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CHIARA

- ¿Alquilas departamentos lujosos a todos lados a donde vas?- pregunté mirando para todos lados. No tenía idea de donde estábamos, pero era todo muy ostentoso.

Me sentía fuera de tono terminando mi hamburguesa echando un vistazo a todas sas enormes casas. Verla a Ruslana haciendo exactamente lo mismo me tranquilizaba.

- No, alquiló casas lujosas.

Oh, superestrella.

Sonrió mientras masticaba. Dobló a la izquierda para entrar la camioneta en un portón enorme.

Abrí la boca sorprendida mientras bajaba del auto.

- Estás bromeando.

-¿Qué pasa?- inquirió desentendida. Negué con la cabeza. Ella no tenía ni idea. ¡Estaba de paso ahí! ¿Cómo sería su casa de verdad?

Abrió la puerta y se escuchó un "gol". Ella se rió y yo la seguí. Entramos a la sala.

Todo estaba blanco, limpio y luminoso. Había un gran ventanal en una de las paredes. Un chico estaba tirado en el sofá mientras él otro le hacía un baile con el trasero cerca de su cara. Adiviné que ese era quien había anotado el gol.

-¿Pueden comportarse?- gritó Ruslana levantando la voz divertida.- ¿Qué no ven que traje a mi novia a casa?- río aún más.

¿De qué se reía?

-¿A Chiara?- gritó uno, mientras los dos se dieron vuelta para verme.

¡Wow!- exclamó uno mientras el otro me silbaba. Carcajeé por los caraduras que eran. Se levantaron, mientras uno se acercaba el otro apaga el televisor.

-Nunca los había visto apagar el playstation.- susurró Ruslana sorprendida.- Estos son los parásitos que viven de mi dinero- exclamó divertida señalándolos.- Lucas y Alex.

Asentí saludándolos con la mano y los dos rápidamente se acercaron para dejar un beso en mi mejilla. Sonreí.

-Rosana, cuando hablaste de una novia contratada jamás me imaginé un camión así.- comentó en un intento de susurro Lucas. Largue una carcajada ante su comentario.

-¿Te puedes ubicar?- pidió mientras le daba un golpe en la nuca.

-¿Cómo la vas a llamar camión desubicado?- agregó Alex.-¿Qué no ves que es un tanque de guerra?

Me mordí el labio intentando disimular la risa. Me había sonrojado.

-Sí, sí . Bueno muy lindo todo. Déjenla en paz. Es mía.- exclamó sacándomelos de encima. Sonreí. Me sentí, por primera vez, acompañada.

Me tomó la mano y me arrastró por la sala junto a ella. Me soltó cuando ingresamos a la enorme cocina. Investigó la heladera, buscó un vaso entre los muebles y se sirvió
Negué con la cabeza luego de que me ofreciera.

-Perdón por lo de recién. Los chicos...ya saben, parecen adolescentes de 16 años.-dijo riendo.

-¿Por lo hormonal dices?- pregunté dirvertida. Seguramente ella se comportaba de la misma manera, pero hasta ahora se había cuidado conmigo. - Creí que vivirías sola.-comenté,observando cada uno de sus movimientos.

-Lo hago en Tenerife. Vinieron a acompañarme en mis días libres.- explicó. Asentí sonriente mientras los miraba desde la cocina.

-Entonces, ¿cuándo nos vamos?- pregunté y su cara se iluminó. Justo cuando estaba por responde, una voz nos interrumpió.

-¿Podemos meternos a la piscina?- preguntó Alex asomándose por la puerta. Reí, parecía un niño pidiéndole permiso a su mamá.

-Hagan lo que quieran pero no rompan nada.-se limitó a decir y tomó un sorbo de agua.

-¿Y Chiara?- se giró a mirarme.-¿Vienes con nosotros?

-Me encantaría, pero...no tengo ropa.-le expliqué abriendo mis manos. Hizo una mueca y desapareció.

La miré a Ruslana. Seguía tomando agua. ¿Qué le pasaba? Dejo el vaso sobre la barra, y me miró atenta por unos segundos.

-¿Tienes calor?- preguntó. Una leve sonrisa pícara apareció en su rostro.

-Un poco.-agregué siguiéndole el juego.

-No juegues con fuego.-me advirtió pasando al lado mío. No me importaría quemarme, de hecho. - Vamos a tu casa a buscar algo de ropa, puedes quedarte acá hasta mañana.- habló rápidamente.- ¿O prefieres que te presté algo de ropa?

-Prefiero ir a buscar mi ropa.

-Bien.- salió de la cocina.

Fui detrás de ella corriendo. Observé la sala vacía, Ruslana caminaba hacia la puerta por dónde habíamos entrado, que no parecía ser la principal, sino una que daba al garaje. Tomó las llaves de una pequeña y delicada mesa de paso.

-No quise sonar desesperada.-agregó dándose la vuelta, apoyado sobre el marco de la puerta. Le sonreí y me hizo una seña para que pasará antes que ella.

Condujo hasta mi departamento y me esperó con la camioneta en marcha para que no tardase tanto. Entré al ascensor y me miré en el espejo. Tenía una enorme sonrisa en la cara. ¿Por qué era tan idiota? ¿había estado todo el día con esa sonrisa incapaz de disimular?

Abrí la puerta rápidamente y corrí desesperada por todo el departamento buscando cosas. Agarré un gran bolso para comenzar a llenarlo.

Entré al baño para ponerme el primer bikini que encontré y marché a la pieza para ponerme un poco de ropa arriba.

Miré a mi alrededor desesperada, intentando no olvidarme nada importante.

Cerré la puerta con fuerza y apreté el botón del ascensor una vez más.

Mientras bajaba, me di cuenta que aún estaba maquillada como me habían preparado en el estudio. Me eché un vistazo rápido. Mis shorts apenas tapaban mis nalgas y mi top no era la mejor elección para una casa donde habían dos hombres y miles de hormonas. Me encogí de hombros, ya era tarde.

Salí del gran edificio, y la vi silbando arriba de la camioneta.

-Eso fue rápido.-dijo sorprendida. Deje el bolso allí y cerré la puerta. Me acomodé a su lado largando un suspiró. Me había cansado.

La miré. Me estaba mirando como si estuviese hecha de diamantes.

-Bueno, ahora sí que hace calor.- exclamó y prendió el aire acondicionado.

Me reí.

No sabía que, pero algo estaba cambiando.

FAKE || RUSKIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora