Miré por la ventanilla del auto los inmensos árboles desteñidos por la temporada de otoño. Moví mi cabeza y miré mi maleta a mi lado, no empaque demasiado, solo lo necesario, algunas cosas para el aseo personal, algunas pijamas y ropa cómoda para los días de descanso, o eso me indico la doctora.
El silencio era denso dentro del auto, llevábamos casi dos horas en la carretera y de vez en cuando mi padre mencionaba algo sobre su trabajo y me incluía al tema como si intentará distraer mi mente. Mi madre por otro lado se mantenía en silencio, quizás asimilando el hecho que su único hijo sería internado en un hospital de cuidados mentales.
Tuve tres sesiones con la doctora Moonbyul mientras estuve en el hospital, lo que la llevo a darme un diagnóstico claro...
Trastorno de ansiedad.
Supongo que fue una sorpresa para mis padres. Nunca demostré que tan mal me sentía porque tal vez no era tan importante. Durante toda mi adolescencia minimice mis sentimientos y me aseguré de sonreír para no preocupar a nadie. Ese era mi plan de vida.
Y, a mis dieciocho años, pensé que cambiaría todo.
Miré una vez más por la ventana, la carretera llegaba a su fin e iniciaba una hilera de arbustos con pequeñas flores de temporada, perfectamente podadas por cierto. Al terminar los arbustos pude ver unas paredes de concreto de más o menos diez metros de altura, en la parte superior estaban aseguradas con alambres de púas (tal vez electrificados).
— ¿Estas seguro que este es el lugar? — preguntó mi madre —, parece una cárcel de máxima seguridad para jóvenes problemáticos.
Sin duda, heredé la imaginación de mi madre, porque imaginé exactamente lo mismo.
— Es precaución, cariño — agregó mi padre —. Tal vez algunos chicos tengan un complejo de arañas — rio fuerte.
Yo solté una risita baja, mi padre tenía el sentido del humor quebrado.
Llegamos hasta un inmenso portón de rejas negras con dos hombres que resguardaban la entrada. Mi padre les mostró la orden de mi ingreso y nos dieron el paso libre para adentrarnos. Lejos de lo que imagine, el lugar era ridículamente grande. Nos estacionamos no muy lejos de la entrada principal y mi padre me ayudó con mi maleta.
Mientras caminaba miraba el edificio de tres pisos con paredes blancas y ventanas grandes con protectores en cada una. Sin duda no se veía como un centro de salud, más bien era como un elegante hotel donde pasarías las vacaciones familiares para alejarte de la contaminación de la cuidad.
Seguí caminando y cuando moví mi vista hacia la entrada ví a la doctora Moonbyul junto a otra mujer un poco más baja. Ambas vestidas con batas blancas.
— Bienvenidos — dijo la otra mujer, inclinandose levemente —. Soy la licenciada Solar y directora de este centro — se presentó, la mujer era bastante elegante — Joven Jung, es un placer que hayas tomado tan importante decisión de iniciar un tratamiento para mejorar tu salud. Te prometemos que haremos todo lo posible para que tu estadía aquí sea agradable; y para cuando lo hayas notado volverás a casa completamente sano.
— Gracias por recibirme — incliné mi cabeza en una reverencia.
La doctora Moonbyul me sonrió con amabilidad, nos indicó el camino hasta una oficina en el primer piso. Mi padre firmo unos papeles y pronto se despidieron de mi con un fuerte abrazo.
No había una fecha exacta para mí tratamiento, pero asumí que no duraría más de tres meses en este lugar. Además, pronto tendría que iniciar la universidad y lo menos que quería era atrasarme con mis estudios.
La doctora Moonbyul comenzó a darme el recorrido por el edificio. Pasamos por un pasillo ancho y salimos a un patio donde habían algunos chicos y chicas, algunos caminando y otros sentados en pequeñas bancas de cemento. Me explicó que el edificio se dividía en diferentes áreas dependiendo de los pacientes ingresados. Llegamos a otro edificio, igualmente de tres pisos y paredes blancas. Nos adentramos y comenzó a explicarme la rutina que debía seguir.
No era complicado.
El desayuno se servía a las siete en punto, un enfermero iría a mi habitación para asegurarse de que tomará mis futuros medicamentos, después de eso iniciaban las actividades de manualidades o dibujos, también se nos permite hacer uno que otro ejercicio y hay una sala de descanso con una televisión donde con buen comportamiento te permiten ver tu programa favorito.
Cómo dije, un hotel.
— Bien, aquí está tu habitación — pasé detrás de la doctora — tu compañero se encuentra en una actividad de manualidades, pero pronto volverá y podrás conocerlo y ser buenos amigos — comentó — está es tu cama, y aquí puedes poner tus cosas. Uno de nuestros enfermeros vendrá por ti a la hora de la cena, mientras tanto ponte cómodo. Mañana inicias con tu tratamiento.
Le agradeci con una sonrisa y pequeña reverencia, después de que la doctora salió de la habitación me tomé el tiempo de detallarla mejor; habían dos camas no demasiado grandes a cada lado, dos mesitas de noche y dos pequeños escritorios, las sábanas eran de color verde claro y las paredes eran blancas. Las ventanas permitían la luz natural y una vista agradable.
Volví mi vista a la cama, allí había un uniforme opcional.
Solté un suspiro cansado y comencé a guardar mis cosas para luego cambiarme.
No pasó demasiado tiempo cuando escuché la puerta de la habitación abrirse, mi giré y ví a un chico de piel blanca y labios gruesos.
— Hola — me dijo bajito.
Asumí que era mi compañero de cuarto.
Le sonreí — Hola, soy Jung Hoseok.
— Oh, eres el chico que intentó suicidarse — soltó con total tranquilidad.
Enarqué una ceja.
¿Cómo sabía eso?
— No te sorprendas — se acercó a su cama y se sentó cruzando sus piernas —. El rumor de que un chico llegaría hoy fue la noticia de la mañana, aunque pensé que te enviarían a otra habitación.
— ¿Otra habitación?
— Si, pero no te preocupes — hizo un mohín con sus manos — no soy asesino ni nada — rio de manera bastante contagiosa.
— Eso espero — devolví la sonrisa —, pero dormiré con un ojo abierto solo por descartar — me atreví a bromear.
El chico de cabello rubio explotó en una carcajada bastante sonora, se levantó de su cama y se sentó a mi lado extendiendo su mano y me dijo:
— Es un placer conocerte, Jung Hoseok. Mi nombre es Kim Seokjin — tomé su mano e hice una reverencia —. Bienvenido a Rossel.
«Es amable» fue lo primero que pensé.
¿Está bien que quiera ser su amigo?
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Placebo [Sope]
Fanfic*Ship: Sope (Yoongi + Hoseok) *Mención de otros idols. 🚫 PROHIBIDO LA COPIA Y/O ADAPTACIÓN DE ESTA HISTORIA 🚫