¡Eres tú!

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La luz del sol se estaba colando por la ventana de la habitación haciendo que el ojiazul que yacía en su cama se removiera en esta. Miró el reloj que colgaba de una de las paredes de su habitación. 11:18 a.m. marcaba este.

La ultima vez que había visto el reloj eran las 4:48 de la mañana, así que pensó que durmió buen tiempo, sin embargo le dolía la cabeza de tanto pensar Anthony.

Se levantó de su cama yendo directamente al baño, cepilló sus dientes y después se dio un baño, el cual había desaparecido el dolor de cabeza que había sufrido desde que se había despertado. Salió del cuarto de baño ya cambiado y un agradable aroma inundó su nariz. Sonrió para sí y se encaminó a la cocina, encontrándose con Anthony el cual preparaba un buffet de desayuno.

Consistía de hot cakes, pan tostado, fruta, omelet, avena, una jarra de jugo de naranja y leche.

El más alto al notar su presencia sonrió y se acercó hasta el azabache, plantando un dulce beso en sus labios.

- Buenos días - Le dijo con una sonrisa, llevándolo hacia la mesa para que pudiese sentarse y probar todo lo que había preparado especialmente para él.

- Buenos días - El azabache miró toda la comida que yacía en la mesa, se veía deliciosa así que probó de todo un poco. Los hot cakes estaban esponjosos y calientes, con el sabor de la miel los hacía aun más ricos.

El omelet sabía delicioso, el queso derretido y el jamón hicieron una perfecta combinación.

La avena estaba en su punto, no era ni muy líquida ni muy sólida, ademas las pasas la hacían saber mejor.

Al final fue el plato con fruta y el pan tostado, eran las frutas de temporada ademas de que estaban algo frías pues el castaño las había puesto un rato en el congelador.

Cuando Haruka tomó asiento, Anthony hizo lo mismo y comenzó a tomar cada cosa que se le antojaba.

- Provecho - Miró al pelinegro con una amplia sonrisa y el otro se la devolvió. Comenzaron a comer muy a gusto. Anthony se miraba extremadamente feliz y Haru igual pero le seguía incomodando el hecho de pensar de las probabilidades que existían de que el chico frente a él era su amado Makoto.

Dejó el tenedor a un lado con el cual partía cada uno de los hot cakes, y su acción fue percibida por el castaño.

-¿No saben bien? - Le preguntó el más alto al azabache, el cual lo miraba fijamente.

-No, no es eso... saben bien - Le dedicó una leve sonrisa y un "me alegro" se escuchó de parte de los labios de Anthony.

Siguieron su desayuno tranquilamente, después de aquel buffet, Haruka quedó completamente lleno pues la comida que preparó el chico le pareció deliciosa, hasta pensó que de vez en cuando debía comerla junto con un pedazo de su preciada caballa. Aunque, si lo pensaba bien, a Makoto nunca se le dio el cocinar, todos decían que era un desastre en ese aspecto, que fue lo único que no heredó de su madre. Tal vez ese era un punto negativo hacia sus sospechas.

Después de que ambos limpiaran la casa, fueron hasta la sala para acostarse un rato en el sofá para tres personas, Anthony estaba debajo de él y Haruka estaba acurrucado en su pecho, tomó algo de aire y habló.

-¿Quién te enseñó a cocinar? - Pronunciaron los labios de Nanase acariciando un costado del castaño, no levantó su mirada ni se movió de su posición, el otro le acariciaba desde la nuca hasta la espalda baja.

-Mi madre, a ella le gusta mucho hacerlo, al principio no sabía pues me daba miedo pero me convenció porque me dijo "Si algún día te llegases a casar y te toca una esposa que no le gusta hacer nada, deberás alimentarla, no solo puedes comprar comida en la calle, además, imagínate cuando ella esté embarazada, tendrás que hacer muchas cosas que ella no podrás, incluida está el cocinar" - Rio después de haber recordado las palabras de su madre - Aunque dudo que yo llegase a tener una esposa o un hijo, creo que sólo lo dijo porque quería que fuese independiente y supiera hacer las cosas por mí mismo.

El azabache asintió, apretó sus labios, quería decirle todo lo que pensaba sobre él, sobre su verdadera identidad, tal vez si lo hacía pudiese recordar algo, aún no estaba del todo seguro pero su corazón le decía que sí, que efectivamente era Makoto quien estaba frente a sus ojos.

Y hablando de ojos.

- Anthony... - El otro no respondió pero le dio una palmadita el la espalda indicándole que lo estaba escuchando - ¿De qué color son tus ojos?

-¿Mis ojos? - Respondió con otra pregunta. Se removió en el sillón, Haruka se hizo hacia atrás para que ambos pudiesen sentarse adecuadamente. El chico castaño llevó sus dos manos hacia sus ojos y con sumo cuidado fue quitando algo de ellos, no le importaban las lentillas, igual debía comprarse otras. Las dejó sobre la mesita que estaba frente a él. Parpadeó varias veces y miró a Haruka - Son color esmeralda - Y sonrió.

Al momento en el que el chico volteó, los ojos de Nanase se abrieron como un par de platos, ¡eran idénticos a los ojos de Makoto!

Ahora estaba seguro de que era él. Mandó al diablo la idea de que Makoto no sabía cocinar, ¡solo le faltaba practica!

Tomó las manos del ojiverde y se acercó hasta él. El nerviosismo y la emoción le consumieron.

- Makoto, tú eres Makoto - Los orbes zafiro emanaban un brillo inigualable, Anthony se sorprendió ante las palabras del azabache.

- No, mi nombre es Anthony - Dejó salir una risita nerviosa, el pelinegro volvió a insistir.

- ¡Makoto! ¿Ya no te acuerdas de mi? Mírame, mírame a los ojos - Sus rostros se acercaron aún más, sus ojos no dejaban de hacer contacto, sus cuerpos se llenaron de emociones - Por favor, ¡dime que me recuerdas!

- No, lo siento, Haru-chan, no sé a qué te refieres - Anthony parecía asustado ante el comportamiento de Nanase.

- ¡Tú eres Makoto! Yo sé que tu lo eres, lo siento aquí... - Se tocó el pecho a la altura del corazón y bajó un poco la mirada - Sé... que tu lo eres... - Sus ojos querían soltar las lagrimas que estaban amenazando con salir - Tengo algunas sospechas de que lo eres... Tu voz, tus rostro, el color de tu cabello, tu amabilidad, el miedo que le tienes al mar, ¡tu perdida de memoria! - Se acercó aún más al chico, como si quisiese darle un abrazo - Y ahora que veo tus ojos, no me queda duda alguna, ¡tú eres Makoto! 

- ¡No, Nanase-san! - Le respondió, desde que se había conocido, jamás le había vuelto a decir Nanase-san. Estaba asustado, su mente se revolvía ante las palabras de Haruka, debía salir de ahí o su cabeza explotaría - Yo... lo lamento... - Soltó sus manos y se fue de aquella casa, salió corriendo como si su vida dependiera de ello.

* * * * * * * *

Siento que me van a asesinar pero creanme que me duele más a mi ;;
Pero no se preocupen, recuerden que para tener un arco iris, se necesita algo de lluvia¿?

Espero que les haya gustado uwu

- xunravel. 

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