a él no habían notado su presencia en absoluto, ni el sonido de sus pisadas contra las ramas del suelo, y no sabía si felicitarse a sí mismo por su buen trabajo o regañarlos por caminar de manera tan descuidada a través del bosque prohibido.
Aunque por el momento se aseguraría que ambos pequeños estuvieran bien, los dejaría jugar un rato para que creyeran que se habían salido con la suya y posteriormente los enfrentaría, los regañaría todo el camino de vuelta y les prohibiría salir sin su supervisión hasta que cumplieran veinte años.
No, veinte era poco tiempo, mejor hasta su muerte.
Sí, eso era mejor.
No solo porque sus vidas estaban en juego, sino que también la suya propia. Si algo le pasaba a alguno de los pequeños, ¿Cómo se lo explicaría al resto de la familia?
"Hola papá, verás, dejé que mi hermana y mi hijo se metieran al bosque prohibido sin autorización y ahora están heridos, ¿Me invitas a almorzar?"
Dejó de pensar nuevamente cuando vio cómo los pequeños cambiaban de camino, metiéndose a través de unos árboles, se sorprendió al darse cuenta que debían escaparse seguido como para haber memorizado el camino por completo y saber por dónde ir, siendo que todos los árboles del bosque lucían exactamente iguales.
Con cada metro que avanzaba el bosque se iba oscureciendo, los árboles se volvían más frondosos y la sensación de que el peligro estaba latente solo iba en aumento. Con su espada firmemente agarrada, miraba de un lado a otro sin bajar la guardia, listo para atacar en el momento en que fuera necesario hacerlo aunque no era capaz de escuchar ningún ruido extraño.
Y entonces comenzó a cuestionarse la veracidad de las palabras que tanto escuchó durante su vida.
Si aquel bosque era tan peligroso como decían, lleno de criaturas monstruosas capaz de matar con solo un golpe, ¿Por qué no había visto u oído alguna en todo el tiempo que llevaba caminando?
Lo único que podía escuchar cada cierto tiempo eran distintos cantos de aves, el sonido del agua al acercarse a un río o riachuelo, o las hojas moverse cuando alguna corriente de viento las atravesaba.
Parecía que el lugar era más peligroso por la oscuridad que presentaba que por sus supuestos monstruos despiadados.
Notó que se estaba quedando atrás en la caminata, por lo que decidió apurar el paso y acercarse más que antes, siendo capaz de escuchar la conversación.
—...De corazón, siempre nos trata bien cuando lo vemos.
—Parece feliz— La pequeña se encogió de hombros —Si pareciera triste me preocuparía, pero no, creo que le gusta mucho vivir ahí.
—Puede ser, además Arin está con él.
¿Arin? ¿Quién era Arin?
¿De quienes hablaban los niños?
De pronto, ambos niños comenzaron a reír y a correr entre los árboles, sabiendo exactamente por donde ir, él tuvo que sostener su mochila para comenzar a correr tras ellos preocupado de no perderlos debido al cambio abrupto.
ESTÁS LEYENDO
La estrella del creador [Arinckity]
FanfictionQuackity decide terminar el proyecto que su gemelo dejó, dándole vida e inicio a ese androide empolvado que estaba en el taller. -Fanfic de mi completa autoría, se prohíben copias y/o adaptaciones. -Shippeo cubitos no a los streamers. -Angst, conten...