¿DÓNDE ESTÁ EL COLLAR?

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Colomba... Colomba... Colomba...

Gastón tenía un pequeño chillón en la frente, pero no sentía dolor. Su mirada estaba fija en su amiga, quien no reaccionaba y estaba pálida.

—Colomba, despierta, por favor —suplicó, apretando los puños.

Vania daba vueltas a su alrededor, inquieta.

—No está muerta —susurró en un vago intento de calmar al muchacho— Su espíritu sigue dentro de su cuerpo.

—¡Ni se te ocurra pensar lo contrario! —gruñó Gastón, furioso.

César se acercó a olfatear el cabello de la chica, maullando suavemente. El joven lo hizo a un lado con la mano.

—César, ahora no.

Vania miró su entorno. Estaban en una especie de salón muy elegante, digno de los palacios de los reyes más ricos de la Tierra. Varios espejos cubrían las paredes con exquisitos marcos dorados y decorados con perlas. Los sofás y sillones eran de felpa y del techo colgaban varias lámparas de lágrimas.

Los párpados de Colomba temblaron como aleteos de mariposas. Abrió los ojos lentamente.

—¿Qué... sucedió?

Gastón soltó un grito de alegría, pero reprimió los deseos de abrazarla. Vania dio un respingo.

—¡Gracias a Dios que despertaste! —exclamó sonriendo.

Su amiga gimió tratando de incorporarse.

—Auch...

—Despacio —dijo Gastón dándole la mano para ayudarla a incorporarse—. Te pegaste en la cabeza.

La joven se palpó la nuca y descubrió que tenía un chichón. Vania le examinó la cabeza.

—No tienes sangre —dijo con alivio

Gastón extrajo una pomada de su bolsón y aplicó un poco sobre el chichón de su amiga. Lo hizo con tanta ternura que Colomba suspiró, sintiendo que mariposas de colores revoloteaban desde su estómago hasta su corazón.

—¿Te duele? —preguntó el muchacho con el rostro tenso.

Ella negó con la cabeza. Sentía una punzada palpitante en el lugar donde se había pegado, pero no quería preocupar a sus amigos.

—¿No estás mareada ni ves doble? —quiso saber Vania.

—Estoy bien —dijo Colomba reprimiendo una sonrisa—. Que suerte que aún conserves tu mochila, Gastón ¡el viento que nos envolvió fue tan fuerte que por un momento temí que saldríamos expulsados como balas!

—Fue horrible —farfulló su amigo, tragando saliva.

—Pero... ¿Gadot y Rastor... están...?

—Creo que se curarán —dijo Vania con voz tranquilizadora—. Recuerda que se pueden reparar entre ellos.

Colomba asintió despacio. Ahora que estaba mejor, Gastón prestó atención a su entorno.

—¿Dónde estamos?

Su amiga siguió su mirada. Había algunas puertas en el elegante salón y un par de ventanas con forma de flores, gatos y nubes. Se asomaron para mirar hacia afuera, pero no vieron más que un bosquecillo lleno de vegetación y árboles de múltiples colores. El canto de los pajarillos rodeaba el lugar como un coro celestial.

—¿Esas plantas serán robots? —preguntó Gastón.

—No lo creo —repuso la fantasma—. Se ven reales. Además, estamos en otro mundo.

VIAJE AL PLANETA DIMENSISWhere stories live. Discover now