Parte 12: Siempre

499 20 26
                                    

What would I do without your smart mouth?

Drawing me in, and you kicking me out

You've got my head spinning, no kidding

I can't pin you down

What's going on in that beautiful mind?

I'm on your magical mystery ride

And I'm so dizzy, don't know what hit me

But I'll be alright

My head's underwater

But I'm breathing fine

You're crazy and I'm out of my mind

'Cause all of me loves all of you

Love your curves and all your edges

All your perfect imperfections

Give your all to me, I'll give my all to you

You're my end and my beginning

Even when I lose, I'm winning

All Of Me (John Legend)


ÉL

He mirado de cerca el amor y me he perdido en el fondo de esos ojos cafés, en la luz que irradian y encandilan todo, me he perdido en su risa, en su cabello dorado, me he perdido hasta en sus preocupaciones y mayores temores; y en medio de ese mundo desconocido descubrí que no me importan nuestras diferencias porque incluso eso es parte de todo lo que amo de ella.

Me quedé en la cama, despierto, jugando con su cabello y trazando su perfil con mi dedo índice. No había ningún otro lugar donde preferiría estar, compartir la cama con ella es algo que quería hacer por el resto de mi vida, debajo de las cobijas con nuestras piernas entrelazadas y su cabeza descansando en mi pecho.

Fui feliz de verla quitarse la pereza mientras estiraba los brazos y bostezaba, sus ojos se abrieron de a poco y se fueron acostumbrando a la luz. Al principio pareció confundida, mirando todo a su alrededor para recordar dónde se encontraba, fue al verme a los ojos que pareció relajarse.

—Hola. ¿Dormiste bien? —le pregunté y besé su frente.

—No quiero despertar.

—Hoy haremos lo que quieras —le acaricié el rostro, haciendo su cabello a un lado—. Podemos quedarnos en cama todo el día si eso es lo que deseas.

—Quisiera no recordar los últimos días... los últimos meses.

Levanté su rostro para que pudiéramos vernos a los ojos.

—Finjamos que no fui un idiota contigo, que no terminamos, que sigues siendo mía.

—No soy tuya.

—Lo eres. No me importan nuestras diferencias, ni las veces que peleemos por algo en lo que no estamos de acuerdo, voy a seguir luchando por volver a tenerte.

Sus labios suaves se acercaron a mi boca y avancé el resto del camino para besarla. Sostuve su cabeza para que no se apartara, aunque ya estábamos lo suficientemente juntos. Bajé las manos por su cuerpo, acariciándola despacio, quería tomarme mi tiempo y darle la oportunidad de retractarse, pero fue mucho más atrevida y deslizó su mano dentro de mi bóxer y atrapó mi virilidad.

QuédateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora