Historias Cortas Simbar

Quizás

Canon Divergence del cap 1x40, después del beso. Nota: Escribí esto sin acordarme de la temporada y después revisé. Así que si es que alguien se acuerda, para que no les haga tanto ruido, digamos que a Tino se le rompió el celular antes y Ámbar no lo pudo llamar para confirmar que se llevó a Simón.

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No podía quedarse. 

En medio de los gritos emocionados de la audiencia y el anuncio del siguiente par de patinadores, Simón se abrió paso entre amigos y desconocidos por igual y dejó la amplia pista detrás de él. Salió por la misma puerta que había cruzado hace tan solo un minuto, cuando su corazón todavía seguía en una pieza. 

El sonido de todo se atenuó una vez estuvo afuera, inmóvil. Había corrido hasta allá; debería estar agitado todavía. No sentía nada más que el dolor en su corazón; su respiración solo se hallaba entrecortada por los sollozos que intentaba tragar mientras sus lágrimas caían en silencio. 

Empezó a caminar, sin dirección, no muy lejos. No podía quedarse, pero tampoco se podía ir de verdad. El aire se sentía frío contra el sudor secándose en su piel. Se limpió las lágrimas de la cara, aplicando presión con sus manos, diciéndose a sí mismo que tenía que parar. La gente se lo iba a quedar mirando. Grupos de amigos y familias habían venido de varios países a disfrutar de una competencia de patinaje emocionante, alegre, deslumbrante. Casi podía escuchar la voz inocente de alguna niña curiosa. Mamá, ¿por qué ese chico está llorando? 

Sus pies se detuvieron cuando vio una cara familiar. Perdido en sus pensamientos, había terminado casi en frente de una Ámbar encorvada, sentada sobre una banca con la mirada gacha. ¿Por qué estaba aquí afuer—?

Oh...

Debió sentir su presencia porque Ámbar alzó la mirada y sus ojos se encontraron. Los azules de ella estaban mojados de lágrimas sin derramar. Simón volteó la mirada a otro lado, sintiendo como si lo hubieran descubierto haciendo algo que no debía. De seguro ella no quería que él la viera así. Resumió el movimiento de sus pies, pensando en seguir su camino—

"Te ves patético."

Simón se detuvo y se giró hacia ella, atónito e indignado de que le acabara de decir eso.

Pero no alcanzó a emitir palabra antes de que Ámbar siguiera hablando, casi como para sí misma. 

"Yo soy patética. Los dos somos lamentables. Sabíamos que esto iba a pasar, lo vimos venir de un millón de kilómetros a la distancia, y sin embargo—" Hizo un gesto con sus manos, señalando cómo estaban los dos ahora. Parpadeó rápidamente contra la humedad en sus ojos y bufó. "Pensamos que nos elegirían a nosotros."

Simón no pudo hacer más que mirar al suelo, batallando contra su propio dolor en el pecho y su garganta apretada.

"¿Por qué no apareciste?"

Simón alzó la vista. Encontró la mirada de Ámbar dirigida hacia él por primera vez desde que ella empezó a hablar. Nunca en su vida se habría imaginado que Ámbar Smith lo miraría con lágrimas en sus ojos, mucho menos mientras compartían el mismo dolor. 

Curvó los labios en una sonrisa triste. "¿Me creerías si te dijera que Tino y Cato me secuestraron y tuve que volver hasta aquí desde quién sabe dónde?" 

Era tan ridículo ahora que lo pensaba. No podía creer que esta era su vida. 

Un resoplido trajo su atención de vuelta a Ámbar, y antes de que se diera cuenta, ella se estaba riendo en serio— Una risa triste y sin humor que la hizo lucir entre loca e inconsolable.