🔞 MÍO

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En el que Ámbar está caliente, es temporada de caza, y Simón no está tan en contra de ser cazado.

O: los chicos tienen fiestas de verdad como adolescentes normales.

(Casi 100 mil lecturas, muchas gracias!!)

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Ámbar se estaba arrepintiendo seriamente de haber invitado a Benicio a esta fiesta.

En su momento le pareció una buena idea, cuando Mónica amablemente le dijo que podía invitar a todos los amigos que quisiera a la fiesta de despedida de Nico. Le encantaba ver lo celoso que se ponía Simón cuando los veía juntos. No paraba de tener esta fantasía de que si lo provocaba lo suficiente, él la apartaría de Benicio de un tirón y haría lo que quisiera con ella, desesperado por reclamarla como suya. Nunca iba a pasar, obviamente— Simón era demasiado correcto para eso— pero eso no la detenía de soñar despierta con que lo hiciera, o con esa otra fantasía que tenía de los dos grabando un videoclip para 'Solos.' 

Actualmente, sus deseos parecían más lejos de cumplirse que nunca, porque Benicio había estado pegado a ella de manera insoportable toda la noche. Normalmente, a ella no le molestaría la atención— tener a dos chicos loquitos por ella era una subida de ego— pero incluso con las luces apagadas y el revuelo de cuerpos bailando a su alrededor, pudo ver el momento en que Simón la miró y trató de acercársele disimuladamente como para bailar con ella (quizás el alcohol le había bajado las inhibiciones), pero por supuesto, no lo pudo hacer, porque Benicio se puso en frente de ella como un escudo, así que Simón se había dado media vuelta y bailado con Luna, haciendo como si nada de eso hubiera pasado, y Ámbar se quería pegar un tiro porque él había seguido haciendo como si nada hubiera pasado todo el resto de la noche, evitando mirarla ni la más mínima vez mientras parecía estar pasándola bárbaro con los amigos.

Así que ahora Ámbar estaba parada al lado de la barra— Léase: un par de mesas puestas juntas a un lado del living, llenas de diferentes botellas, latas, vasos y hielo— fingiendo prestar atención mientras Benicio parloteaba sobre alguna película que había visto que consideraba una obra maestra, mientras ella tomaba sorbos de su tercer vaso de ron con cola y consideraba seriamente tomarse tres más de un saque porque no estaba lo suficientemente borracha para esto. 

Le llegó un pequeño respiro cuando Benicio se fue a usar el baño, dejando solas a Ámbar y Emilia. Emilia por lo menos sí había sido parte de la conversación con Benicio, así que Ámbar asumía que no estaba tan aburrida como ella— Qué suertuda. 

Los ojos de Ámbar de inmediato se enfocaron en el otro lado de la habitación, donde Simón se encontraba actualmente levantando la mano de Ada sobre su cabeza para hacerla girar, solo para que Nico se la robara un segundo después, haciéndolo reír. Ámbar lo había estado observando disimuladamente toda la noche y siempre parecía estarse riendo, o bailando con alguien que no era ella. 

(Y si fuera ella con la que estaba bailando, no serían esos pasecitos de baile distanciados que lo había visto hacer toda la noche—No. Estarían pegados de los pies a la cabeza, presionando sus cuerpos al ritmo de la música, dejando que sus manos vagaran y que el calor subiera por una razón completamente distinta al alcohol que habían consumido, y ella estaba segura de que él la estaría pasando infinitamente mejor así que con lo que fuera que estuviera haciendo ahora.)

Para ser honesta, Ámbar no estaba aburrida— Estaba frustrada. Inmensamente.

Al parecer era evidente porque la muy trucha de Emilia no pudo evitar molestarla al respecto.  (Igual no era como si Ámbar se la hubiera puesto muy difícil, con lo obvia que era mirándolo.)

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