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Todo eso fue antes de que la labor de los Pogues en la búsqueda del Dorado se hiciese pública. Y entonces, pasaron a ser héroes.

Ahora volvían a estar a la carga.

El mismo hombre que les captó en la ceremonia en su honor les había citado en su casa. Un lugar desamparado y triste.

Por lo visto un antepasado suyo fue quien asesino a Barbanegra y a su esposa, Elizabeth. Según les contó, desde ese momento, el fantasma de la mujer se les ha estado apareciendo a los miembros de la familia. Y todos ellos, tuvieron una muerte violenta.

Los amigos conocían el lugar por las diversas historias que se contaban sobre él, todas bastante tenebrosas. Se extendió que la hija del hombre que les hizo llamar murió ahogada junto a su bebé. Y según les había contado su padre, ella vio a Elizabeth una semana antes de morir.

Pero les había llamado porque ahora parecía ser su momento, Elizabeth se le había aparecido a él. Y quería detener la maldición antes de que fuese demasiado tarde para él.

Les habían contactado para que cumpliesen el último deseo de la esposa del pirata, y así librarle de una muerte catastrófica. Debían encontrar un amuleto de esta misma, el problema es que se encontraba en El Adventure, el último barco de Barbanegra.

Según los registros, el amuleto seguía dentro cuando lo hundieron frente a Goat Island.

El traje de buceo se ajustaba al cuerpo de Meira casi quitándole la respiración, o esa es la sensación que le daba a ella.

— No os olvidéis de la parada de seguridad, a cuatro metros y medio, tres minutos. — advirtió Pope.

— Claro. — contestó Meira notablemente nerviosa.

JJ le tendió la mano para acercarla a él.

— ¿Estás bien? — preguntó sosteniéndola de la cintura.

— Si, si. — se apresuró a contestar.

Ambos se sentaron al borde del barco y se sumergieron a la vez en el agua.

Todo estaba muy oscuro así que tenían que ir con linternas para poder ver algo. Cuando dieron con el barco los dos se separaron para ir en busca del amuleto.

Fue JJ el primero en encontrar el cabecero en el que se suponía que estaba escondido. Meira observó a su alrededor hasta que se topó con un arpón, que desde luego no era de JJ. Alarmada fue a buscar al rubio cuando unas manos la atraparon por detrás. Forcejeo todo lo que pudo hasta que sintió como la tela de su chaleco se desgarraba y quitaban de su espalda la bombona de oxígeno.

Después de eso la soltaron, y se sentía mucho más ligera, pero no tenía más que el aire de sus pulmones, el cual no sería suficiente ni si quiera para volver a subir.

JJ estaba encerrado en una de las habitaciones del viejo barco. Golpeó la puerta con una roca hasta que consiguió hacer un agujero que le daba paso al pestillo.

En cuanto vio a su novia, se sacó el respirador de la boca y se lo colocó a ella, quien lo recibió angustiada.

La bombona comenzó a pitar avisando de que les quedaba poco oxígeno.

— Nos largamos. — dijo JJ como pudo.

La tomó de la mano, aunque eso pudiese dificultarle el nado, y tiró de ella hacia la superficie. No les quedaba apenas oxígeno para los dos y aún seguían con el miedo a flor de piel por el encontronazo que habían tenido abajo, así que no tuvieron en cuenta la parada de seguridad.

— ¿Estás bien? — preguntó JJ una vez consiguió llenar sus pulmones de aire.

— Si. — respondió Meira agitada. — Joder, había alguien más allí abajo.

Inmersos en la noche los dos comenzaron a buscar a sus amigos. Una vez les localizaron nadaron rápidamente hacia ellos, antes de encontrarse con quien les había atacado.

— La escalerilla. — pidió JJ.

— ¿Y tu chaleco hidrostático? — preguntó Pope mientras agarraba las manos de Meira para ayudarla a salir.

— No lo tengo.

— Había un tío que ha intentado matarnos. — informó JJ.

— ¿Estás bien? — dijo Pope recibiendo a Meira en sus brazos.

La chica asintió mientras se sentaba en el suelo del barco quitándose capas del traje.

— Tenemos que largarnos de aquí. — dijo John B ayudando a su amigo.

El castaño se puso al mando del timón y aceleró todo lo que pudo.

En cuanto llegaron a tierra todos se pusieron ha hablar de la situación, pero lo único en lo que Meira podía concentrarse era en el punzante dolor que sentía en el abdomen.

— Me duele mucho la barriga. — se quejó.

— ¿Habéis hecho la parada de seguridad? — preguntó Pope.

— Lo diré solo una vez. Han intentado matarnos, así que no, no la hemos hecho. — respondió JJ.

— Vamos, tienen el síndrome de descompresión. Hay que llevarlos al hospital pero ya.

John B tomó a Meira por las axilas y la levantó, Sarah se puso a su lado para ayudarla a llegar hasta la furgoneta.

Ambos habían comenzado a sudar a chorros y la respiración cada vez se les dificultaba más. Mei tenía la cabeza apoyada en el regazo de Sarah mientras Kie le quitaba el sudor de la frente con su camisa.

— ¿Quién estaba ahí abajo?

— Ni idea, pero os aseguro que no os lo vais a creer... — respondió JJ tendiéndoles algo envuelto en un paño.

Con la adrenalina en su apogeo, el grupo llegó hasta el hospital y no se fue hasta que se aseguraron que ambos se pondrían bien. 12 horas en la cámara hiperbólica.

— No tendría haber dejado que bajaras. — murmuró JJ. — Por poco te mueres.

— No hubiese podido con él tú solo. — contestó. — Somos nosotros contra el mundo.

Meira movió su mano para tomar la de JJ.

— Nosotros contra el universo, más bien. — respondió observándola directamente a los ojos. — No estás mal para ser una kook.

La castaña le soltó la mano mientras se reía. Se incorporó quejándose levemente para apoyar la barbilla en el pecho de JJ.

— Ya que vamos a pasar bastante tiempo aquí... deberías aprovechar el tiempo, ¿no?

JJ pasó la mano por la mejilla de la castaña, recorriendo las pecas que la adornaban. Tomó la almohada con su mano libre y la colocó tamponando el único punto al exterior.

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S E M P I T E R N O   (JJ Maybank)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora