La noche había estado calmada, hasta ese momento.
Arin atravesó el castillo lo más rápido que le era posible, esquivando objetos y escalones hasta que llegó frente a la puerta. No tocó, simplemente la abrió de golpe, encontrándose cara a cara con lo que estaba sucediendo.
En la cama, Quackity no paraba de moverse, apretaba los puños levemente y arrugaba el ceño, su pecho subía y bajaba notoriamente, su cuerpo entero estaba bañado en un sudor frío y por momentos su voz podía ser escuchada en una queja, un gemido o un grito, como el que lo atrajo hacía él en primer lugar.
Se acercó al humano, sentándose en el borde de la cama, poniendo una mano en su frente. Tenía la temperatura elevada, más de lo normal según sus registros, por lo que decidió que sería buena idea despertarlo. Lo sostuvo de sus brazos en un intento de detener sus movimientos, pero no lo consiguió, por lo que decidió entonces comenzar a llamar su nombre, cada vez subiendo más el tono de voz, tratando de despertarlo con calma.
Pero Quackity no podía despertar.
Es como si estuviera atrapado en ese sueño, y por más que pateara y golpeara para salir de él, no podía, su mente no cedía a la idea de abrir los ojos y dejarle en claro que todo lo que estaba viviendo no era más que una pesadilla, no algo real.
Casi como si se alimentara de su sufrimiento.
Le dolía, le desgarraba, su mente lo torturaba con imágenes y sonidos que confundían su realidad, que borraban la línea entre lo existente y lo inexistente.
Cuando la voz de Arin se volvió otro grito más, cuando una de sus manos acunó su rostro y cuando se apoyó en sus rodillas, dejando su cuerpo sobre el del humano, este pareció comenzar a despertar.
Mientras luchaba por abrir sus ojos y saber dónde se encontraba, seguía intentando zafarse del agarre que lo mantenía prisionero, sin notar de quién se trataba. Siguió pateando y jadeando por momentos, intentando ser libre, pero la pesadez de su cuerpo y su confusión lo apresaban más bajo el agarre hasta el punto en que dejó de intentarlo.
—Estoy aquí, creador Quackity— Arin habló, más fuerte de lo normal para ser escuchado —Tiene fiebre, trate de no agitarse más.
Quackity guardó silencio unos segundos, tratando de separar su pesadilla de la realidad.
Aunque sabía que no había forma de lograrlo.
Su pesadilla era real, tan real como él mismo.
Arin volvió a apoyar su mano en la frente del humano.
—Está demasiado elevada— Acotó, rompiendo el silencio de la habitación —Lo más probable es que eso sea el causante de su pesadilla. Iré a buscar unos paños fríos.
Arin se puso de pie, dándole un último vistazo antes de abandonar la habitación con la misma rapidez que cuando llegó.
El humano quedó solo, divagando entre su mente y lo que sus ojos lograban ver en la oscuridad de su habitación. Aún respiraba con un ritmo anormal, sentía el sudor seguir cayendo por su frente y su cuerpo era sacudido en escalofríos que solo empeoraban su malestar.
Sentía frío, muchísimo frío, quería cubrirse con todas las mantas que poseía, pero era incapaz de moverse. Entonces, aún perdido, comenzó a llorar, le desagradaba sentirse de esa manera y le desagradaba aún más estar solo en la oscuridad, entre esas cuatro paredes del castillo en el que nunca quiso vivir.
Se sentía abandonado y observado al mismo tiempo, como si la oscuridad que lo rodeaba lentamente lo estuviera atrayendo hacia ella, siendo arrastrado hacia el descanso eterno, en donde no sentiría nada.
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La estrella del creador [Arinckity]
FanfictionQuackity decide terminar el proyecto que su gemelo dejó, dándole vida e inicio a ese androide empolvado que estaba en el taller. -Fanfic de mi completa autoría, se prohíben copias y/o adaptaciones. -Shippeo cubitos no a los streamers. -Angst, conten...