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El sol que iluminaba poco a poco empezaba a descender por el horizonte, tiñendo de tonos rojos y morados el cielo y las nubes que lo decoraban.

Sentado bajo la ventana, abrazando sus piernas y con la mirada aún puesta en el androide se encontraba Quackity, a quién el tiempo se le había congelado en el momento en que vio aquel rostro después de tantos años.

Casi no se había movido debido al shock de la situación que enfrentaba, su mente aún se negaba a creer que lo que estaba viendo era real, haciéndolo creer que se trataba de su soledad jugándole una mala pasada y nada más, pero por más que los minutos pasaran y él pestañeara, el rostro de Luzu aún seguía en él, con el mismo semblante de calma que la primera vez que lo vio.

No entendía en qué momento su gemelo pensó que sería buena idea hacer algo así.

¿Extrañaba a Luzu? Sí, más de lo que era capaz de soportar, era un sentimiento tan fuerte que con los años se había vuelto pesado en su corazón y algo a lo que se había acostumbrado a sentir, siempre presente e imposible de ignorar.

Pero no porque lo extrañara con el alma significaba que estaría rebosando de alegría al ver su rostro nuevamente.

Era...extraño e incómodo.

Porque estaba viendo a Luzu, sí, perfectamente, pero sabía muy bien que eso frente a él no era Luzu, sino un conjunto de cables y sistemas que convenientemente tenían su rostro en el modelo.

Era distópico.

Tenerlo frente a él de esa forma fue algo que nunca esperó que ocurriera, en ningún momento pasó por su mente el pensamiento de que su gemelo le escondía al androide porque este tenía el rostro de su antiguo novio.

Y ahora que se encontraba en esta situación, no sabía qué hacer.

Si se deshacía de él o dejaba de lado, estaría tirando por la borda todos los años de investigación y trabajo que Elquackity puso en él, pero si lo traía a la vida su poca estabilidad se perdería porque verlo moverse y actuar casi como un humano luciendo como Luzu definitivamente no le haría bien.

Se encontraba en medio de una encrucijada.

Acunó su cabeza en sus manos, soltando un gruñido de frustración que le desgarró la garganta.

Como se había vuelto costumbre estos últimos años, Quackity no sabía qué hacer.

Levantó la cabeza para observarlo, y como cada vez que sus ojos se cruzaban con él, un escalofrío le recorría el cuerpo completo, haciéndolo temblar en el suelo.

¿Seguiría funcionando si le arrancaba el rostro?

En alguno de los libros que su gemelo mencionó debía existir un apartado sobre su rostro y mantención, quizás con eso era capaz de guiarse para quitarle el rostro sin dañar nada importante y mantener su funcionamiento.

Luego pensó en lo terrorífico que se vería la máquina esa sin un rostro, y negó fervientemente ante el pensamiento.

Con cautela se puso de pie, dando lentas y dudosas pisadas hasta llegar frente a frente otra vez.

Estiró su mano hacia él con la intención de tocarlo, pero se detuvo a milímetros de lograrlo. Mientras más acercaba su mano más crecía dentro de él un sentir tan extraño que no lo supo descifrar con exactitud, era un revoltijo entre miedo, rechazo y quizás un poco de emoción.

Tragó en seco y rompió la distancia, tocando por fin la "piel" de su rostro.

Era suave, emulando muy bien el sentir de la piel real, pero sin olvidar que también era ficticia y fría. Esto último le hizo recordar lo frío que estaba Luzu cuando lo encontró, sentado contra aquel árbol de cerezo, con el rostro manchado de sangre y algunos pétalos descansando sobre su cuerpo, como si se tratara de un cuadro trágico hecho por el pintor más talentoso que ha existido.

La estrella del creador [Arinckity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora