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— ¿Cómo te sientes?

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— ¿Cómo te sientes?

Alcé mi rostro y miré a la doctora Moonbyul, ella estaba detrás de un escritorio mientras me veía fijamente.

— No está mal — fue lo único que respondí.

— Me informaron que no quisiste comer tu desayuno, ¿La comida no es de tu agrado?

Negué lentamente.

Moví mi mirada por el lugar, la pared era de color crema, habían varios cuadros de diplomas y uno muy grande de un bosque lúgubre.

— ¿Recuerdas lo que hablamos en nuestras primeras sesiones? — me preguntó, atrayendo nuevamente mi atención a sus ojos.

— Si.

— Bien, ¿Qué te parece si continuamos?

Arqueé los dedos de mis pies.

— Si — hice una pausa recordando lo último que hablé aquella vez, y continúe —:  aprendí a cocinar a los diez años y me aseguraba de que la casa siempre estuviera limpia, mis padres trabajaban mucho y siempre llegaban muy cansados. Pero a mí padre le ofrecieron un trabajo con mejor sueldo y fue cuando decidieron mudarse a Seúl, y la verdad es que no me importó demasiado.

— ¿Por qué?

— Yo... yo no tenía amigos así que no había nada que extrañar — respondí.

— ¿Intentaste hacer amigos en la nueva escuela?

Negué —. La mayoría me veían como un fenómeno y otros simplemente me ignoraban — empuñe mis manos contra mis muslos — en ocasiones... me golpearon, pero yo nunca dije nada — confesé.

— ¿Por qué?

— Porque mis padres ya tenían suficientes problemas como para lidiar con los míos.

— ¿Has intentado hacer un amigo aquí?

Guardé silencio.

— Seokjin es amable.

Elevé mi cabeza y miré las manijas del reloj de pared, eran las 11:05 am.

Terminé mi primera sesión y un enfermero me llevó hasta mi habitación.

Seokjin estaba sentado al borde de su cama sosteniendo una hoja con algo dibujado en ella, sus ojos marrones dieron con los míos y me sonrió con sus labios cerrados.

— ¿Te gusta lo que ves? — me preguntó.

Yo me acerqué lo suficiente y mire lo que había dibujado en el papel. Una hermosa rosa con demasiadas espinas.

— El dibujo es hermoso.

El soltó una risita baja, dejó el dibujo sobre su mesita y volvió a mirarme.

— Yo hablaba de mí, pero el dibujo también es hermoso. 

No pude evitar sentir un rubor en mis mejillas.

Placebo [Sope]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora