Dos: accidentes y cuerpos desnudos

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️Editado❄️

Snow

A veces siento que mi mente es más poderososa que yo. Me controla aunque yo no quiera, y no se cómo detenerlo. Miles de pensamientos le invaden constantemente, no se detiene. Estoy cansada: cansada de que me utilicen, cansada de que me vean como ingenua, cansada de que se metan en todo lo que hago, que se vean con el derecho de opinar sobre lo que hago, lo que no, mis decisiones. Estoy cansada y no se de que forma pararlo.

Lo último que esperaba está noche/madrugada era terminar en la casa de un desconocido que por alguna forma me inspiró confianza. Quizás fueron sus ojos, que transmitían la misma tristeza que los míos, sus voz pausada y calmada haciéndome sentir tranquila o a lo mejor fue que me ayudó sin siquiera conocerme, pero todo eso me ha llevado a estar envuelta en sus brazos y tener un momento de vulnerabilidad que hacía mucho no me permitía sentir.

Su casa me transmite la misma calma que él, tiene su vibra. No sé su nombre, pero quiero volverlo a ver.

***

«Eres una niña tonta».

«Albina fea y llorona».

«Muerete y así dejaremos de ver tu fea cara».

Me despierto con la respiración acelerada y sintiendo un rastro húmedo por mis mejillas. No tardo en darme cuenta que son lágrimas que he derramado.

Pesadillas, más pesadillas. Ya no quiero más. Han pasado más de once años, que es mucho tiempo, pero siempre de una forma u otra los recuerdos, o más bien las pesadillas, vuelven a mi. A veces por un factor externo, otras veces por mi propia mente. Pero siempre vuelven.

Mi mente nunca está en silencio.

Bajo de la cama sintiendo el cuerpo pesado, tomo mi celular para revisar la hora dándome cuenta que son las cuatro de la mañana, en dos horas tengo que estar en el aeropuerto. Ya mejor ni me duermo.

Abro la puerta silenciosamente y miro a mis alrededores a ver si hay alguien. Cómo no hay nadie, me dirijo al baño intentando no hacer ruido. Y la verdadera sorpresa me la llevo cuando abro la puerta:

El desconocido. Desnudo. En la ducha.

Me quedo paralizada por un momento, y él también al darse cuenta de mi presencia. Mis ojos bajan incondicionalmente a su entrepierna pero los subo muy rápido. Siento mis mejillas enrojecer.

—Estem...

Sin saber que decir, salgo y cierro la puerta dirigiendome otra vez a la habitación. Pero, a diferencia de como salí, entro con la respiración agitada y no por el sueño.

Para ser sincera, el chico está muy bueno. Y la visión de él desnudo me aceleró de una forma rara.
Bueno, rara no, se lo que es excitarme, pero este chico no tendría por que acelerarme.

Aprovecho para cambiarme de ropa y ponerme algo más cómodo para el viaje porque es bastante largo. Así que termino optando por un top negro con poco escote y un pantalón holgado del mismo color, dejando mi abdomen al descubierto. Pocas veces he hecho eso. Desde hace años he trabajado en mi autoestima, haciendo cosas que salgan de mi zona de confort. Y lo estoy haciendo bien, no es algo que se logre de un día para otro, pero estoy orgullosa de mi y lo que he logrado. Todavía no estoy en la etapa de ir en bikinis a una piscina, pero se que llegaré.

Acompaño mi atuendo con unos tenis blancos, y listo.

Para las pasarelas te irás.

Dado que no puedo estar aquí encerrada porque tengo hambre, decido salir, encontrándome al desconocido en la cocina. Mierda.

Las Palabras De Snow [Inspiración 1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora