Batman's little girl

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El silencio era el único acompañante de Batman mientras patrullaba las oscuras calles de Gotham junto a su último Robin. Las pocas palabras que intercambiaban eran estrategias precisas para desmantelar el plan de los secuaces del Joker, quienes intentaban liberar prisioneros de Arkham Asylum. A pesar de los intentos desesperados de esos hombres por cumplir con su objetivo, el Dúo Dinámico los había frustrado con eficiencia. Los criminales no tenían oportunidad; la fuerza y la astucia de Batman y Robin eran inquebrantables. Los interrogatorios, como era costumbre, fueron duros, y no se detuvieron hasta conseguir la información necesaria para entregársela al Comisionado Gordon, asegurando que Arkham estuviera más vigilado que nunca.

En lo alto de uno de los edificios que conformaban el inconfundible paisaje urbano de Gotham, Batman permanecía en silencio, mirando la ciudad con su habitual intensidad. El ruido de ambulancias y patrullas apenas le afectaba; era parte del incesante latido de Gotham. Robin, a su lado, observaba a su mentor. Sabía que su padre estaba más callado de lo habitual, incluso para sus propios estándares, pero intuía lo que lo mantenía sumido en ese silencio reflexivo.

Allí, en lo alto del edificio, solo estaban ellos dos. Gotham parecía tan distante desde esa altura, pero el peso de las emociones no se disipaba con la brisa nocturna.

—Padre —llamó Damian con su tono serio pero contenido. Había algo en el aire esa noche, algo distinto. Sabía que lo que había sucedido hacía unas horas lo afectaba, aunque nunca lo admitiría abiertamente. La confesión de Alice Kent seguía presente en la mente de su padre, lo podía sentir—¿Aún sigues pensando en ello? —preguntó, esperando una respuesta que sabía sería breve, como siempre.

—Es posible —contestó Bruce sin apartar la vista de las calles. La respuesta, aunque corta, estaba cargada de un peso que solo Damian, que lo conocía bien, podía comprender. Si solo hubiera sido más valiente, si hubiera decidido buscar a Alice... ¿habría podido salvarla? ¿Habrían formado una familia juntos? ¿Podría haber sido Alice la madre de sus hijos, amándolos como amaba a Ariadna? Todas esas preguntas que nunca obtendrían respuesta seguían flotando en su mente, atormentándolo.

—Ya no se pueden remediar las cosas que pasaron —continuó Bruce, casi en un susurro, con una sinceridad rara en él— Cinco años fue demasiado tiempo para olvidar a una persona... pero no fue así.

Damian escuchó esas palabras con asombro. En los tres años que llevaba con su padre, rara vez lo había oído hablar con tanta honestidad sobre sus sentimientos. Bruce siempre había sido reservado, siempre prefirió ocultar sus emociones tras una máscara de autosuficiencia. Pero esa noche, por primera vez, Damian presenció la vulnerabilidad de su padre, su humanidad expuesta. La posibilidad de lo que pudo haber sido.

Damian, sin embargo, no podía imaginar esa vida. Era demasiado ajeno a la idea de una familia convencional, de una vida distinta a la que conocían como vigilantes de Gotham. No podía visualizarse llegando a casa y encontrando a una mujer esperándolos, preocupada por sus heridas. No veía cómo podrían encajar en una familia "normal", incluso si las cosas hubieran sido distintas con Alice. No se veía compartiendo lazos con los Kent más allá de lo que ya tenían, ni imaginaba a su padre en otra vida.

Pero entonces estaba Ariadna. Damian entendía que, aunque no había una madrastra en su vida, ahora tenía una media hermana, una niña que ocupaba un lugar importante, una nueva responsabilidad. Y eso, de algún modo, lo hacía sentir que, aunque no entendiera del todo esa parte de su padre, había algo nuevo que los unía.

—Uh —murmuró Damian, el menor de los Wayne, rompiendo el silencio entre ellos. Sus palabras fueron tranquilas, casi resignadas. —Supongo que tienes razón. Cinco años es mucho tiempo... pero al final, eso nos llevó a tener en casa a una bolita rosada.- Se encogió de hombros mientras su mirada se perdía en las luces lejanas de Gotham. No había reproche en su tono, solo una aceptación calmada de los hechos.