EL HÉROE

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Afortunadamente, esta vez la caída fue mucho más suave.

El suelo parecía una mezcla de espuma, algodón y pasto sintético, sin embargo no podían estar seguros de ello, ya que el entorno estaba rodeado de la más absoluta oscuridad. A pesar del miedo que sentían, les invadió repentinamente una ola de somnolencia.

—No puedo ver nada —farfulló Colomba, dando un bostezo—. No sé qué me pasa, pero me ha entrado un sueño enorme.

—No puedo mantener los ojos abiertos —murmuró Gastón tumbándose en el suelo y quedándose profundamente dormido.

—Vania, no puedo más —dijo la joven a la fantasma—. No logro mantenerme en pie.

—Tranquila —la consoló Vania—. El viaje interdimensional los tiene agotados. Descansen un poco. Yo velaré en caso de cualquier cosa.

Colomba ya no escuchó sus palabras, pues se tendió junto a Gastón y comenzó a roncar con suavidad. El felino se tumbó junto ellos y también se quedó dormido.

***

Después de unos minutos, Gastón fue el primero en abrir los ojos. Se despertó sobresaltado con un foco de luz sobre su rostro.

—¡Tranquila! —dijo Vania y el chico se percató de que su ectoplasma brillaba—. No hay peligro. Este lugar parece vacío, pero no me atreví a alejarme mucho más.

Los párpados de Colomba tiritaron. Abrió los ojos y se puso de pie de un salto, asustando a César, quien bufó ofendido.

—¡Me dormí! ¡Me dormí! —se lamentó.

—No pasa nada —la calmó su amiga—. Solo han pasado unos minutos.

Colomba la miró.

—¿Por qué estás emitiendo luz? ¡Puede ser perjudicial para ti!

—No temas, Colomba. Sé cuanta energía debo utilizar para no desaparecer.

—¡Ni hablar! —la regañó su amiga—. Acabas de luchar con Dursé.

—Denme un minuto —repuso Gastón, rebuscando en su mochila—Traje una linterna.

—No —contestó Vania rápidamente—. Debemos ahorrar pilas, no sabemos que nos deparará más adelante.

La luz que emitía no era tan potente, pero al menos servía para que pudieran ver sus rostros. Colomba se cruzó de brazos, intranquila. Quería seguir argumentando, pero el estómago de Gastón rugió y la fantasma se echó a reír.

—Tienes hambre ¿eh?

El joven se sonrojó.

—La verdad es que también tengo un poco de apetito —añadió Colomba. La luz de Vania se reflejaba en sus ojos verdes—. Podemos comer un poco.

Gastón le convidó un puñado de almendras y un trozo de chocolate, también bebieron agua de una botella. Colomba juntó las manos y pidió a su amigo que le vaciara un poco para darle a César. El gato lamió con avidez. El joven le dio a probar chocolate, pero el gatito lo despreció.

—¿Qué será de él si no come? —quiso saber Colomba.

Sus amigos se encogieron de hombros con preocupación.

—¿Dónde estamos? —preguntó el joven—. Parece una dimensión abandonada.

Colomba se estremeció. Vania intentó sonreír para infundirle ánimos.

—Oigan ¿Cuáles fueron los deseos más anhelados de sus corazones para llegar a esta dimensión? El mío fue que encontremos el reloj y volvamos sanos y salvos a la Tierra.

VIAJE AL PLANETA DIMENSISWhere stories live. Discover now