"Amor Y Odio"

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Caminamos por un rato, me sentía algo asustada pero esta vez no me dejaría intimidar, empuñe mi varita por si él decidía atacarme.

Pero para mi sorpresa llegamos a un lugar en el bosque decorado e iluminado con velas, creando un ambiente enigmático y misterioso. Las velas proyectaban una luz suave y cálida en torno a nosotros dos, y el bosque parecía cobrar vida con sus sombras, movidas por el chisporroteo de las llamas.

- Te pedí que no asistieras al baile, dijo, con voz llena de frustración.
Y sabía que lo harías, pero no usaste el vestido que te mandé.

¿El vestido blanco era de Snape?, ¿Él ve en mi lo que realmente soy?... Pensaba mientras lo miraba sorprendida.

Su tensión era prácticamente palpable en el aire, reflejando su desilusión.
Pude ver algo distinto en él, estaba segura que tenia las intenciones de bailar conmigo.

-No hay música por que este es un secreto entre tu profesor favorito y tú.

-Dame un momento, tome mi bolso y fui atrás de un árbol y de mi bolso mágico saqué el vestido blanco y me lo puse, la verdad es que lo cargaba por que sentí algo especial pero me mataba la idea de usar algo que pensé que me había mandado Harry... Así que me cambie el vestido, sonreí y tome  mi celular.

-Mira con esto tendremos música, el miro y yo puse "I hear a symphony" la atmósfera se llenó de una melodía suave y etérea. Snape al ver mi sonrisa y el vestido blanco, sintió un leve estremecimiento de sorpresa, pero también de reconocimiento de un deseo en su interior.

-¿Me concede este baile profesor?
Severus me miró de arriba abajo, con una mirada atenta y calculada. El vestido blanco parecía resaltar mi figura y resaltaba cada curva de mi cuerpo, pero era el tono del cabello el que lo tenía embelesado. Era un color diferente pero a la vez le parecía encantador.

-Te ves

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-Te ves... hermosa, dijo con sinceridad, su mirada fija en mis ojos.
Aunque Snape se veía  tomado por sorpresa, no podía negar el deseo que sentía crecer dentro de él. Aceptó mi petición de bailar y me tomó de la mano, guiándome hacia el espacio iluminado por las velas.
Mientras la música suave y etérea nos rodeaba, comenzamos a movernos con lentitud y elegancia.

Snape me sostenía con una delicadeza casi reverencial, sus pasos eran seguros y su mirada fija en la mía. Podía percibir la fragilidad que emanaba de mi, y esa sensación de ser capaz de romperme, de destruírme sin querer, lo llenó de una sensación de vulnerabilidad que nunca había sentido antes. Era extraño y extraño, pero a la vez, él quería mantener esa sensación de fragilidad, de delicadeza, como si solo por esa única noche yo fuera realmente suya. Al zonido de esa canción me tomo entre sus brazos y me dio vueltas haciéndome lucir aún más ese vestido y al borde del clímax pensé que  estaba firmemente determinada a no dejar que Snape me tocara, pero  cada pequeño roce de su cuerpo contra el mío parecía disparar una serie de emociones desconocidas dentro de mí. Era confuso, extraño, y sin embargo, irresistible. Podía sentir cómo mi corazón palpitaba con fuerza en cada instante, y mientras seguía bailando, no podías evitar preguntarme si lo que sentía era realmente amor.
Él era la noche, y yo el día, dos polos opuestos que se atraían como imanes.

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