EL QUE NO PODÍA AMAR

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El malvado Dimensino se acercó a la multitud con paso lento, pero imponente, observando a todos con el ceño fruncido. Alrededor de su muñeca izquierda llevaba el reloj de Colomba y Vania.

La fantasma miró a su amiga y ella le devolvió la mirada con el corazón a punto de salir de su pecho.

Al observar a los humanos, el Dimensino sonrió maquiavélicamente.

—Vaya, vaya... ¿Qué tenemos aquí?

—Tiene un aura oscura... —farfulló Vania, muerta de miedo, Colomba jamás la había visto tan asustada—. Puedo verla... es como si no tuviese alma. No habrán suplicas que puedan contra él.

—Entonces es verdad que no tiene alma —murmuró Gastón.

Lituaff sacó el reloj de su muñeca.

—¿Han venido por esto, verdad?

El joven cuadró los hombros.

—¡Lo robaste! ¡Ese reloj pertenece a mis amigas!

El dimensino torció su boca formando una mueca similar a una tenebrosa sonrisa.

—¡Devuélvelo! —rugió el joven.

—Por este maldito objeto viajé a la Tierra... lamentablemente fue una pérdida de tiempo —Lo arrojó al suelo con violencia y lo pateó con su bota, machacándolo una y otra vez.

Colomba gritó.

—¡NO! —chilló Vania. 

—¡Por favor, no! —rogó Colomba, sintiendo que una parte de su alma se desgarraba en mil pedazos como su preciado reloj en el suelo. Con la mente en rojo por la furia, corrió hasta Lituaff con afán de atacarlo, pero dos grises la retuvieron. La chica se retorció con violencia y se liberó, entonces dos Dimensinos ayudaron a detenerla.

—¡No vayas, te matará!

—¡No me importa! ¡Suéltenme!

—No... dios... no...

El ectoplasma de Vania tembló parpadeando con tanto dolor que cantó una pequeña melodía de tristeza haciendo estremecer a todos los habitantes de Dimensis. Cuando terminó de cantar farfulló con profunda pena:

—Nuestro reloj... una parte de mi alma ha desaparecido... ¡duele! ¡Duele! Nunca pensé que sentiría dolor después de la muerte... duele de verdad —y lloró mientras su espíritu de debilitaba un poco más.

—¡Te odio! —gritó Colomba.

Gastón corrió hacia ella y la retuvo por la muñeca, ella trató de resistirse, pero su amigo fue implacable y no la soltó.

—¡Déjame!

—¡Quiero que luches contra él, pero no sola! —gritó su amigo, haciéndola reaccionar. Entonces la abrazó y Colomba se quedó muy quieta, impresionada por su gesto, sin embargo cerró los ojos y se dejó llevar por el contacto físico. Le devolvió el abrazo con fuerza e intentó calmar su furia poco a poco.

Lituaff ladeó la cabeza, y frunció el ceño. De pronto, parecía conmocionado.

—Odio con tanto ímpetu, al igual que tú —susurró a Colomba, mirándola directamente a los ojos—. Y de esa forma me gustaría poder amar para sentirme completo, para ser perfecto —el tono de su voz se suavizó engañosamente. Se llevó una mano al pecho—. Porque siento que algo me falta. ¡Porque quiero amar tanto como quiero matarlos!

—Si tanto quieres hacerlo —gruñó Gastón— ¿Por qué no te atreviste cuando le robaste su reloj a mi amiga? ¿O es que enviaste a algún esbirro tuyo a la Tierra?

VIAJE AL PLANETA DIMENSISWhere stories live. Discover now