Nadie observa.

18 4 0
                                    

Tenoch la esperaba sentado en una banca del parque, con una pequeña bolsa en las manos. Su ropa era sencilla, unos jeans desgastados y una camisa, pero había hecho el esfuerzo de peinarse, aunque un poco nervioso.

Rose llegó minutos después, con una linda falda, y una blusa que resaltaba su figura. Cuando lo vio, una sonrisa se dibujó en su rostro, aunque no podía dejar de notar su expresión algo tensa.

— ¡Hey! —saludó Rose, sentándose junto a él, notando de inmediato que estaba nervioso—. ¿Todo bien?

— Sí, sí. Todo bien. —respondió él, pero el tono de su voz lo delataba.

Ella frunció el ceño, pero decidió no insistir. En vez de eso, miró hacia el cielo, disfrutando del ligero viento que hacía danzar las hojas.

— ¿Cómo ha estado tu papá? —preguntó Tenoch, cambiando el tema, preocupado. Sabía que últimamente el comportamiento de su padre había afectado mucho a Rose.

Rose suspiró, su mirada se apagó un poco.

— No ha cambiado mucho. Ya sabes cómo es. Pero bueno... estoy bien. Mi mamá también está ocupada con el trabajo.  A veces siento que soy yo quien tiene que llevar la casa. —dijo Rose—. Pero estoy aquí, contigo, y eso me hace sentir mejor.

Tenoch sintió un nudo en el estómago. Sabía lo fuerte que era Rose, pero también sabía cuánto le pesaba cargar con esas cosas.

— Eres increíble, Rose. —dijo él en voz baja, casi como si lo dijera para sí mismo.

Ella lo miró, curiosa por el comentario.

— ¿Por qué lo dices?

— Porque, a pesar de todo lo que vives, siempre eres fuerte... no sé, a veces siento que yo... —se interrumpió, sin saber cómo expresar lo que quería—. Tú vienes de una familia que tiene muchas cosas, tu padres aún, tienen, ya sabes, tienen una empresa que tratan de poner en pie, pero la tienen, aunque están en problemas, sigues teniendo más que yo. Yo... no tengo mucho que ofrecerte.

Rose lo miró con seriedad y tomó su mano.

— Eso no me importa, Tenoch. Lo que me importa es que tú siempre estás ahí para mí. Eres mi apoyo, mi calma cuando todo lo demás se siente caótico. Lo demás me vale madre

Él la miró, sus ojos brillaban con la emoción contenida. Era el momento.

— Rose, yo... —dudó, pero luego sacó algo de la pequeña bolsa que había estado sosteniendo todo el tiempo. Era un cassette. Lo había grabado con canciones que significaban algo para los dos—. Esto es para ti. Son canciones que me recuerdan a ti... a nosotros.

Ella tomó el cassette con una sonrisa.

— ¿Lo grabaste para mí? —preguntó, emocionada.

— Sí. Y también... —Tenoch se levantó, un poco inquieto, respiró profundo y, finalmente, se armó de valor—. Quiero que sepas que... me gustas mucho. Ya lo sabes, pero lo que no te he dicho es que... me encantaría que fueras mi novia, que me des ese, honor, de ser tu novio

Rose lo miró en silencio, con los ojos brillando por las palabras de Tenoch. Había esperado tanto ese momento, pero aún así, escuchar la propuesta la hizo sentir un nudo en la garganta. Sonrió de lado, con esa picardía característica de ella.

— ¿En serio? —bromeó un poco, aunque su corazón latía rápido—. ¿Y por qué te tomó tanto decirme eso?

Tenoch se rascó la cabeza, nervioso.

— Porque... no quería hacerlo mal. Quería que fuera especial. Pero si quieres... o no...

Rose no lo dejó terminar. Se levantó, acercándose a él, y sin previo aviso lo abrazó fuerte. Su perfume suave lo envolvió, y Tenoch sintió que todo su cuerpo se relajaba con ese gesto.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 5 hours ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Te estoy mirando (Nadie nos va a extrañar) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora