como si fuera la última noche

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La brisa nocturna era fresca, y las luces de las linternas colgadas en los árboles iluminaban el camino. Mientras avanzábamos, vi destellos de velas y escuché música suave que venía de un rincón de la playa. Al llegar, mi corazón dio un vuelco.

Ahí estaba jj, parado junto a una mesa improvisada pero perfectamente decorada con flores silvestres, velas y mantas para protegernos del viento fresco. La luna se reflejaba en el mar, y las olas proporcionaban el telón de fondo perfecto para lo que parecía una escena sacada de una película.

-¿Qué es esto? -pregunté, sorprendida, mientras Sarah me daba un ligero empujón para que avanzara sola.

jj se giró hacia mí con una sonrisa nerviosa, frotándose la nuca como si esperara que me riera de él.

-Pues, no sé... Tal vez algo especial para ti -dijo con su tono despreocupado, pero sus ojos lo traicionaban. Estaba nervioso, como si esta noche significara más de lo que quería admitir.

Me acerqué lentamente mientras él apartaba una silla para que me sentara.

-Hiciste todo esto tú... ¿por mí? -le pregunté, aún tratando de procesarlo todo.

-Tuve un poco de ayuda -dijo, señalando a lo lejos, donde pude distinguir las siluetas de nuestros amigos escondiéndose torpemente detrás de unas palmeras, tratando de no ser descubiertos.

-No puedo creer que hicieras esto -murmuré, aún asimilando el esfuerzo y los detalles.

-Bueno, me caló lo de la cita y dije: ¿por qué no? Se lo merece... -dijo jj mientras me servía un poco de jugo en un vaso que claramente era de plástico, porque, bueno, seguíamos siendo los Pogues.

La cena fue sencilla pero llena de significado. jj había preparado unos tacos envueltos en papel aluminio y traído unas fresas. Mientras comíamos, me contó anécdotas tontas de cuando era niño, y yo no podía dejar de sonreír.

La cena había sido perfecta, incluso en su sencillez. jj no dejaba de hacerme reír con sus historias y su forma torpe de servirme el jugo, como si estuviera manejando vino caro en lugar de un vaso de plástico. Me sentía ligera, como si el mundo fuera un poco más fácil de llevar cuando estaba con él.

Después de que terminamos de comer, él se quedó callado por unos segundos, mirando al horizonte donde el mar se unía con el cielo oscuro, iluminado solo por la luna y las estrellas. Era raro ver a jj callado.

Finalmente, se giró hacia mí, con esa mirada seria que rara vez mostraba, pero que siempre lograba desarmarme.

-Madison -comenzó, y su voz sonó más suave de lo habitual-. A veces siento que no soy lo suficiente, ¿sabes? Como si no pudiera darte lo que mereces.

Abrí la boca para protestar, pero levantó una mano, pidiéndome que lo dejara continuar.

-Pero luego te miro... -jj hizo una pausa, su respiración temblando un poco-. Y me doy cuenta de que no importa lo que tenga o lo que me falte. Lo único que quiero es estar contigo. Donde quiera que vayas, ahí es donde te seguiré.

Sus palabras me dejaron sin aliento, pero antes de que pudiera decir algo, tomó mis manos entre las suyas y continuó.

-Nadie tiene prometido el mañana, Madi. Así que quiero amarte cada noche como si fuera la última noche.

Mi corazón latía con fuerza, pero él siguió hablando, sus palabras resonando en la brisa nocturna.

-Si el mundo se estuviera acabando, quiero estar a tu lado. Si la fiesta terminara y nuestro tiempo en la Tierra se acabara, me gustaría abrazarte solo por un rato... y morir con una sonrisa. Mads, no hay otro lugar donde quisiera estar más que contigo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero no de tristeza, sino de una emoción tan fuerte que no podía contenerla. Nadie me había hablado así antes, y viniendo de jj, alguien que escondía sus sentimientos detrás de bromas y sonrisas despreocupadas, esas palabras tenían un peso increíble.

-jj... -comencé, pero mi voz se quebró.

Él soltó una risa suave, nerviosa, y se levantó, ofreciéndome su mano.

-¿Bailamos?

Tragué el nudo en mi garganta y tomé su mano.

-No sé bailar -dije, aunque apenas podía formar las palabras.

-Yo tampoco. Pero si me pisas, prometo no quejarme -respondió con esa sonrisa traviesa que me derretía.

Nos balanceamos torpemente bajo las estrellas, nuestras risas mezclándose con el sonido de las olas. En ese momento, con sus brazos alrededor de mí y su corazón tan cerca del mío, supe que jj tenía razón. Nadie tiene prometido el mañana, pero si este fuera mi último día, no lo cambiaría por nada.

Bailamos bajo las estrellas, moviéndonos al ritmo de una música que solo nosotros podíamos escuchar. jj tenía esa habilidad de hacerme olvidar el mundo, de crear un refugio donde solo existíamos él y yo.



Cuando la canción terminó, seguimos abrazados. Sentí su respiración en mi cuello, tranquila pero cargada de algo que no podía describir. Me aparté ligeramente para mirarlo, y sus ojos estaban fijos en mí, como si estuviera grabando cada detalle de mi rostro en su memoria.

-¿Sabes algo, Madi? -dijo en voz baja, sus dedos jugando con un mechón de mi cabello-. Nunca pensé que alguien como tú querría estar con alguien como yo. Pero cada vez que estás cerca, me siento como el tipo más afortunado del mundo.

No pude evitar sonreír, aunque las lágrimas seguían amenazando con salir. jj era todo lo que nunca supe que necesitaba, y en ese momento, no tenía dudas de que yo también era lo mismo para él.

-Yo también me siento afortunada -murmuré, apenas audible, pero lo suficientemente alto para que él me escuchara.

Sin decir nada más, jj inclinó la cabeza y me besó. Fue suave al principio, como si temiera que el momento se rompiera, pero pronto se volvió más profundo, lleno de todo lo que no podía decir con palabras. Mi corazón latía tan rápido que estaba segura de que él podía escucharlo.

Cuando nos separamos, jj me tomó de la mano y me miró con una mezcla de dulzura y algo que no podía nombrar.

-Quiero que esta noche sea solo nuestra -susurró, su voz cargada de sinceridad.

Asentí, incapaz de hablar, y lo seguí mientras me guiaba de regreso por el sendero hacia la casa. El ambiente era distinto, más íntimo, como si el universo mismo estuviera conspirando para mantenernos en nuestra pequeña burbuja.

Al llegar al cuarto, jj encendió una luz tenue que apenas iluminaba el espacio. Cerró la puerta detrás de nosotros y se acercó, envolviendo mis manos con las suyas.

-Madi, no sé qué vaya a pasar mañana ni el día después de eso -dijo, mirándome como si yo fuera lo único que importara en el mundo-. Pero esta noche, quiero demostrarte cuánto te amo.

Sus palabras me derritieron. Lo besé de nuevo, más segura esta vez, dejando que todo lo que sentía por él hablara por mí. Entre risas suaves y susurros, dejamos que la noche fuera testigo de algo que era solo nuestro.







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20:38 p.m.
25-11-24

𝙠𝙞𝙨𝙨 𝙈𝙚-𝐉𝐉 𝐌𝐀𝐘𝐁𝐀𝐍𝐊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora