Capitulo 14

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Malak

Al día siguiente me levanto y cojo mi móvil para ver la hora, aún eran las 8 de la mañana. Intenté levantarme pero me costó un poco.

Al momento alguien toca la puerta.

— Adelante — digo y entra Zakaria.

— Buenos días — dice

— Buenos días — le digo.

— Venía a darte estás muletas para cuando quieras ir al baño o algo para ir sola — dice dejando a mi lado las muletas.

— Gracias — le digo y cojo las muletas. El sale de la habitación dejando la puerta abierta.

Decido bajar abajo ya que no pienso quedarme encerrada en esa habitación. Mientras intentaba bajar sentí como me elevaba y era Zakaria.

— Porque me cojes, puedo bajar sola— le digo.

— Pareces un caracol y si me quedo esperando me quedaría hasta el día siguiente para llegar abajo — dice y me deja en el sofá. Y se va a la cocina.

— Mira — dice trayendo una bandeja con atay y después vuelve y trae unas tostadas con tomate.

— Oh, hoy te has puesto modo cocinita eh— digo riéndome.

— No es mi problema que nunca me allás visto cocinar— dice el.

Cojo un baso de té y al probarlo.

— Que le has puesto a esto — digo.

— Nada, por— pregunta curioso.

— Le has puesto sal o azúcar — le digo.

— Pues ahora que lo dices había dos botes iguales y pensé que era lo mismo — dice arrascandose la nuca y me empiezo reír.

— Como se nota que has ido a Máster chef — digo entre risas.— Ayúdame a levantarme y ven que te enseño cual es cuál.—

Me ayuda a levantarme y voy con las muletas hasta la cocina mientras que el está a mi lado.

— Mira, este es el azúcar — le digo dándole la vuelta al recipiente ya que allí mismo ponía que era.

— Ah, pues eso yo no lo e visto — dice.

— Y este la sal— digo girando el recipiente.

— Vale vale — dice el.

— Ahora trae ese te del salón y hacemos otro — digo y se va a traerlo.

Lo tira en el fregadero y lo lava. Echa el té y luego le pone un poco de agua y lo vuelve a hechar en el fregadero. Está vez sí que lo llena y...

— No te olvides del azúcar — le digo

— Que si — dice y coje el recipiente de azúcar y hecha un poco y lo deja en su sitio.

Lo pone a calentarse y nos ponemos a hablar mientras se hace.

— Cuidado— le digo y apaga rápidamente y lo coje y se va al salón.

Mientras tanto cojo unas galletitas que hice ese día y vuelvo al salón.

— Pruébalo — dice él dejándome un vaso delante. Lo cojo y lo pruebo.

— Ahora si— le digo y el sonríe.

Ya por la noche subimos a dormir y cada cual se va a una habitación.

— Buenas noches bombón — dice el guiñando un ojo.

— Buenas noches pervertido — le digo y cierro la puerta de mi habitación.

Fi amani Allah Donde viven las historias. Descúbrelo ahora