De vuelta

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John B:

Seguramente se pregunten qué sucede después de encontrar la ciudad perdida de El Dorado, volar por los aires, perder a tus padres y quedar varados en Sudamérica con un montón de oro. Bueno, los pondré al día.

Primero, debes conseguir transporte a casa, dormir unas tres semanas y, cuando finalmente llegas… hacer las paces con la familia.

-¡Volvemos a casa! -gritó Nathan, caminando hacia la casa de Sullivan.

-¡Sí! -respondió Sulli, feliz.

-¿Sigue siendo de ustedes? -preguntó Nathan.

-Creo que sí -dijo Sullivan-, pero no tengo llaves.

-Rompe un vidrio -ideó Madison.

-Esa no es una buena idea -John B cerró los ojos, cansado.

-¿Hay otra opción? -preguntó Sarah.

-No. -Nathan tomó una piedra del suelo y la lanzó directo al vidrio-. Listo, ¡vas, Madison! Entra por la ventana y abre la puerta.

-Ahg -rodó los ojos.

-Ten cuidado con los vidrios en el suelo, porque si no te pasa una cosa, te pasa otra -le pidió Sullivan.

-Ok -la chica entró por la ventana con cuidado y sonrió al ver que la casa estaba igual que cuando se fueron, aunque ellos ya no eran los mismos-. ¡Listo! -abrió la puerta.

-¡Sí! Ya era hora -todos entraron.

Madison fue la primera en cruzar la puerta, lanzando su mochila al suelo y colapsando en el sillón como si fuera su santuario. John B la siguió, junto con Sarah, tomados de la mano y cojeando un poco por la caminata. Nathan entró a paso lento, tomando aire como si cada respiración le devolviera un poco de vida. Sulli se quedó en la puerta por un momento, observándolos con una mezcla de afecto y frustración.

-De verdad pensé que esta vez no regresaríamos -confesó Sulli, su voz más suave y vulnerable. Los chicos levantaron la vista, sorprendidos por su tono.

-Sulli, somos como gatos. Tenemos al menos siete vidas más -bromeó John B, aunque aún dolidos por lo sucedido con Big John.

-Pues ya han usado cinco, así que les quedan dos. ¡Dejen de desperdiciarlas! -sonrió.

-Está bien, está bien. Ya aprendimos la lección. Ahora, ¿habrá algo de comer? -dijo Nathan, acostándose junto a Madison.

-Nathan, no estuvimos aquí mucho tiempo, probablemente la comida esté echada a perder -Sulli bufó, dirigiéndose a la cocina mientras gritaba por encima del hombro-. No hay nada.

-Pensé que no la contábamos, especialmente cuando esa tormenta nos agarró desprevenidos -admitió Sarah con un tono más serio.

Sulli frunció el ceño.

𝙠𝙞𝙨𝙨 𝙈𝙚-𝐉𝐉 𝐌𝐀𝐘𝐁𝐀𝐍𝐊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora