Hemos estado horas revisando números y gráficos, años y meses de ganancias y gastos.
Dunk pide más información; quiere saber sobre los movimientos en el equipo, despidos, jubilaciones, contrataciones, promociones...
Cuando mi estómago emite su primer rugido, Dunk da por terminado el trabajo y no me deja continuar.
—Vamos a cenar. Estoy cansado y hambriento.
—Mmmm... Vamos. ¿Podemos seguir luego?
—No. Mañana va a ser un día largo; iremos a descansar.
—¿No se supone que yo soy tu jefe?
—Sí. Vamos.
Levanto una ceja y él me sonríe inocente. Ya no cuela, Dunk...
Durante la cena seguimos con el mismo tema, y Dunk vuelve a decidir cuándo terminamos. Empiezo a irritarme. ¿Desde cuándo dejo que alguien me dirija?
—Vámonos a dormir, es tarde.
—No.
—¿No estás cansado?
—Lo estoy, pero estoy más cachondo que cansado.
—¡Joong! No hagas que me arrepienta de haberme quedado.
—Dunk... llevo meses encerrado en casa, solo salgo para visitas médicas y, para colmo, te tengo conmigo cada maldito día. Es como convivir con una tentación a la que no me dejan caer. Y yo estoy deseándolo.
Dunk me mira, evaluando si lo que digo es cierto.
—No estoy coqueteando por juego. Te quiero en mi maldita cama, te quise desde la primera vez que te vi.
—... Joong... yo...
—¿Eres virgen?
—No.
—¿Tienes pareja?
—No.
—¿Eres hetero?
—...
—Dunk... sé honesto conmigo. ¿Te gusto? ¿Te parezco atractivo?
—... Mmmm...
—No te estoy pidiendo matrimonio, ni siquiera exclusividad...
Antes de terminar esa última palabra, ya me estoy arrepintiendo. Me arden las venas solo de pensar en Dunk con alguien más, pero no quiero asustarlo. Primero tengo que conseguir que me deje abrir sus preciosas piernas.
—Trabajo para ti.
—¿Esa es la razón? No estamos en horario laboral; ahora somos solo Joong y Dunk.
—No quiero que todo se estropee por algo sexual. Además, yo no me acuesto sin sentimientos.
—Bueno, no te asustes, pero dudo que no sientas nada por mí.
—Eres un creído y un prepotente.
—Y soy sexy. Y te gusto. Y me gustas. Dunk...
—De acuerdo.
—¿... Acabas de aceptar?!
—Sí...
Si no fuera por el color intenso de sus mejillas, pensaría que es una broma. No puedo creer que Dunk acepte acostarse conmigo. Me muero por meterlo entre mis sábanas.
Cuando empiezo a acercarme, Dunk pone una de sus manos en mi pecho y detiene totalmente mi avance.
—No, Joong. Primero recupérate. En este estado no pienso arriesgarme a hacerte daño. Además, dudo que puedas conmigo.
—Dunk... eres muy cruel. De acuerdo, he aguantado hasta ahora; solo un poco más y serás mío.
—Me voy a la cama.
—Ven a mi cama, solo para no sentirme solo.
—¿Te has estado sintiendo solo?
—Mucho, siempre que no estás.
—Siempre estoy.
—Duermo solo.
—¿Tienes respuestas para todo?
Hago un puchero. Dunk suspira y camina por el pasillo que lleva a las habitaciones. Lo sigo y lo veo entrar en mi habitación.
Bien, Dunk, has entrado en la cueva del lobo.
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El Presidente
FanfictionSoy el maldito presidente de una de las empresas más importantes de la ciudad. Uno de los hombres más guapos y arrogantes que puedas conocer, jajaja... pero caerás a mis pies, por más idiota que sea. Si te digo que beses mis zapatos, lo harás. Punto...