Después de tanto.

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― ¿Por qué... ― Los tres contrarios le pusieron atención ― ¿Por qué no regresaron a Makoto?

Los señores de la casa abrieron amplios sus ojos, no se esperaban esa pregunta de parte del chico pelinegro frente a ellos.

Nanase esperaba una respuesta, se notaba en su rostro una preocupación que a cierto castaño le preocupaba de igual manera.

― Haru, creo que no es hora para...

― ¿Saben cuánto sufrí? ― La voz de Makoto fue interrumpida por el azabache, y de nuevo sus ojos dejaron escapar las lágrimas que Tachibana tanto odiaba ver.

Haru se llevó su mano a su rostro, deshaciéndose de las gotas saladas que recorrían sus mejillas, los padres del castaño bajaron la cabeza, sentían la culpa sobre sus hombros, pero, ellos solamente querían tener un hijo, alguien que les sacase una sonrisa sin pensar que otra familia estaría sufriendo, pensaban que tal vez los padres biológicos de Makoto estarían igual o peor que ellos, sin embargo, el hijo mayor de la familia Tachibana regresaría, y su hijo Anthony jamás, esa era la diferencia.

Las lágrimas de Nanase comenzaron a aumentar al igual que el tono de su voz, haciendo que los señores dueños de la casa se sintiesen aun más culpables de lo que se sentían, de alguna manera se consideraban a sí mismos como personas malas.

Makoto le dirigió una mirada a la señora y esta asintió de inmediato.

Ayudó a Haruka a levantarse y lo llevó a rastras hacia su habitación, en el transcurso hasta esta, el azabache se tranquilizó un poco.

Cuando llegaron, Makoto cerró la puerta con llave y llevó a Haruka hasta su cama.

― Haru, lo siento... perdóname ― No respondió, no tenía ni la más mínima idea del por qué de su disculpa ― No debí traerte sabiendo que tal vez reaccionarías de esa manera.

El pelinegro se sentó en la orilla de la cama y el castaño se arrodilló frente a él.

El delfín limpiaba sus lagrimas con ambas manos, aún se escuchaban sus hipidos de haber llorado nuevamente. La orca tomó entre sus manos el rostro de su amado y lo miró fijamente.

― Tranquilízate, Haru ― Susurró.

― Tengo derecho... a saberlo ― Dijo en voz baja ― ¡Tengo derecho a saber por qué no te regresaron a mi lado! ― Gritó.

Los orbes esmeralda se abrieron de para en par, sorprendido por el tono de voz que uso el contrario, las lágrimas aparecieron como si se trataran de alguna fuga en los ojos zafiro de su pequeño delfín.

― Haru-chan, por favor cálmate ― Comenzaba a preocuparse.

― ¿Calmarme? ― Contestó ― ¿Cómo quieres que me calme si estuve con las personas que te separaron de mi lado por tantos años? ― Se levantó de la cama haciendo que el castaño se sentara en el suelo apoyándose en los codos.

― Haru, ellos no tuvieron la culpa de nada.

― No quieras justificarlos solo porque fueron buenos contigo, Makoto ― Le gritó.

― Por eso mismo los defiendo, Haru-chan ― Respondía el castaño mirando con preocupación al azabache ― Ellos siempre han sido buenos conmigo.

Regresa, por favor... [MakoHaru]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora