Batman's little girl

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Jason, con su curiosidad innata, no dudó en acercarse cuando vio a su padre sumido en la pantalla de la Batcomputadora. Sin preocuparse demasiado por las formalidades, arrastró una silla a su lado, empujándolo suavemente para hacerse un hueco y poder ver de qué se trataba. Se acomodó, listo para compartir lo que sea que Bruce estuviera viendo, sin dejar que el silencio fuera incómodo.

En la pantalla, los recuerdos de la familia Kent cobraban vida. Jason observó con interés cómo los momentos de alegría y calidez se sucedían en los videos, una imagen diferente a las pocas fotos que Lois le había mostrado una vez. Ver los videos, sentir la cercanía de esos momentos, hacía que todo pareciera mucho más real, más tangible.

Bruce, por su parte, mantenía la mirada fija en los detalles. Las imágenes de Alice Kent, con su cabello castaño rojizo y sus ojos brillantes, lo atrapaban. Intentaba captar no solo lo que ella hacía o decía, sino algo más profundo, como si quisiera retener su esencia. Pero se daba cuenta de lo difícil que era. Intentar comprender a Alice a través de esos fragmentos de su vida se sentía como intentar atrapar humo entre los dedos; fugaz y siempre fuera de alcance.

Mientras veía esos videos, su mente lo traicionaba, llevándolo a pensar en cómo todo podría haber sido diferente. Recordaba cómo se conocieron, cómo aquella chispa había surgido entre ambos y los había llevado a esa única noche que compartieron. Una noche que ahora, en retrospectiva, se sentía lejana, pero también crucial. A veces, en momentos como este, Bruce se preguntaba qué habría pasado si las cosas hubieran sido distintas. Si hubiera intentado retenerla, atraparla en su vida de alguna forma. Pero pronto se recordaba a sí mismo que el "hubiera" no existe.

-¿Ella era buena, eh? - Jason rompió el silencio, con un tono más suave del que usualmente usaba. preguntó, sin dejar de mirar la pantalla. Sabía lo suficiente para darse cuenta de que esos videos no eran solo recuerdos para su padre. Eran algo más profundo, una conexión que él apenas comenzaba a entender.

Bruce asintió, aunque no dijo nada. Su mirada seguía fija en la pantalla, pero su mente estaba en otro lugar, entrelazada en las memorias que nunca vivió, pero que sentía como si estuvieran tan cerca.

24 de diciembre, Smallville, casa de los Kent.

La pequeña casa en el campo de los Kent brillaba con luces festivas. Las tiras luminosas adornaban cada rincón y el árbol de Navidad, lleno de esferas en tonos pastel, resplandecía alegremente. Clark, Lois y Alice estaban ocupados organizando la cena, mientras Conner y Jon cuidaban de la pequeña Ariadna, quien estaba fascinada por las luces parpadeantes.

Era una escena familiar perfecta, llena de risas y pláticas tranquilas. Jon, con su energía habitual, miraba de reojo el árbol y sonreía pensando en la llegada de Santa esa noche. Esperaba ansiosamente los regalos, pero también estaba emocionado por la idea de que su primita Ariadna pudiera recibir algo especial. Aunque Conner, Jon y Clark no compartían sangre con Alice, la unión y el amor que los rodeaba era lo que los hacía una verdadera familia.

-Oye, ¿crees que Santa le traerá algo a Ari? -preguntó Jon emocionado, mirando a Conner.

-Estoy seguro de que sí Aunque creo que lo que más quiere ahora mismo son esas luces.-respondió Conner, sonriendo mientras veía cómo la pequeña se entretenía con las luces.

Jon asintió con una sonrisa grande, contento de compartir este momento con su familia. Las risas y el calor de esa noche en Smallville se quedaban en los corazones de todos.

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15 de septiembre, Smallville, casa de los Kent.

Ariadna ya no era la pequeña bebé recién nacida. A sus nueve meses, era una niña inquieta, comenzando a balbucear y a explorar el mundo a su manera. En la sala, todos los Kent estaban reunidos alrededor de ella, con juguetes esparcidos por la alfombra, tratando de animarla a decir sus primeras palabras.