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"Oh, si el cielo se cae, para tiNo hay nada en este mundo que no haría"

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"Oh, si el cielo se cae, para ti
No hay nada en este mundo que no haría"

— Aterrizaremos a un par de horas de Tres Rocas, en una granja. — señaló JJ en el mapa. — Por aquí

— ¿Un par de horas? — preguntó Meira.

— Si, Mike Barracuda dice que podremos coger un autobús que nos lleve al pueblo.

— ¿Qué pasa si ellos no están?

— Si no están... — se quedó pensativo. — Pues vacaciones. Nos vamos unos días de aventura.

Como había dicho JJ no tardaron más de dos horas en llegar a su destino. Cuando el avión aterrizó en una zona de carga y descarga.

— Joder, Mike Barracuda tiene todo un imperio montado aquí. — dijo JJ observando el lugar. — Oye, ¿este es nuestro transporte para Tres Rocas?

— Así es, listillo. — afirmó el hombre. — Tenemos un trato, ¿recuerdas? — le dijo a JJ. — Aún me debes lo del cargamento.

— De acuerdo. — asintió JJ yendo hacia el bus que sería su transporte.

— Y un consejito, no estás en Kildare. No la líes.

— Intentaré no hacerlo. — murmuró.

— ¿De que cargamento habla? — preguntó Meira confusa. 

— Nada de lo que vayamos a tener que preocuparnos cuando encontremos El Dorado.

JJ se colocó bien la mochila sobre los hombros y con la mano en la espalda de Meira la ayudó a subir al autobús, que ya estaba bastante lleno de gente.

(...)

— Bueno, pues aquí tenéis El Tesoro. Y, arriba, el Orinoco ¿vale? — un pasajero les señalaba en su mapa. —Y dicen que por aquí está El Dorado.

— ¿Quién lo dice? — se apresuró a preguntar Meira.

— Todo el mundo.

— Si todo el mundo lo sabe, ¿por qué no lo han encontrado? — volvió a preguntar.

— Hay quienes dicen que no existe, otros, que está escondido y que solo alguien muy especial puede encontrarlo. — les explico.

— Ya veo. — asintió JJ.

— Pero la mayoría cree que esta maldito.

— ¿Maldito? — preguntó Meira.

— Genial. — murmuró JJ revolviéndose en su asiento incómodo. — Muy gracioso.

— Maldito. — repitió. — Todos estos años, la
gente que sube, no regresa.

— Bueno, nosotros somos muy especiales. — dijo Meira tratando de amenizar lo que les acababan de contar.

— Eso me consuela muchísimo.

El resto del trayecto cada uno estuvo inmerso en sus pensamientos. Meira tenía su cabeza apoyada sobre el hombro de JJ y la mano entrelazada con la del chico, pero se mantuvieron en silencio.

— Ya hemos llegado, bienvenidos a Tres Rocas. — dijo JJ cuando el autobús paró. — En comparación, el arrabal parece el Taj Majal.

— Bueno, ¿cómo pretendemos encontrarles?

— Estoy en ello. — contestó JJ. — Mira, a ver, Tres Rocas no es muy grande, ¿no? — dijo. —No te preocupes, los en encontraremos, ¿vale?

— No va a ser tan fácil. — suspiró Meira. — Tienes que estar bromeando. — golpeó a JJ en el hombro en repetidas ocasiones para que viese lo mismo que ella: Pope, Cleo y Kiara corriendo en su dirección.

— No llevamos aquí ni dos minutos. — se rio JJ sacando la mitad de su cuerpo por la ventanilla del autobús. — ¿Cómo estáis colegas?

— ¿Qué co...? — dijo Pope sorprendido chocando la mano de JJ.

— ¡Hay que irse! — gritó Cleo tras Pope. — Mierda, tenemos que irnos.

— No me jodas... — se quejó JJ volviéndose a meter al autobús para salir por el lado contrario.

— ¿Tan pronto? Acabamos de llegar. — se quejó Meira saliendo del autobús. — ¿Qué es lo que pasa?

— Los hombres de Singh nos persiguen. — explicó Kiara. — Hay que pensar en algo, lo que sea.

— ¿Por qué no requisamos el bus?

— ¿Este bus? — Meira miró a su novio. — No alcanza ni los diez por hora.

— Solo era un idea. — se defendió JJ.

— Eh. — Pope llamó su atención. — Ya vienes, escondeos.

Pasando entre toda la gente consiguieron esconderse tras un puesto de comida. Los hombres fueron al autobús a preguntar por ellos, pero un hombre les mandó en dirección contraria.

— Bienvenidos a Sudamérica. — dijo Cleo una vez estuvieron fuera de peligro.

— ¿Y qué vamos a hacer ahora? — preguntó Kiara.

(...)

Mike Barracuda era de nuevo su salvación. El hombre una barca con la que podrían seguirle la pista a John B y Sarah.

— ¿Tenéis algo para protegeros?

— Estoy pensando cómo. — respondió JJ.

— Toma. — le extendió un saco. — Son machetes, para todos. Lo añadiré al coste total de todo lo que me debes, tampoco es que lo espere de vuelta. Mira, he preguntado por ahí al llegar. Vuestros amigos salieron esta mañana, pero he conseguido indicaciones hasta el tesoro. No es mucho, ya que sólo José sabe el camino de verdad, pero así sabéis la zona.

— Estás realmente involucrado. — se burló Meira. — Gracias.

— No me las des. — rio. — Mejor reza.

La historia cuenta, que en rey guajiro que encontró El Dorado dijo que cuñado muriera no les daría el oro a sus hijos. El oro sería para aquel que fuera digno de él. Será el dios Jaguar el que decida quién es merecedor.

En estos 500 años, el Dios Jaguar aún no ha encontrado a nadie digno. El oro sigue intactos.
Pero, si eres bueno, inteligente y tienes suerte, puede que seas el elegido.

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Muchas gracias.

S E M P I T E R N O   (JJ Maybank)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora