Riesgos y desafíos

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La televisión se encontraba a un volumen un tanto imprudente, demasiado alto para tener un hermano que quiere estudiar a unos cuantos metros de distancia; sin embargo, para este punto, ambos habían logrado que eso dejara de ser un problema. El sonido de la lluvia continuaba cada vez con más intensidad, resultando relajante para Simón, y algo menos agradable para Martín, a quien no le gustaba tanto; tenía cierto resentimiento hacia la lluvia, sentía que le impedía hacer ciertas cosas que no podía señalar con precisión, pero que sabía que estaban ahí. Para su fortuna, el sonido había quedado casi ahogado por un programa de televisión genérico que simplemente servía de sonido de fondo mientras Martín hacía sus cosas; casi es la palabra clave. Intentaba concentrarse, recordándose que, tal como a Simón le encantaba recordarle, no tendría un oído joven por siempre, por lo que quizás tener el sonido a todo volumen a solo unos cuantos centímetros de distancia no era la mejor idea, y qué suerte que lo pensó así.

Se sentó frente al cuaderno en el escritorio y trató de recordar lo que el profesor había dicho sobre las funciones sin poner demasiado entusiasmo en la tarea, no dejaba de preguntarse cuál era el objetivo de ser bueno en ello si no volvería a necesitarlo, aún no sabía lo que le gustaría estudiar, pero estaba seguro de que no involucraría nada de esto. Exhaló un largo suspiro mirando hacia el techo en espera de que algo ahí le diera la respuesta o una buena razón para levantarse de la silla ahora durante el nuevo periodo de tiempo que había liberado el ensayo mientras no tenía nada más que hacer además de trabajos escolares. Resignado a que nada lo salvaría de su tediosa tarea, decidió que lo mejor sería enfrentarlo con algo de indugencia, así que se dirigió a la cocina para conseguir alguna cosa dulce para tener mientras hacía sus deberes. Mientras buscaba por las alacenas y el refrigerador considerando sus opciones creyó escuchar un sonido que rápidamente descartó por lo improbable que parecía, sin embargo, debido a que durante toda la preparación de su snack le pareció seguir escuchándolo, decidió revisar antes de volver a su habitación. Se acercó a la puerta y la entreabrió un poco para evitar la lluvia, encontrando a un Isaza claramente víctima del clima. Rápidamente lo dejó pasar con algo de preocupación

— ¡Isa! — Exclamó abriendo la puerta y haciéndose a un lado para darle paso

— Hola, Marto —dijo con una pequeña risa que trataba de ocultar la pena que sentía en ese momento

— ¿Qué pasó?

— Pues que soy imbécil, qué más

— Jajaja, no, no. Bueno, de pronto un poco pero...

Ambos soltaron una risa y entonces Martín continuó

— ¿Necesita algo?

— ¿Cómo así que si necesito algo? Pues ensayar jaja

— Bueno, sí, ¿Pero no es como muy pronto?

— No tanto —dijo mirando el reloj que llevaba en la muñeca mientras trataba de alejar su cabello y el agua que de él escurría de su cara

Martín lo miró con preocupación

— Isa, creo que debería ir a descansar

— No es necesario, mientras llega el resto se seca esto y estoy como nuevo —dijo restándole importancia al asunto

— Uy, Isa...

— ¿Qué?

— Corríjame si me equivoco ¿Pero no era que se canceló el ensayo?

— ¿Cómo?

— Simón me lo dijo

— ¿Pero cómo así? Ni siquiera nos vimos el día de hoy

— Isa, ¿No recuerda que pasamos un laargo rato explicándole cómo usar la página de Villa para todo eso de organizarse?

— Pues, bueno sí, pero no costaba nada avisar por otro lado

Nuestras Canciones (Sobre El Amor Y Sus Efectos Secundarios) || MoratDonde viven las historias. Descúbrelo ahora