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Arin había aprendido que cuando Quackity estaba de mal humor, lo mejor era callar y obedecer.

No porque temiera de él o se mostrara violento, sino porque cualquier interacción empeoraba su estado hasta hacerlo explotar, lo cual culminaba con Quackity en la bañera durante horas, sin hablar o moverse.

Lo que significaba que él quedaba solo, y eso no le agradaba mucho.

—Tiene que estar aquí— Dijo Quackity, aún revolviendo su ropa —La vi hace poco, estaba por aquí.

Quackity suspiró, frustrado, pasando una mano por su cabello mientras observaba sus pocas prendas de vestir, volviendo a meter las manos en ellas para buscar lo que quería.

—Estoy seguro que la vi— Volvió a hablar —¿Cómo es posible que no la encuentre?

—Quizás no está buscando en el lugar correcto— Intervino Arin, ganándose la mirada molesta del humano —¿Revisó el armario del creador Elquackity?

Quackity desvió la mirada pensativo, antes de soltar su ropa y abandonar su habitación en dirección a la de su gemelo.

Hace relativamente poco había comenzado a usar la ropa de su gemelo, era probable que la sudadera que tanto buscaba estuviera en el armario de este, empolvándose. Empezó de a poco, cuando las noches se volvieron muy frías y su ropa no lo suficientemente gruesa para soportarlo, por lo que decidió usar sus prendas de vestir.

Entró en la habitación de su gemelo, que nunca se sintió como suya en realidad. Elquackity pasaba la mayor parte del tiempo en el taller, incluso llegó a dormir muchas noches en él, por lo que la habitación que él mismo designó como suya nunca se sintió como tal, era más un tipo de bodega para sus artículos personales no tan importantes, como la ropa.

Se dirigió al armario y lo abrió, rebuscó por unos segundos y su rostro se iluminó en alegría cuando encontró la sudadera que tanto estaba buscando. La descolgó y sacudió la fina capa de polvo que descansaba en ella, la observó a contraluz y la acercó al rostro de Arin.

—Esta es, ¿Ves que es bonita?— Preguntó sonriente, completamente diferente a lo molesto que se encontraba solo hace segundos.

—Tiene razón, es muy bonita— Arin también sonrió, feliz con el cambio de humor de su humano —¿Tiene más que se parezcan?

—Sí, creo que hay una rosa— Le entregó la sudadera al androide y se dispuso a buscar la otra, y mientras revisaba la ropa un gancho cayó.

Quackity maldijo por lo bajo y se agachó, estirando su mano dentro del armario para buscar el gancho, se guiaba solamente con el tacto puesto que casi no llegaba luz al fondo de este, y grande fue su sorpresa cuando sintió lo que parecía ser una gruesa argolla.

La tocó, notando también que esta estaba unida al suelo, y en ese momento se giró hacia el androide.

—Trae una linterna, ahora.

El androide, confundido, asintió y dejó la sudadera sobre la cama antes de salir en búsqueda del objeto, corrió hacia el taller y tomó la linterna más cercana, corriendo de vuelta a la habitación, entregándosela al humano lo más rápido que le fue posible.

Quackity la encendió y apuntó hacia el interior, viendo la argolla y notando también el corte cuadrado en el suelo. Apretó los labios y respiró con un poco más de fuerza mientras la volvía a tomar y tiraba de ella, levantando la madera del armario y revelando un escondite que estaba lleno de objetos.

Los observó en silencio, molesto al seguir descubriendo cosas y objetos que su gemelo le ocultó. 

El androide se acercó a él, viendo el interior y notando lo que contenía el escondite, observó de reojo al humano y al ver su rostro de molestia decidió arriesgarse e intervenir.

La estrella del creador [Arinckity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora