LA TIERRA

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Silencio

Oscuridad

Luz tenue

Respiraciones agitadas

Latidos de corazón.

Gastón tardó en darse cuenta de que el ruido cardiaco provenía del suyo. Su ritmo se ralentizó poco a poco. Ya no sentía el viento, solo la presencia reconfortadora de Colomba junto a él.

Sus ojos grises poco a poco se acostumbraron a su nuevo entorno. Ya no estaban en la nave, sino que yacían bajo un cielo estrellado, parados sobre una escalera de cemento.

—¿Estamos...? —comenzó a preguntar la joven con voz temblorosa.

Gastón inspiró.

—¡...En Santa Rosa! ¡Colomba, estamos en nuestro colegio!

Todo era emotivamente familiar, el suelo, la reja de la entrada principal, el baulito de herramientas donde se había abierto el portal...

Los ojos de su amiga se llenaron de lágrimas, pero aún parecía desconfiada.

—¿Estás seguro? ¿No será otra versión como en el mundo de los deseos?

—No, no lo es —contestó Vania con convicción—. Es la Tierra, la verdadera quiero decir. Lo siento en mi ectoplasma. ¡Hemos vuelto, amigos míos!

Los chicos dieron un grito de alegría y se abrazaron temblando. La fantasma comenzó a bailar, celebrando el regreso.

Su ectoplasma comenzó a descender sobre sus hombros. Los chicos interrumpieron su abrazo para observarla con extrañeza.

—¿Qué haces? —le preguntó Colomba son una sonrisa—. ¿Estás mirando algo a la distancia?

La fantasma suspiró largamente.

—Me llaman... el Limbo viene a buscarme y no puedo evitarlo.

—¿A qué te refieres? ¿Tienes que irte? —el vientre de Colomba se contrajo.

—¿Volverás a visitar a Colomba, mañana? —preguntó Gastón, aunque en el fondo sabía que su amiga no se refería a eso.

El ectoplasma de Vania se elevó un poco más.

—Ya no puedo volver... no hay nada que me ancle a la Tierra. Debo regresar junto a mi abuela. Es hora de irme, amigos míos.

Colomba parpadeó y sintió que su alma se rompía nuevamente. Las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos comenzaron a caer como ríos de aguas desoladas. Primero César y ahora, Vania. No es justo.

—No estoy preparada para dejarte ir. ¿Cómo voy a vivir sin ti?

—Aprenderás —respondió la fantasma con ternura—. Si algo he aprendido después de muerta es que nada es insoportable en la vida humana.

—¡No te vayas, Vania, no me dejes por favor. ¡Quiero abrazarte! ¡Quiero que te quedes a mi lado!

Su amiga emitió un sonido parecido a un sollozo.

—No quiero irme. En estos momentos tengo ganas de llorar. No puedo porque soy un fantasma —su ectoplasma tembló—, pero duele, oh, no saben cuánto duele. Si dependiera de mí, me quedaría para siempre con ustedes. Los quiero con toda mi alma. Pero también extraño a mi abuela, y el Limbo me llama. No me olviden, es lo único que les pido.

Gastón tragó saliva. Sus ojos verdes lucían melancólicos.

—¡Jamás te olvidaremos!

—Tu recuerdo estará siempre en mi corazón —exclamó Colomba.

VIAJE AL PLANETA DIMENSISWhere stories live. Discover now