Capítulo 46

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El sol de la tarde bañaba los jardines del palacio con su luz cálida, pero Orhan no encontraba consuelo en la belleza que lo rodeaba. Caminaba en silencio, sus pensamientos atrapados en la complejidad de su situación: el amor profundo que sentía por Mahidevran, su primera esposa y madre de Mustafa, y las presiones cada vez más aplastantes de la corte para consolidar su posición con Hürrem, su segunda esposa.

Mientras intentaba encontrar algo de paz, escuchó una voz serena pero firme que interrumpió sus pensamientos.

“Orhan,” llamó Afsa, la sultana madre, desde un diván de mármol bajo una pérgola adornada con jazmines en flor. Su tono era suave, pero no había duda de que no se trataba de una invitación casual. “Ven, hijo mío. Quiero hablar contigo.”

Orhan obedeció sin discutir. Sabía que su madre no lo llamaba a la ligera, y que cuando lo hacía, sus palabras siempre llevaban un peso profundo. Se acercó y se sentó frente a ella, sin romper el contacto visual.

Afsa lo estudió en silencio durante unos momentos, como si quisiera medir cuánto había cambiado su hijo desde su matrimonio con Mahidevran y ahora con Hürrem. Luego habló, su voz como un hilo que se enredaba en la mente de Orhan.

“Desde que te casaste con Mahidevran, parece que has olvidado quién eres.”

Orhan frunció el ceño, pero se mantuvo en silencio, esperando a que su madre continuara.

“Eres un príncipe,” dijo Afsa, sus ojos oscuros y penetrantes. “Tu deber no es solo amar, sino proteger la dinastía. Y un príncipe que se pierde en los brazos de una sola mujer es un príncipe que pone en riesgo todo lo que hemos construido.”

Orhan suspiró, sintiendo que las palabras de su madre perforaban un punto vulnerable en su corazón. “Madre, no he olvidado quién soy. Mahidevran es mi esposa y gracias a ella tengo a Mustafa mi hijo. No he descuidado mis deberes.”

Afsa se inclinó ligeramente hacia adelante, su mirada aún más intensa. “Un solo hijo nunca es suficiente. ¿Acaso crees que tus enemigos esperarán a que crezca fuerte? ¿O crees que la ambición de otros desaparecerá solo porque tú amas a Mahidevran?”

Orhan apretó los puños sobre sus rodillas, sintiendo la frustración arder en su interior. “Mahidevran es mi esposa. Ha sido leal. ¿No tengo derecho a ser justo con ella?”

La sultana dejó escapar un suspiro, pero no había compasión en sus ojos. “Orhan, yo también fui una esposa leal. Y sin embargo, entendí que el amor no puede interponerse en los asuntos del poder.” Afsa hizo una pausa, sus palabras cargadas de una verdad ineludible. “Hürrem es tu esposa ahora, y tú también tienes un deber con ella.”

“Soy consciente de eso madre, aunque no lo creas le doy a Hürrem su lugar como mi segunda esposa” replicó Orhan con una frialdad contenida. “¿Qué diferencia hará el que me encame con ella?”

Afsa entrecerró los ojos, midiendo las palabras de su hijo. “Hürrem no es como Mahidevran. Esa mujer es leal a ti. Si le das un hijo, pronto buscará aliados para que estén aliados a ti. Créeme, Orhan, las mujeres como ella saben cómo tener a las personas en su favor, después de todo es una joven bastante preparada.”

Orhan sintió un nudo formarse en su garganta. Sabía que su madre tenía buenas intenciones, pero el amor que sentía por Mahidevran lo hacía rebelarse ante la idea de traicionarla de esa manera, aun si la traición era política y no emocional.

“Madre, todo esto... No quiero lastimarla,” admitió Orhan, dejando entrever una grieta en su fachada.

Afsa lo miró con una mezcla de ternura y severidad. “Sé que amas a Mahidevran. Pero no puedes gobernar con amor solamente. Necesitas poder, y en este imperio, el poder se mide en descendencia. Si no controlas la situación con Hürrem ahora, otros encontraran la manera de controlarte.”

El sultán protector (HürremxMahidevranxOrhan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora