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POV. Jung Hoseok.
Estaba esperando en el corredor que daba al pasillo 4. Seokjin me pidió ayuda y pese a que no estaba completamente seguro, parecía muy inquieto por comprobar el estado en el que se encontraba el moreno.... ¿Cuál era su nombre? Ah, lo recuerdo, claro... Namjoon.
— Hobi — me giré en cuanto escuché el llamado de Jin, caminé con prisa hasta él —. Listo, podemos irnos ya.
Tomó mi mano y me guío por el pasillo. Nos escabullimos de vuelta con cuidado de no ser vistos. Mientras caminabamos me fijé en las ventanas, había comenzado a llover, fuertes gotas de agua impactaban contra el cristal.
Se me heló la piel. La imagen de aquel día golpeó mi mente haciéndome sentir ansioso.
La lluvia...
El humo saliendo del capó...
El ruido de la ambulancia...
Los gritos de mi madre...
"¡Por favor, resiste!"
— ¿Hobi? — sentí las frías manos de Seokjin acunando mi rostro, llamando mi atención — ¿Hobi? ¡Respóndeme! — susurró cerca de mí rostro, su expresión era de confusión y miedo.
— ¿Qué...? — mi vista se empañó por las lágrimas que comenzaron a escurrir de mis cuencas.
— ¿Estás bien? — me preguntó, limpiando con sumo cuidado mis mejillas.
Asentí levemente, no sabía que responderle.
¿Realmente estoy... Bien?
— Vamos. Debemos apresurarnos
Dejé mis pensamientos de lado. Jin tenía razón, debíamos darnos prisa, pero por supuesto... La suerte no estaba de nuestro lado.
Me tuve cuando escuché a Jin maldecir entré dientes, alcé mi rostro y note la presencia de un chico esbelto con uniforme de enfermero.
«¡Carajo!»
El pelinegro estaba de brazos cruzados mirándonos con una expresión de pocos amigos.
— Joven Kim, por lo visto los malos hábitos aún no se han corregido, ¿No es así? — habló ronco —. Ambos deberían estar en su dormitorio. Por si no lo recuerdan está totalmente prohibido estar merodeando por los pasillos.
— Que te puedo decir, Kai — Seokjin sonrió para el hombre —, soy sonámbulo y mi compañero también lo es.
¿Realmente dijo eso?
El hombre enarcó una ceja.
— ¿Ah, si? — cuestiono, negó con su cabeza y volvió a hablar —. Caminen — soltó malhumorado.
Seokjin tomó mi mano y no me soltó, pese a que su expresión era calmada, su mano estaba temblando.
El pelinegro no volvió a hablar. Nos guío hasta nuestro dormitorio y cerró la puerta dejándonos con una extraña sensación.