Capítulo 50

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Advertencia

capítulo con violencia, no muy descriptiva.

Los días en el palacio avanzaban con un ritmo inquieto. La ausencia de noticias de Orhan y del sultán había comenzado a preocupar a las mujeres del harén, y aunque el silencio parecía ser una señal de protección, la incertidumbre se instalaba lentamente en sus corazones. Hürrem, sin embargo, experimentaba una esperanza secreta que brillaba como una pequeña llama en medio de la sombra de la espera.

Habían pasado semanas desde que Hürrem había comenzado a notar cambios sutiles en su cuerpo. Primero había sido la ausencia de su sangrado, lo cual ya le había causado una mezcla de emoción y ansiedad. Luego, cada mañana, despertaba con una ligera náusea y una sensación de agotamiento que la acompañaba el resto del día. Las sirvientas más cercanas la observaban con disimulo, susurrando entre ellas, y Hürrem sabía que tarde o temprano tendría que enfrentar la posibilidad de que sus sospechas eran ciertas.

Finalmente, una mañana, llamó a la comadrona de palacio, decidida a obtener una respuesta clara. Se sentó con paciencia mientras la anciana mujer, de ojos sabios y manos firmes, realizaba una serie de observaciones y preguntas. Hürrem contenía la respiración, su corazón latiendo con fuerza mientras la comadrona la examinaba con atención.

"¿Sientes náuseas al amanecer?" preguntó la comadrona en voz baja, con la seriedad de quien entiende la importancia de cada detalle.

"Sí," respondió Hürrem, sintiendo cómo cada palabra la acercaba más a una verdad que aún no podía asimilar del todo. "También me siento más cansada de lo normal, y he perdido el apetito y ciertos olores ni siquiera los tolero."

La comadrona asintió lentamente, sus arrugas acentuándose al sonreír con un aire de complicidad. "Estos son signos claros, la ausencia de su sangrado y todo lo demás son una confirmación mi señora. La vida crece en tu vientre. Pronto, el príncipe Orhan tendrá otro heredero."

Hürrem sintió un estremecimiento recorrer todo su cuerpo. La noticia la llenó de una mezcla de asombro, emoción y una alegría casi indescriptible. Por fin, sus sospechas se confirmaban: llevaba un hijo de su príncipe, de ese hombre maravilloso que el destino había puesto para ella después de tanto sufrimiento. El peso de esa revelación la inundó con una calidez inesperada, y una sonrisa suave y orgullosa se dibujó en su rostro.

Mientras la comadrona se retiraba, las sirvientas más cercanas, que habían estado esperando con ansias la noticia, comenzaron a murmurar emocionadas. Una de ellas, con lágrimas en los ojos, se inclinó hacia Hürrem.

"Mi señora, esta noticia traerá felicidad y paz a todos," susurró con reverencia. "Es un gran honor para ti y una bendición para el príncipe Orhan."

Hürrem asintió, aún conmovida y en silencio. Mientras acariciaba con suavidad su vientre, sintió una oleada de esperanza que la llenaba por completo. En su interior, ese pequeño ser ya se sentía como una promesa de un futuro más brillante, una razón para esperar con paciencia el regreso de su esposo, ya podía verlo tan tierno con otro pequeño en sus brazos como lo hacía con Mustafa.

Pronto, la noticia del embarazo de Hürrem llegó a oídos de todos en el harén. Ayse Hafsa, la sultana madre, escuchó la confirmación con satisfacción, reconociendo en el embarazo de Hürrem un nuevo lazo que consolidaba el linaje de su hijo y aseguraba la estabilidad del palacio tal como lo había querido el sultán. Las hermanas de Orhan, Hatice y Şah, también celebraron la noticia, felices por el futuro de su hermano y un nuevo sobrino que esperaban fuese tan precioso como Mustafa.

Mientras Hürrem se sentía completa, como si la llegada de este hijo sellara un destino que, hasta entonces, parecía incierto. Su posición se fortalecía, y la idea de darle a Orhan un heredero llenaba su corazón de alegría.

El sultán protector (HürremxMahidevranxOrhan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora